Una pequeña aldea en lo más remoto de un bosque conocido en un país desconocido. La armonía reinaba en ese lugar, bueno, aunque de unos años para acá la organización no es algo que impere en la diminuta población, para ser precisos dicho poblado estaba dividido en dos partes: los SERALEBIL y los SERODRAVESNOC; los primeros creían en la absoluta libertad y constantemente renovaban sus ideas; los otros preferían quedarse con la forma de pensar de hace años, la libertad no estaba en ninguno de sus diccionarios.
En la aldea existía un río llamado LAEDI, cada lado poseía su pequeña porción.
Cierto día llegó a la aldea el rumor el feroz amo del bosque, un dinosaurio de nombre ONREIBOG, quería sacar a la mala a los habitantes de la aldea para que un comerciante de otro bosque estableciese ahí un centro de distribución mercantil.

Ambos bandos comenzaron a idear planes, algunos muy estúpidos y tortuosos y otros brillantes pero muy complejos de realizar. Finalmente cada lado tomó una decisión y se acordó una reunión entre los SERALEBIL y los SERDRAVESNOC.

Los que favorecían la libertad plantaron dejar de trabajar indefinidamente mientras los de mente cerrada llegaron a las conclusiones de dejar todo como estaba y mejor buscar un nuevo hogar o ponerse al servicio del comerciante ya que, según ellos, les convenía más, económicamente hablando.
La asamblea se tornó color hormiga, se armó la de Dios es padre y la tolerancia y el respeto que hasta ese momento habían imperado en el lugar se extinguieron totalmente.
De entre la multitud surgió un niño, tendría apenas unos diez años.
-¡Oigan!-gritó el infante. Al hacer esto cesaron los golpes e insultos- yo propongo que intentemos juntar los dos pedazos del rio LAEDI, dicho rio pasa a un lado de la mal construida casa del ONREIBOG. Con la fuerza del caudal podremos tirar donde reside el poder del monstruo.
Por un momento un silencio sepulcral encapsuló el sitio, parece que habían llegado a un acuerdo pero, los SERDRAVESNOC acusaron al niño de falaz e incongruente; los pleitos siguieron hasta que de la nada el patrimonio de muchos quedó reducido a nada bajo el hechizo NOIS AIPOR PXE.

Le hubieran hecho caso al niño que se llamaba NOZAR.