Te diré que, al presente, de viejo,
me anegan las añoranzas juveniles.
Una máquina llamada quimera
que custodiaba de mis sueños,
la sonrisa de esa vecina, a la que,
timorato de rechazos no dije nada.
Los pliegues del amor en la pared,
las noche sin obligación ni finales,
adormecerse a su lado sin creerlo,
ver el alba en un campo desnudo,
el errabundo el círculo de amigos
y otras tantas pretéritas cuestiones.
Decidido a decir adiós a las nostalgias,
resuelto a ir de compras con las musas,
abandoné mis temores en la cama,
me he vestido con un último suspiro,
adornando de triángulos mi camisa,
y atrevido innovador de la paciencia
me puse a construir desde el alma,
sin nada, el futuro que me espera. |