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In memoriam
Dr. René Gerónimo Favaloro
Con admiración y profundo respeto
a un médico argentino genial


Queridos amigos:
Como ustedes sabrán por experiencia propia, el tiempo lo único que sabe hacer es añadirnos años. Cuando ya tenemos muchas primaveras acumuladas, todos sin excepción añoramos nuestros años de juventud, cuando el mundo era nuestro y la vida, un agradable escenario.
Pero nada es para siempre, por desgracia. Los años además de la madurez nos traen el deterioro del cuerpo. De joven por regla general nada nos duele y con entusiasmo muchas veces nos dedicamos a los excesos en la comida y la bebida. Dichosos tiempos. Nuestro organismo es una máquina perfecta, aunque con el tiempo tiene fallas. El corazón tan alabado por los poetas es un músculo que a manera de bomba envía la sangre a todo el organismo. Éste necesita también sangre que le lleva el oxígeno y los nutrientes. Las arterias coronarias son las que se encargan de la función anterior.
Después de los cincuenta años (a veces antes) debido a la obesidad, sedentarismo o el desgaste propio que traen los años o a enfermedades como la diabetes, los ácidos grasos y el colesterol se van acumulando en las arterias, a la manera en que los tubos que llevan el agua se azolvan, además los vasos sanguíneos van perdiendo su elasticidad. Donde lo anterior es más grave sucede en las arterias coronarias, se endurecen y comienzan a taparse, lo que trae menor irrigación al corazón, esto provoca lo que conocemos como “angina de pecho” que puede llegar al temible “infarto”.
¿Cuáles son las soluciones para corregir esta falta de circulación? Desde hace mucho tiempo se han empleado medicamentos para dilatar las arterias, y en el siglo XX se empezó a introducir catéteres a través de una arteria del brazo para llevarlas al corazón y destapar las arterias donde se pone además una pequeña malla llamada stent.
Al igual que un plomero cambia las tuberías dañadas de nuestra casa, así pensó un genial médico argentino, el doctor René Gerónimo Favaloro. En el año de 1967, en un hospital de Cleveland Ohio, USA, a una paciente de 69 años de edad, le tomó una vena safena de la pierna izquierda y la injertó en su corazón a manera de puente para que sangre que irriga al corazón fluyera libremente. Claro que lo anterior fue una hazaña científica sin precedentes, pues había que parar al corazón por 3 horas y desviar la sangre (circulación extracorpórea con una bomba de infusión fuera del organismo). Ese fue el inicio de la “revascularización cardiaca” en los casos de “isquemia del miocardio”. Sólo en Estados Unidos se practican de esta intervención quirúrgica, entre 600, 000 a 700,000 al año y por regla general se ponen tres puentes (en lugar de uno) (by pass). Vuelve a nacer el hombre o mujer de mediana edad o de plano en la ancianidad a la que se realiza este procedimiento.
Es interesante la vida del doctor Favaloro, que realizó sus estudios de licenciatura en la República Argentina, donde además ejerció como médico general hasta los 40 años de edad, pero tenía la inquietud de superarse, por lo que con muchos sacrificios fue a los Estados Unidos donde realizó la residencia médica y quirúrgica hasta llegar a ser cirujano cardiovascular. Es admirable, pues generalmente los residentes son jóvenes y él estaba en una edad que se considera no apta para iniciar una residencia quirúrgica. Sin embargo la genialidad no tiene edad y fue el primero en realizar una revascularización cardiaca.
La nostalgia de su tierra natal y el deseo de emplear sus conocimientos en la Argentina lo hicieron volver a su terruño donde destacó brillantemente en su área quirúrgica, hasta llegar a formar un equipo médico de excelencia en la cirugía cardiovascular. El tiempo pasa, y con él llega la vejez, a los 77 años, en la cúspide de su fama supo que era mejor cirujano que administrador. Con problemas económicos para pagar a los miembros de su equipo, pues las subvenciones gubernamentales se atrasaron, con la crisis de la vejez o los demonios interiores que lo atosigaban (no tiene caso saber cuáles fueron) tomó una fatal decisión. Colocó la boca de una escopeta a la altura de su corazón, como buen cardiólogo que era, y en un momento terrible jaló el gatillo.
¿Por qué lo hizo? ¿Fue por su edad y la pérdida por consiguiente de su habilidad quirúrgica? ¿El terrible spleen? ¿Las contradicciones de su genialidad? No sé, pero yo soy uno de los beneficiados. En este año del señor de 2014 a los 74 años de edad, fui operado de revascularización cardiaca con mucho éxito.
Gracias doctor René.

Texto agregado el 04-12-2014, y leído por 268 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
05-12-2014 Muy bien, es justo recordar a los grandes benefactores de la humanidad pacurro
05-12-2014 Ahhh... estupenda narrativa amigo, que además instruye. Mi corazón esta más fuerte que nunca y no alcanza los 50 latidos por minuto. Creo soy la excepción que confirma la regla. Cinco aullidos al amanecer -sobre bici de montaña- yar
05-12-2014 Mi apluso y reconocimiento al Dr.Favaloro, científico que con su genio salvó muchas vidas.Y, para ti *****por tan excelente artículo.UN ABRAZO. gafer
 
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