La parte trasera de las bodegas era un punto importante para todos los alumnos de la escuela, aquí un punto ciego para todas las autoridades de la misma, desde el director hasta los intendentes era el sitio en que se daba lugar cada una de las buenas y malas experiencias de todos. El primer beso, la declaración de amor, el sí o el rechazo a la misma, el primer cigarro, una pelea entre novios, amigos o compañeros, el consuelo otorgado o el solicitado. Todas estas experiencias pasaban cada año sobre ese pasillo cerrado y oscuro, y tal era el impacto sobre los que eran participes de una de estas situación que consideraban que esto los marco para toda la vida, que en poco tiempo comenzaron a correr rumores de que este lugar definía tu futuro, y pocos años antes de la entrada de Andrés le empezaron a llamar el “rincón del destino”.
Ignorantes de los rumores de donde estaban escondidos ambos estuvieron en silencio un buen rato
-Parece que no hay nadie, ya podemos regresar al patio, yo voy primero y tú después no quiero que me vean llegar contigo- dijo rudamente la chica
Andrés solo asintió con la cabeza
-Ah, y más te vale que no digas nada- se dirigió una vez más a Andrés antes de intentar salir corriendo. Pero apenas había dado unos pasos cuando fue detenida bruscamente por Andrés
-Qué carajo te crees- reclamo la chica
Andrés hizo un gesto con los ojos, indicándole que alguien se aproximaba. Rápidamente se escondieron detrás de una montaña de sillas viejas y rotas. Para mala suerte de los dos el lugar era aún más estrecho que el vestidor del baño y el contacto entre ellos hizo que él se sonrojara de nuevo y ella hiciera gestos de desagrado
-Por qué te juntas mucho a mí- dijo en voz baja la chica
-Es que no hay mucho espacio y si me separo más me van a descubrir- respondió el
-Pues se hombrecito y sal y que te culpen, además tú me metiste en esto- reclamo la chica
-Mi culpa tú también tienes que ver y si salgo tan bien te van a descubrir-dijo Andrés
Este era un buen punto que no pudo debatir la chica, así que resignada tuvo que esperar hasta que la persona para recuperar su espacio. Después de cinco minutos pudieron salir de su escondite
-¡Basta de situaciones absurdas!, yo me voy- dijo con enfado la chica y comenzó a caminar
-¡Espera!- grito Andrés
-Ahora ¿qué quieres?- contesto la chica
-Ehh... ¿Cómo te llamas?- dijo el medio tartamudeando
-Y para que quieres saber-
-Solo curiosidad-
-¿Curiosidad?, mira medio pervertido, no quiero que me molestes, así que lárgate-
Sin poder contestar a eso él y ella comenzaron a caminar hacia la cancha sin cruzar palabra alguna poco antes de llegar la chica se detuvo
-Daniela, mi nombre es Daniela- dijo la chica
Andrés no encontró razón alguna del porque ella le dio su nombre. Aun cuando tiempo más adelante meditara sobre lo que paso este día aún seguía sin entender si se perdió de algo que le ayudara a descifrar esa situación tan peculiar. Sin embargo lo que él nunca noto es que cuando el respondió con el tan habitual “gusto en conocerte” formo en sus labios una sonrisa como si estuviera viviendo el momento más feliz de su vida. De la misma forma la joven de carácter rudo quedo confundida e impaciente por comprender la lógica de esa sensación de formar una sonrisa por dar su nombre. Casi como impulso natural quiso salir corriendo y por primera vez se dijo así misma “cálmate, cálmate”
La relatividad del tiempo es algo muy difícil de entender, pero todos lo experimentamos de forma dulce o amarga, pero para ella lo agridulce de la situación al final lo entendió como enfado
-Bueno conforme, ya te di mi nombre- dijo enojada la chica – entonces ya lárgate nenita-
-¿Nenita?, porque te enojas solo pregunte tu nombre- contesto Andrés sin cambio alguno en su voz
-¡Solo ya vete!- replico la chica
Entonces sin razón aparente Andrés hizo lo que confundió más a Daniela. Comenzó a reír
-De que te ríes idiota- dijo Daniela molesta
-Es que… paso por mi cabeza que podríamos ser amigos- dijo Andrés sin parar de reír
Sin darse cuenta ambos estaban a la orilla de la cancha y antes de que Daniela pudiera decir algo al comentario de Andrés los compañeros que empezaban a regresar de la clase se lo impidieron
-Hay miren quien está aquí- gritaron algunos señalándolos
-¡Carajo!- dijo la chica y se alejo
-Mira que eres valiente- dijo uno de los chicos al pasar junto Andrés –aun que te advierto que estar junto a ella te va a traer problemas-
-¿Problemas?-
-Sin embargo pareces muy cercano a ella, la conoces de otra parte-
-No, la conocí esta mañana y creo que somos amigos- dijo Andrés con una extraña firmeza
-Amigos, sí que estás loco- fue lo que recibió por respuesta
Ya en el salón recordó que otra vez no pudo disculparse con Elizabeth, sin embargo no la vio entrar y su lugar permaneció vacío el resto de las clases. Y antes de que hiciera el ridículo en preguntar qué había pasado con ella, logro oír que se sintió mal y tuvo que volver a casa
-Supongo que no de todo un mal día- se dijo
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