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CAPITULO XI

-Todos de pie para recibir al honorable Juez.
Todo el mundo se levantó de sus asientos. Un pelón de unos cincuenta años entró al lugar. Cuando se hubo sentado todos los demás hicieron lo mismo, salvo el Fiscal y el abogado defensor.
-Orden en la sala –dijo el Juez golpeando con el mazo su escritorio-. Esta corte entra en sesión. Señor Fiscal…
-Gracias su señoría. Damas y caballeros del Jurado y de la sala, estoy aquí con el único propósito de demostrar la culpabilidad del acusado en los delitos de acoso y violación a menor incapaz. A si que, como primer punto, voy a llamar a…
El Fiscal estuvo observando la silla vacía al lado del abogado defensor.
-¿Dónde está el acusado?
-No pudo venir.
-¿Por qué? –preguntó el Juez.
-Tenía unos problemas de salud (específicamente nerviosos) causados por los hechos ocurridos en la sorbetería la semana pasada, su señoría.
-En ese caso –dijo el Fiscal-, termino mi turno su señoría.
-Gracias Fiscal. Bien abogado defensor, es su turno.
-Muchas gracias señoría. Hombres y mujeres presentes en el juicio, damas y caballeros del honorable jurado. Estoy aquí por una sola razón: Demostrar que esto no es más que un vil y estúpido circo, creado por el padre de la joven, quien odia y desprecia a mi cliente, el acusado. Y sin nada más que agregar, llamo a mi primer testigo: La madre de la “victima”.
Entró en la sala la madre de Karina. Vestía un vestido verde claro. Se sentó en el estrado.
-Señora –dijo el Juez-, ¿jura decir la verdad, y nada más que la verdad?
-Si juro.
-Abogado, prosiga.
-Gracias señoría. Señora, ¿usted es la madre de la joven, no?
-Si.
-¿Y usted sabía cual era la relación de mi cliente con su hija?
-Si.
-¿Cuál era esa relación?
-Eran novios-
-¡Ajá! –Exclamó el abogado-. ¿Lo ha oído su señoría? La “víctima” y mi cliente eran novios. Eso es suficiente para quitar el delito descoso y de violación.
-¡Objeción! –dijo el Fiscal. Su señoría, esa no es razón para quitar los delitos del imputado. Pueden ser novios, si, pero ella puede estar de novia obligada por el acusado, y eso es acoso.
-¿Puedo preguntarle algo a mi testigo señoría?
-Por supuesto.
-Gracias. Señora, ¿cómo ha sido el estado de ánimo de su hija desde que conoció a mi cliente?
La madre de Karina estuvo pensativa.
-Ha caído en varios estados de depresión y llanto.
-¡Ajá! –exclamó el Fiscal. El abogado defensor se sorprendió.
-¿Y se puede saber por qué?
-¿Por qué mi esposo no le permite ver a Fernando.
El abogado defensor suspiró de alivio.
-¿Lo ve señoría? Ya le desligué a mi cliente el delito de acoso.
-Puede que sí –dijo el Fiscal-, pero aún está el delito de violación.
-A si. Disculpe señora. ¿Su hija está embarazada?
-No.
El abogado defensor se encogió de hombros y miró al Fiscal.
-Ahí está tu prueba. Si la hubieran violado estaría embarazada.
-Eso no prueba nada.
-Sabes, creo que debes ampliar tu vocabulario. Te ayudaré, anota: Violación, se da cuando uno de ellos quiere y el otro no.
¿Entiendes? –dijo el abogado sonriendo.
-Escúchame –dijo el Fiscal levantándose-. Será mejor que cuides tus palabras conmigo idiota.
-¡Ay si, mira como tiemblo! –dijo el abogado moviendo las rodillas.
-¡Orden en la sala! –Gritó el Juez-. Abogado, ¿tiene algo más que agregar?
-No su señoría.
-¿Y usted Fiscal?
-Tampoco su señoría.
-En ese caso señores del jurado les pido que deliberen sobra la inocencia o culpabilidad del imputado.
Cinco minutos después uno de los miembros se levantó.
-Ya tenemos una decisión su señoría. Hallamos al acusado…
-¿Puedo decir algo su señoría? –preguntó el abogado defensor.
-No veo por qué no.
El abogado se acercó al jurado.
-Gracias. Honorables señores del jurado: Por favor piensen bien su decisión. No es solo mandar a ala cárcel a un hombre. Es quitarle a una mujer su mayor anhelo. Que el padre no está de acuerdo, si. Pero díganme que es más importante: hacer feliz a una mujer, o hacer feliz a un viejo amargado que ha difamado a un hombre inocente (¡mi cliente!). Pónganse en sus zapatos. No es culpa de él hacer feliz a una menor. Además, no es delito ser guapo. Piensen bien señores del jurado. Están a punto de alegarle el día a un pobre infeliz o alegrarle la vida entera a una inocente menor. Gracias
El abogado se dio la vuelta hacia el Fiscal. Muchos aplaudieron el conmovedor discurso. Cerró los ojos y cruzó los brazos. El jurado comenzó a deliberar nuevamente. Luego de unos minutos otro de los miembros se levantó.
-Su señoría, ya tenemos el nuevo y definitivo veredicto. Hemos hallado al imputado… ¡Inocente de todos por cargos por los cuales se le imputa!
El abogado defensor sonrió. Todos aplaudieron la decisión del jurado. Todos menos el padre de Karina.
-¡Objeción! –gritó-. ¡Esto no es justo! ¡Y ni crean que me iré de este lugar sin ver un veredicto a mi favor! ¿Qué no entienden la preocupación que siente un padre que tiene a una adolescente enamorada de un hombre mayor que ella?
-Bien… le daré un año de cárcel, ¿está bien?
-Si –dijo el Fiscal.
-¿Y usted abogado?
-Me parece justo.
-OK. En ese caso, ¡Termina la sesión! –dijo el Juez golpeando con el mazo su escritorio.

Texto agregado el 15-11-2014, y leído por 138 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-11-2014 Apuesto a que eso ocurrió en mi país.UN ABRAZO. GAFER
 
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