UN PAIS MARAVILLOSO


Los afortunados habitantes de aquel país habían tenido la suerte y la inteligencia de haberse organizado y gobernado de una forma que no tenía comparación con nada de lo que hasta entonces había existido en el mundo.

Para empezar el Gobierno aunque estaba como siempre formado por diferentes fuerzas políticas se regían bajo una única premisa, el consenso, no importaba la cantidad de diputados que aportara cada partido, no era relevante y solo servia para que cada grupo en función de su volumen fuera capaz de aportar mas o menos ideas, lo fundamental era la decisión consensuada y en esto estaban todos de acuerdo, no se hacia una nueva ley, un decreto o una recomendación que no estuviera aceptada por todo el congreso, pero aceptada al cien por cien, y si había una sola discrepancia, un solo diputado que no estuviera de acuerdo, se volvía a analizar hasta que pudiera ser aprobada en forma universal por todos.

El presidente rotaba entre las dos fuerzas mayoritarias cambiándose cada seis meses, con lo que no existía nada parecido a endiosamientos o posiciones altivas o totalitarias, por parte de nadie.

Los ministros además de reunir las imprescindibles condiciones políticas requeridas, eran reclutados entre profesionales de diferentes sectores en los que ya habían demostrado su valía.

Así por ejemplo la ministra de Justicia, había sido una famosa y reconocida jurista, el de Hacienda era un profesor de economía que había recibido innumerables premios internacionales por sus trabajos, el de Industria, fue un importante capitán de empresa que dirigió con enorme éxito varias compañías multinacionales, y asi todos, expertos en los sectores en que ahora trabajaban para la sociedad.

Con este sistema era natural que absolutamente todas las directrices que salieran de los gobernantes estuvieran encaminadas al bienestar de la población.






Y si este sistema era ideal en lo referente a la forma de gobernarse, el funcionamiento del Poder Judicial era aun mas notable, la judicatura no parecía estar formada por hombres, pues era absolutamente justa en la mayor extensión de la palabra, los jueces ni estaban politizados, ni influidos por ningún poder y mucho menos mediatizados por sus personales ideas, solo pensaban en la justicia con mayúsculas, los juicios eran rápidos, claros, sin recovecos y sin dobles intenciones o dificultades interpretativas.

Nadie se sentía incomodo o disgustado con las sentencias fuera cual fuera el veredicto final aunque fuera condenatorio para el interesado, la concienciación de que la decisión era la justa era tan profunda, que era aceptada por todos con gran respeto.

En cuanto a la Educación, la podríamos definir como perfecta, ideal, inteligente y justa, y aun nos quedaríamos cortos, era gratuita desde la infancia hasta la salida de la universidad e incluso el estado financiaba la obtención de doctorados o cursos de postgraduados y siempre se adaptaba a las características personales de cada alumno, si necesitaban una dedicación especial la tenían, si era necesario formaciones complementarias se les daba, sin consideración a su raza, nivel social u opción religiosa. No existían colegios y universidades privadas o elitistas. Todos los individuos podían llegar a la meta que se propusieran, el único freno era su capacidad de esforzarse, de tal manera que se había conseguido un nivel de preparación y competitividad en todos los ciudadanos tan notable que se había podido olvidar el fantasma del paro, el cien por cien de la población considerada activa tenía trabajo.

Aquella sociedad logro también que los Bancos sin ser nacionalizados funcionaran como servidores y colaboradores de todos, preocupándose mas de que el país prosperara globalmente que de su cuenta de resultados, se concedían prestamos e hipotecas casi sin intereses y era normal que colaboraran en proyectos personales, en I&D, en formación o relacionados con el bienestar del país aunque tuvieran un dudoso retorno económico para sus arcas.








Pero seguramente y por muy notables que fueran los logros hasta ahora comentados, donde se había llegado a lo inimaginable era en lo referente a las prestaciones sanitarias y seguridades sociales, la medicina era gratis, las intervenciones quirúrgicas igual, aunque rozaran casi lo extravagante y nos referimos a cambios de sexo, cirugías plásticas relacionadas con la belleza, etc. Todos los individuos tenían derecho a jubilarse a los sesenta años y recibir a partir de ese momento una renta igual al último salario percibido y un sinfín de prestaciones económicas complementarias si tenían impedimentos físicos y por supuesto acceso gratuito a residencias muy semejantes a hoteles de lujo,

Y lo mejor es que habían logrado que la presión fiscal que soportaba la población era ridícula, las arcas del estado se alimentaban por un lado de los impuestos a las grandes empresas y grandes fortunas y por otro gracias a la buena gestión fiscal de los gobiernos que habían eliminado corrupciones, malversación y otros robos.

La sociedad vivía en un estado de permanente felicidad, prácticamente se había eliminado la delincuencia, la violencia de género y todo tipo de violencia y no existía el comercio de drogas, los contrabandos o cualquier otro delito, en definitiva vivían en el paraíso, siempre llenos de esperanza y con una fe inquebrantable en el que el futuro seria aun mejor.
------------------------

Creo que ha llegado el momento de decir que al empezar este escrito lo que pretendía era escribir un cuento y me acabo de dar cuenta que lo que me ha salido es un cuento chino.



Fernando Mateo
Noviembre 2014