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CAPITULO XII

Pasó una semana desde el incidente de la sorbetería con Fernando. Karina había quedado devastada. Constantemente la consolaba diciendo que ya todo iba a pasar, que no se preocupara. ¿Recuerdan lo que le dije a Marcos sobre tener novio? Lo cumplí al pie de la letra. Si nos seguíamos viendo, pero solo era de hola y adiós.
-¡Vaya Karina! Te ves mucho mejor.
-Gracias. Ha sido duro, pero ya me repuse.
-¿Gracias a quien…? –fingí toser. Karina sonrió.
-A mi amiga Sandra.
-¡Ah! No tenías que decirlo.
Abrasé a Karina
-Hola Sandra –dijo una voz atrás de mi. Dejé de abrazar a Karina para ver quien me hablaba. Era Marcos, que tenía una sonrisa en sus labios.
-Hola Marcos.
-Hola Karina. Parece que ya te ves mucho mejor –me miró.
-Si. Ha sido difícil, pero ya estoy mucho mejor.
-Pero no lo suficiente –repliqué.
-De cualquier manera me alegro que ya hayas superado tu problema. Adiós chicas.
-Adiós.
Marcos se fue. Miré a Karina. Me miraba moviendo su cabeza de forma negativa.
-¿Qué pasa?
-¿Cómo que qué pasa? Acabas de rechazar a Marcos.
-No lo he rechazado.
-Claro que si. Le dijiste que aún no me he repuesto totalmente, y eso es mentira.
-Pero pueden haber réplicas Karina. Y si eso pasa y no estoy contigo por causa de un chico me sentiré mal.
-Óyeme Sandra: no te preocupes por mí, ¿está bien? Yo ya estoy mejor. Y si llegan a pasar esa “replicas” de las que
hablas yo me las arreglaré para salir.
Sonó el timbre. Era el timbre para irnos a casa, ya que los maestros tendrían una reunión.
-Pero Karina…
-Sin peros Sandra. Esta tarde, al solo llegar a tu casa, tomarás el teléfono y hablaras con Marcos.
Karina se fue. Fue tan rápida en irse que no me dio tiempo para siquiera pensar en como contestarle aquellas palabras.
Regresé a mi casa. Subí a mi habitación y tiré la mochila en la cama. Me acosté y pensé en lo que había dicho Karina.
-Tal vez tenga razón –pensaba-. Además, solo le hablaré. No necesariamente para aceptar ser su novia. Puede ser para saludarlo, preguntarle por sus notas, por sus tareas… ¡No! ¿Qué estoy haciendo? Fui muy clara al decir que no tendría novio hasta que Karina estuviera completamente bien –cogí uno de los libros que tenía cerca-, ¡y ningún chico, ni siquiera Marcos, se interpondrá en mi camino!
Tiré el libro contra la cama. Se abrió justo en las páginas centrales. Había una servilleta. La tomé. En ella estaba el número de Marcos. Era la servilleta que él me dio en la sorbetería el otro día. Sentí una especie de voz en mi interior.
-Vamos Sandra –decía la voz-, tú sabes que te mueres por llamarlo. Karina dijo que estaría bien. Además, ¿no era tu sueño estar con Marcos? Y ahora que tienes la oportunidad de estar con él, ¿no la vas a aprovechar?
No volví a oír la voz. Esperé y esperé, pero no volvió a aparecer. Tomé el celular. Desdoblé la servilleta y marqué el número que había en ella.
-Veamos… 78777960… contesta, por favor, contesta… ¿Hola, Marcos?... Soy yo, Sandra… escucha, quería hablar contigo sobre lo que me dijiste en la sorbetería… aún no lo se… ¿qué tal si nos vemos mañana en el parque?... genial. Nos vemos ahí a las tres de la tarde… adiós.
Colgué. Estaba muy nerviosa por lo que ocurriría mañana.

***

El tiempo pasó volando desde que hice la llamada. Hace un momento pensaba en lo que pasaría en el parque con Marcos… y ahora me encuentro caminado hacía ahí. Mi corazón latía más rápido con cada paso que daba. Por fin llegué. Marcos estaba sentado en una banca. Me acerqué.
-Hola Marcos.
-Hola Sandra.
-¿Cómo has estado?
-Bien, ¿y tú?
-Bien también.
Me alegro mucho… luces muy linda.
Me sonrojé.
-Gracias. Tú también te ves muy lindo. ¿Caminamos?
-Seguro.
Marcos se levantó y empezamos a dar vueltas alrededor del parque. Caminábamos despacio, sin prisa alguna. Hablábamos de nuestros gustos e intereses. Qué color te gusta, que libro te gusta más, cuál es tu comida favorita, que harás cuando te gradúes… cosas como esas. De vez en cuando nos decíamos uno que otro halago. Ya habíamos dado dos vueltas.
-Es tiempo –dije dentro de mí. Me detuve. Marcos se detuvo también. Donde nos habíamos detenido había muchas palomas que eran alimentadas por una señora que les lanzaba semillas.
-Marcos…
-¿Si?
-Sobre lo que me dijiste de ser tu novia la vez anterior… yo…
-No digas nada. Mejor olvídalo.
-Pero Marcos, yo…
-No debí haberte dicho eso Sandra.
La felicidad que sentía se desvaneció. No entendía por qué Marcos me había pedido ser su novia entes, y ahora se arrepentía. ¿Será que en realidad no siente nada por mí?
-No te entiendo Marcos –le dije tratando de no llorar.
-Quiero decir que no debí preguntarte si querías ser mi novia. Debí preguntarte si me dabas el permiso para ser el tuyo. Ahora que tengo la oportunidad para remediarlo, Sandra, ¿me das el honor de ser tu novio?
Guardé silencio. Estaba conmovida por las palabras de Marcos. Me habían tocado en lo más profundo de mi corazón.
-¡Si! –dije finalmente Sonreímos y nos tomamos de la mano.
Sandra y Marcos se miraban mutuamente. El sueño de Sandra de estar con Marcos por fin se había vuelto realidad.
Sintieron un a especie de impulso que los hizo acercar sus rostros. Se besaron. En ese preciso instante las palomas que estaban cerca extendieron sus alas y comenzaron a elevarse en dirección suya. Y siguieron elevándose hasta perderse en el claro y hermoso cielo.

Texto agregado el 21-11-2014, y leído por 143 visitantes. (0 votos)


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