a lo largo de mi vida he sido testigo de muchas cosas... una de ellas fueron los ojos de mi perro... no le veía por muchos años... y cuando me vio, sentí tanta alegría que mi corazón latía como la cola de mi perro... paseamos por tantos lugares y luego me puse a beber sin parar... ya hecho una uva, salí por las calles y todo me pareció irreal... las calles estaban brillantes y los rostros de las gentes sonreían al verme andar... y siempre a mi lado mi perro... ya cuando todo se hizo silencio, cerré los ojos y dormí algo mientras todo el cielo y la tierra empezaban a girar... y allí sentí los lamidos de mi perro y con ese sentimiento me puse a dormir... al día siguiente estaba casi desnudo, sin nada a mi lado, sin un peso en mis manos... y mi perro a lo lejos empezaba aullar... me paré y me puse a seguir sus aullidos... seguí caminando mientras la gente me tildaba de loco al verme casi desnudo... y cuando llegué de donde provenía los aullidos de mi perro, no encontré nada... alcé la vista hacia el cielo y vi un ave de tiernos trinos y colores... miré las casas y una puerta estaba entreabierta... caminé hacia ella y entré... dos ancianos estaban sentado frente a frente... ambos me miraron y sentí tanta bondad... vi un poco de comida y comí... les vi sonreír de alegría y cuando quise darles las gracias, de mis labios brotaron gruñidos... miré mis manos y estas eran las patas de un perro... aullé y aullé y cuando todo estaba loco, los dos ancianos se pararon y empezaron a acariciarme... sentí tanta bondad que me olvidé de todo mi pesar y sentí que era hermoso vivir, aunque sea la vida de perro..