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Del tío, para el padre y el hijo ( anécdota)

Transcurría el año 1961. Yo cursaba el tercer año en la Escuela de Educación Técnica cuando de regreso a casa mis padres me comentan que un muchacho había venido a hablar conmigo. Que se presentó como un ex compañero del colegio y que tenía una buena propuesta para mí. No imaginaba quién podía ser y eso me tuvo intrigado aunque no quisiera…
A los quince días apareció, pero sin encontrarme nuevamente. No obstante, esta vez dejó un dato más revelador; había contado que semanas atrás, en un baile del club quiso venderme un reloj automático.
Algo recordé de eso, pero cuando uno está compitiendo por sacar a bailar a la chica más linda no atiende este tipo de comentarios al oído. No le vi la cara, así que la incógnita continuaba…
Hasta que al fin encuentro a mis padres esperándome en la puerta con este alguien que pacientemente sostenía una abultada valija de lona.
“¡Hola Daniel! me da la mano afectuosamente” “¿No te acordás de mí, de la escuela…”
Como por acto reflejo recuerdo esa cara y su apellido: Alquino.
“¡Sí, me acuerdo, pero de la escuela primaria, yo tendría nueve años y vos once, éramos muy chicos!”
Y fue como ver una película hacia atrás, volví a esas clases de “Labores” donde él me enseñó a tejer aquellas bolsas para llevar el pan. Que se partía desde una argolla central y luego se la conformaba anudando a manera de red esos hilos de algodón plastificados que ya no existen más.
También recordé aquella triste confesión suya de que ese trabajo lo había aprendido en un hospital, cuando estuvo internado dos años por una parálisis infantil que atacó a una de sus piernas (poliomielitis, caminaba algo rengo).
…Volviendo a su visita; abrió la valija en la calle, sobre un banco que teníamos fijo en la vereda, y había de todo...
Nos contó que trabajaba en la Aduana de la Estación Fluvial, y que de allí podía sacar mercadería decomisada cuando quisiera. Lógicamente, toda importada que ofrecía a bajísimo precio. Entusiasmados por esta posibilidad única comenzamos a encargarle lo que necesitábamos, mientras él anotaba cada cosa detalladamente…
Mi padre nos cortaba el pelo a mi hermano y a mí casi a ras, así que se hizo anotar una “maquinita número nº 1”, más dos tijeras “Solingen” y una radio a transistores “Spica” para escuchar el partido en cualquier lugar...
En aquella época aparecían los primeros “vaqueros” nacionales “Far West”, pero él mostraba puesto un original “John Lee” desteñido, muy difícil de ver por ahí, y una camisa “Whas and Wear” que también era novedad porque no necesita plancharse. Por lo tanto apuntó todo eso, y algunas corbatas que me hizo elegir entre variados diseños y coloridos desplegadas sobre su brazo extendido.
Levantado el pedido prometió volver con la mercadería tan pronto la consiguiera...
Pasaron cuatro días, y a la vuelta del colegio mi padre me pone al tanto de lo sucedido esa mañana: Este muchacho había vuelto, pero con las manos vacías…
Traía un problema a resolver, debía “convencer” al custodio de la mercancía con algún dinero (un veinte por ciento del importe total), poco, pero estábamos a fin de mes y muy ajustados, de modo que solo mi tía nos podía sacar del apuro, y hasta su casa se llegaron a pie. (a unas seis cuadras de la nuestra)…
Ya con esa plata en su bolsillo, pero antes de que mi padre sospechara una estafa consumada, invita a que lo acompañe hasta la aduana a modo de despejar cualquier duda. Subieron al tranvía que los llevaría hasta la costanera, él pagó los dos boletos, y una vez frente a la estación entraron a un bar donde, coca –colas mediante, le explicaría la parte final de esta operación: Sentado ahí, mi padre debía esperar a que volviera con los productos debidamente empaquetados, después arreglarían la forma del pago total…
Desde la ventana lo vio cruzar la ancha avenida y con habitualidad perderse tras la puerta principal de aquel emblemático edificio… Unas dos horas esperó y esperó, y podría haber seguido esperando… Pagó la consumición y regresó a casa con la certeza de que había caído manso y tontamente en uno de esos famosos Cuentos del Tío(*)…
Después de la lógica indignación, toda la familia terminamos aceptando graciosamente esta tomadura de pelo. Porque en verdad la plata era poca, y ese trabajo fino desarrollado con el tiempo necesario, su perseverancia, más la convincente actuación teatral de este delincuente, nos dio para admitir que se lo había ganado merecidamente…
No obstante, con la intriga latente todavía, fuimos a dilucidar in situ aquella no salida suya por donde había entrado en el final del embuste; Obviamente la aduana tenía una salida al río con un muelle, pero resultaba muy fácil alejarse de ahí caminado a lo largo de la barranca sin ser visto desde el nivel de la calle…
No satisfechos con lo entendido, continuamos con la pesquisa, averiguamos donde vivía este confiable muchachito y golpeamos a su puerta. Nos atendió un hombre mayor: “Buenos días… Podría decirnos si aquí vive Alquino”
“A quién busca, al padre o al hijo”
“Al hijo”
“Qué les hizo”
“El cuento del tío”
“Está preso”
Sin más que preguntar nos fuimos convencidos que este padre mintió para ocultar y proteger a su hijo…
Pasado un año, cuando casi había olvidado esta historieta y me encontraba en la comisaría tramitando un certificado de vecindad, lo veo salir de la oficina trasera y pasar a mi lado como si no me hubiese reconocido…Enseguida le pregunté al suboficial que me atendía:
¨”Dígame, qué hace este tipo acá”… “Yyyyy, nada. Lo tenemos para los mandados. Ahora salió a comprar bizcochitos para tomarse unos mates con el comisario”…

(*) Cuento del Tío en Argentina: Ingeniosa manera de estafar a alguien, quien por incauto y ambicioso cree obtener un beneficio fácilmente.

Texto agregado el 03-12-2014, y leído por 272 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
21-02-2016 cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfia satini
21-02-2016 seguro que los milicos lo mandaban a afanar para ellos satini
04-12-2014 No sé quién es el Tío de Argentina, pero creo que la intención de este escrito es de gran lección de vida. Ayer lo leí y olvidé comentar. Un abrazo y gracias, Daniel. SOFIAMA
04-12-2014 El cuento del tio en nuestro pais, tan comun. jaeltete
04-12-2014 qué raro que esté la policía involucrada. Por lo que veo es una historia que se viene repitiendo en Argentina desde hace bastante tiempo (sin ofender a nadie). biyu
03-12-2014 En mi pais decimos, ante una oferta demasiado generosa y tentadora ~De eso tan bueno, no dan tanto~.Un Abrazo. gafer
03-12-2014 Una historia que habla por si sola, de la desconfianza que se debe tener al comprar para no ser estafado. En la confianza está el peligro. Hoy más que nunca debemos poner en practica esta lección que nos brindas. Bien narrada. Abrazos. NINI
 
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