Era su primer día fuera de la prisión. Martín había cumplido su condena de 15 años en el penal de Concepción, sentenciado por un crimen que no había cometido. No lo esperaba nadie. Tomó el autobús y le pidió al chofer que lo alcanzara a la Ciudad.
No era capaz de matar ni a una mosca, pero en su declaración fue tan convincente que el jurado no dudó con su veredicto.
El cadáver de Sofía nunca apareció, Martín había confesado que lo arrojó al mar y los investigadores concluyeron que las fuertes corrientes marinas habían hecho desaparecer su cuerpo.
En los primeros tiempos recibía muchas visitas que se fueron espaciando hasta casi no tener noticias de nada en los últimos años de prisión.
Los recuerdos se le fueron diluyendo, y la plaza que hasta ayer guardaba su secreto le era desconocida. Fue en aquel banco en el que diseñó su plan y en donde contrató al sicario que se encargaría de ella.
Definieron simular un robo en la playa donde acostumbraba a realizar sus ejercicios matinales.
Algo había fallado y la víctima no había concurrido a la cita.
Radicada la denuncia por averiguación de paradero, los investigadores apuntaron a él como único sospechoso y abrumado por las culpas terminó por confesar su responsabilidad.
Sin embargo él sabía toda la verdad. Sofía había huido con su amante.
Todo quedó plasmado en una carta en la que su esposa que le pedía perdón. Necesitaba salir de un pasado oscuro que solo su muerte podía salvar.
La leyó por última vez en el mismo banco en que una vez sellaron su amor.
OTREBLA
Texto agregado el 20-11-2014, y leído por 183
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Lectores Opinan
20-11-2014
no tiene sentido, si la esposa le pedía perdón, por qué tratar de involucrarlo en un homicidio?
no se entiende quién contrata al sicario para simular el robo?
y cómo con una confesión se condena a una persona por homicidio sin otro indicio y sin cadáver?
no me gustó deimos