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Llenaba un formato para una solicitud en un banco local, le pareció una eternidad terminarlo, la lleno con su puño y letra, cuando se la entregó a la ejecutiva que lo estaba atendiendo ésta la observo y le dijo:
-Casi no se le entiende la letra-
-Bueno ya me lo habían dicho que tengo mala letra-le contestó.
Salió del banco un poco preocupado, no sabía si el trámite que había hecho iba a ser rechazado por haber escrito mal el formato, ese día llego un poco tarde al trabajo, dejo su auto en el parqueo para los empleados de la empresa, paso saludando a todos los mismos que trabajaban afanosamente en sus escritorios, entro a una oficina muy elegante, dos sillones de cuero color negro estaban frente al escritorio donde él se sentaba, lo primero que hizo fue encender su computadora, presiono con el dedo índice de su mano izquierda un botón de color negro y una luz color verde apareció a un lado del monitor, en segundos la pantalla mostro el siguiente mensaje: “Ingresar su Clave:”; digito un par de números y letras seguido de otros caracteres, al instante en la pantalla se desplego todas las aplicaciones que utilizaba a diario en sus labores.
Empezó a digitar varios informes en un procesador de palabras, puso sus manos en un teclado color negro las letras y números eran de color blanco, los dedos empezaron a moverse de una forma ágil y rápida, escribía mejor que una mecanógrafa profesional, solo se oía un sonido muy peculiar cuando los dedos tocaban las teclas, utilizaba los pulgares para la barra espaciadora y los meñiques para cuando utilizada las letras mayúsculas, rápidamente termino los informes, aparto su mano derecha del teclado y la coloco a un lado encima de un botón muy grande (tenía la forma de un ratón ) lo presiono varias veces con su dedo índice y varios “clic” se oyeron, en segundos unas páginas salieron como por arte de magia en un impresor color negro.
Esa era la rutina diaria y semanal digitar o que las secretarias le digitaran en un procesador de palabras o en un hoja de cálculo informes, estadísticas, cuadros de ventas, compras, presupuestos, proyecciones de ingresos, a un lado de su escritorio estaba un papelera de metal pintada en un color negro, esta tenía tres niveles indicando la urgencia de los papeles que ahí se colocaban, los niveles estaban en orden de prioridad los más importantes en el nivel de arriba, los menos importantes en el nivel del medio y los que podían esperar un poco más en nivel de abajo; parecía un autómata tomando cada hoja de papel bond tamaña carta, con sus ojos hacia una revisión rápida al informe y luego estampaba su firma, no ponía su nombre ya que al final de las hojas estás tenían impreso su nombre en letra arial y resaltada en color negro, así la pila de hojas iba disminuyendo poco a poco, con su mano derecha tomaba una hoja la colocaba en su escritorio, la observaba unos segundos y afianzaba un lapicero el cual para el puesto que él ocupaba era de una marca muy común y estaba hecho de un plástico transparente el cual dejaba ver la tinta color azul del mismo, en un movimiento rápido ponía su firma al final de la hojas hasta acabarlas de la papelera.
El teléfono que tenía a un lado del escritorio sonó tres veces, él contestó la llamada, tomo un papel cuadrado pequeño en color amarillo y escribió unas palabras poco legibles, colgó el teléfono y llamo a su secretaria, quito el papel color amarillo de una resma y cuando se lo iba a dar a su secretaria le dijo:
-Necesito esta información-
La secretaria tomo el papel, hizo un esfuerzo para entender lo que decía, lo puso boca arriba luego boca abajo, con un poco de pena y disimulo le dijo a su jefe:
-Disculpe, puede decirme que dice acá-
El tomo el papel color amarillo y lo observo muy rápido, le dicto con sus propias palabras lo que el papel decía y la secretaria solo asintió con la cabeza y salió de su oficina, en la hora del almuerzo no salía a almorzar, llevaba su propia comida y mientras comía aprovechaba para revisar unos correos electrónicos, con la mano izquierda sostenía un emparedado de jamón que había llevado y la mano derecha la utilizaba para digitar y ocupar el botón que tenía forma de ratón, no más terminaba de comer ocupaba las dos manos para enviar correos, entablar charlas con los demás empleados de la empresa. Durante la tarde era la misma rutina digitar informes, firmarlos; recibió una llamada de un banco local él contesto y era la ejecutiva del banco que quería comunicarse con él, a través de auricular del teléfono dijo:
-Disculpe que lo moleste llamándole a su trabajo-
-No es ninguna molestia-le dijo
-Puede venir mañana por la mañana al banco-dijo ella.
-Claro, solo tengo que dejar todo terminado acá-contesto él.
-Muy bien acá lo espero-le dijo ella.
El sintió curiosidad por la llamada hecha, tomo valor y le preguntó a la ejecutiva del banco:
-¿Me aprobaron el trámite?-
-No, todavía no, es para que me vuelva a llenar el formato, hay palabras que no le entendemos y lo mejor es volverlo a llenar-dijo la ejecutiva del banco.
Sintió un poco de decepción por la respuesta dada y un poco triste contestó:
-Ahí estaré-
Salió del trabajo un poco tarde, mientras iba para su hogar no dejaba de pensar en la llamada hecha por la ejecutiva del banco, no entendía como había perdido sus habilidades para escribir, cuando estaba en primaria, secundaria y aun en bachillerato tenía una letra bonita, legible, muchas veces lo llamaban de la dirección del colegio para que en unos certificados escribiera los nombres de los alumnos mejor portados. Llego a su hogar saludo a su esposa e hija, tomo rápido la cena y se dirigió a un escritorio que tenía en un cuarto aparte, estaba junto a sala de la casa, encima del escritorio estaba una computadora portátil, la encendió y empezaba a digitar unos informes pendientes de su trabajo cuando observo una gaveta entre abierta del escritorio, sintió curiosidad y la abrió por completo, dentro de esta había un libro para aprender a escribir y otro que en la caratula decía “caligrafía”; en la pasta de los libros estaba escrito el nombre de su hija junto con el grado al cual pertenecía (decía en ambos primer grado); los tomo y empezó a ver cada página del mismo, apago la computadora portátil que antes había encendido y busco un borrador de goma dentro de la gaveta principal del escritorio, le tomo un poco de tiempo pero había borrado casi en su totalidad lo que su hija había escrito en lápiz en ambos libros.
En la mañana siguiente estaba en el banco, la ejecutiva que anteriormente le había hablado lo atendió y lo pasó a su oficina, le entrego otro formato para que lo llenara y en tono de broma le dijo:
-Llénelo despacio, con calma y buena letra-
El soltó una risa en su rostro pero a la vez le contesto:
-No se preocupe-
Salió del banco y se dirigió a su trabajo saludo a sus compañeros y entro a su oficina, esta vez no encendió la computadora y tampoco se sentó en su escritorio, se sentó a un lado del mismo en una mesa pequeña y en una silla de metal que tenía, ni sintió el tiempo, en su mano derecha tenía un lápiz color amarillo, aun lado había colocado una sacapuntas de metal, escribía afanosamente, a la hora del almuerzo tomo rápido sus alimentos, en ese tiempo de descanso tampoco encendió la computadora, paso la tarde y cuando ya estaba por salir de su trabajo una llamada lo detuvo, levanto el auricular y era la ejecutiva del banco que lo llamaba, ella le dijo por el auricular:
-Podría venir mañana por la tarde al banco-
-No me diga que tengo que llenar otro formato-le increpo.
-Al contrario su trámite ha sido aprobado, lo espero mañana por la tarde-le dijo.
-Ahí estaré sin falta-le contesto.
Tomo su portafolios y puso dentro de éste unos papeles, cuando iba a apagar la luz de su oficina recapitulo y regreso a la mesa pequeña donde había estado escribiendo con el lápiz color amarillo, con su mano derecha tomo el libro para poder escribir y el otro de caligrafía, los puso en su portafolios y salió de su oficina, cuando llego a su hogar lo recibió su familia, durante la cena platicaban y el saco los libros que había tomado de su hija, se los entrego y ella muy asombrada le dijo:
-¡Para que utilizaste mis libros!-
La esposa se asombró también y en tono de broma le pregunto:
-¿No me digas que estás aprendiendo de nuevo a escribir?-
Una risa se dibujó en el rostro de él, pero al mismo tiempo le respondió:
-¡Ni te imaginas! Por cierto hija, ¿dónde tienes el silabario?-

Texto agregado el 25-11-2014, y leído por 241 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-11-2014 La automatización nos priva a veces del placer de practicar una buena escritura.Yo, como egresado de un colegio de hermanos Maristas, nunca he dejado de practicar la escritura y caligrafía que ellos me enseñaron.UN ABRAZO. GAFER
 
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