Ya había escrito suficientes cosas para encubrir lo que de verdad pasaba por mí dentro, cuando se me ocurrió una nueva chorrada, que en cierto modo está relacionado con lo anterior.
Gran parte de lo que llamamos literatura son trampantojos de quienes se han ido psicoanalizando a sí mismos con sus escritos, por lo que podíamos concluir que está desarrollada por sujetos con aversión profunda al Freud de turno y no por artistas de la palabra y la imaginación. En conclusión: que el mundo se ha ido haciendo ni más ni menos por la costumbre de no abordar los asuntos directamente o por no gastarse el dinero en divanes ajenos o por mantenerse en sus trece sin ganas ni ocasión de abordar al vecino.