Deambulan los segundos
en el presumido hastío
de una migración circular.
Con su acústico silencio
se tiene un toque cordial,
señales de viaje nocturno,
de encuentro reincidente.
Las rondas son porfiadas
esferas de giro obstinado.
Sectarios en su merodear
de cosechas lánguidas,
no lastima el sumiso reto
virando sobre un eje quieto.
De su existencia dependen
hasta los vecinos minutos
cuyas letanías peregrinan
con vicisitudes recónditas.
Sesenta intervalos justos
para lograr al cabo, horas
con las que avanzar el día.
Texto agregado el 03-12-2014, y leído por 315
visitantes. (5 votos)
Me gusta,escribes con sabiduría.
Cada día mejor...
//De su existencia dependen
hasta los vecinos minutos
cuyas letanías peregrinan
con vicisitudes recónditas.//
Victoria 6236013
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