“Las emociones son mejores cuando se viven caóticamente en un lapsus”, esta es mi conclusión personal, hacen de la vida un cambio radical, una maduración abrupta originada en el sufrimiento benigno y maligno. Los cambios van y vienen en un abrir y cerrar de ojos fuera de la realidad y dentro del mundo, pero al mismo tiempo tan originada en la primera que produce un viraje de la verdad de forma abrupta hacia nuevos parajes que abren las puertas a mucho más que pensar, hacia nuevas formas de conciencia que, maduras o no, encarnan el espíritu del cambio griego: la stasis. ¿Qué es la stasis?, conflicto, eso es, los atenienses lo sabían más que nadie con sus guerras civiles entre opresores y oprimidos que abrían paso a caminos nuevos que cimentaban el camino a futuras stasis, a futuros nuevos conflictos, y he aquí la hermosura, ¡pues no me digan que el cambio no es bello pues la musa del cambio ha dado origen a lo mejor y a lo peor del ser humano!, ¡extremiza al ser humano y lo convierte en un ser radical abierto a las posibilidades de la materia y sus reinterpretaciones!. Y los atenienses con sus stasis dieron origen a uno de los mayores legados del ser humano: la democracia. ¡Ay de nosotros que seríamos sin la hermosa stasis!. ¡Extrapolémosla entonces!, ¡no la miremos desde afuera y desde la política de forma inerte solamente!, ¡hagámosla sentimental, emocional!, y no me confundan hermanos y hermanas, no quiero caer en la banalidad del caos adolescente hormonal, no me refiero a eso, me refiero a algo mucho más sublime: ¿por qué suprimir las propias emociones?, ¿queremos acaso ser monjes aspirando a la paz interior y el ascenso a un mundo superior?, ¡que me importa a mí la paz interior!, yo no quiero paz para mí, yo quiero guerra en mi interior, yo quiero que mi ira pelee contra mi alegría para aspirar a mi cambio, ¡que me importa a mí el ascenso a otros mundos!, dios no ha estado presente nunca aquí y poco me importa la palabra escrita de un ser que ha destruido tantas mentes bajo su espíritu teológico moralista. ¡Yo no hablo de ser adolescente!, ¡yo hablo de algo mejor!, ¡hablo de stasis!, no repriman su ira cuando en ella se duerman, siéntanla, ¡vívanla!, y luego a procesarla, que la reflexión de la ira de paso a lo que mañana necesitarás con orgullo para poder decir “he progresado”, de esta forma despedir a la ira, no apegarse a ella, pero utilizarla de la forma más soberbia para ser un ser más evolucionado que el que fuiste ayer, ¡y no te convenzas de discursos monásticos sobre la alegría porque tampoco vale la pena apegarse a la misma!, apegarse a la alegría es nuestra perdición, es nuestra alienación pues la alegría es tan buena como lo es la ira, después de todo, compañeros y compañeras, ambas son emociones, ¡experiencia entonces la alegría en la medida que esta te haga progresar!, luego olvídala… los demás están sumidos en el opio del bienestar, intentan ser felices constantemente, nunca lo lograrán, pero dejen que se convenzan de ello y que se regocijen de lo mismo porque cuando tu estés en la montaña de la soberbia mirarás hacia abajo, no porque tu hayas decidido mirar desde arriba, sino porque ellos han decidido no mirar incluso desde abajo, y los verás ahí regocijándose de ser felices pero tan inconscientes que te darán pena. ¡stasis compañeros y compañeras!, experiencia tus emociones en la medida que sea necesario, ¿pero que es la stasis sin un motor que la promueva?, nada, no es absolutamente nada porque las emociones siempre existen, pero la stasis solo a veces, aprovecha cuando la stasis venga, ¿pero cómo hacer que la stasis venga?, con amor vendrá la stasis porque es el amor la mayor fuente de stasis que existe, esa musa hermosa como una flor que acercándote a sus pechos te amenaza como una vagina dentata de las leyendas devorándote en el proceso, deja que te devore, deja que te haga sufrir y deja que las emociones se vuelvan locas en el proceso, porque cuando salgas de la locura te verás a ti mismo y habrás disfrutado y habrás sufrido, pero lo más importante, si supiste vivir la stasis, habrás progresado, siempre y cuando no mueras entre las piernas de aquél súcubo llamado amor. Recordad siempre: sin lógica y sin razón el humano pierde la luz de su existencia, pero sin emociones pierde la razón misma de su existencia, ¿y cuál es la razón del ser humano para existir?, intrínsecamente ninguna, ¡y es por eso que vivir emocionalmente es lo mejor porque así construirás tu sentido y no el que se te imponga!, y ante esto la lógica será tu cable a tierra para no perecer tu consciencia en aquellas nubes amenazantes y tormentosas, porque sin duda una advertencia: este estilo de vida puede llevarte a la muerte fácilmente, ¡no de ti mismo!, si no de ti, de tu espíritu, de consciencia en toda aquella banalidad que de poco sirve finalmente sino como motor principal del progreso.
Ríe, llora, goza, sufre y extasíate en el transcurso, y luego razona y madura, pero no pierdas el control, mantén siempre el control o la stasis te llevará a la perdición. Que la euforia sea tu motor y la razón sea tu móvil, lo demás es solo confusión y duda en un mundo de tinieblas que sin duda a todos nos asusta, todos tenemos miedo, y la valentía no consiste en no tenerlo sino en afrontarlo a pesar del mismo, ¡lánzate al vacío!, si mueres lo harás bien, si sobrevives serás mejor.
El espíritu griego de la stasis aguarda y no hay tiempo para esperar… a no ser que quieras permanecer sentado en el siniestro espíritu de la estabilidad eterna, ¿a quién le sirve ser estable sino a los tolerantes?, no necesitas ser tolerante a menos que quieras congelarte a ti, a tu espíritu y a tu ego en un témpano de hielo y seguridad para ser otro mecanismo más en el engranaje que tan cómodamente llamas sociedad, a mi no me ofrezcas veneno pues yo me enveneno solo, me enveneno de cambio y razón, de emociones y sentimientos y solo así soy lo que soy: aventurero, cambiante, buscador, razonador y más que nada humano.