PALOMAS MENSAJERAS

Cada vez que esa paloma regresaba a la pequeña ventana enrejada de su calabozo recibía de afuera un mensaje de esperanza y libertad. .
Su sola presencia renovaba en él la gastada ilusión de que algún día saldría de allí y comenzaría una nueva vida.
La abertura estaba contra el techo en un muro extremadamente ancho, de modo que apenas veía su inquieta cabeza asomándose desde ahí.
En esos curiosos ojitos jugaba a imaginar lo que ella había visto en ese día, seguramente mucho de lo que ya conocía, pero en vía de extinción en esa mente encerrada entre cuatro paredes desde hace tantos años… . .
Se había encariñado con ella, al punto de extrañarla y preocuparse cuando no volvía pronto. Por eso un día comenzó a arrojarle pedacitos de comida con el secreto propósito de tenerla siempre cerca y no caer en una desazón total. . Y tuvo su resultado; al poco tiempo trajo a su pareja que comenzaron a tejer un nido. De a poco lo vio crecer, ramita por ramita, las dos se alternaban en esa tarea que él seguía con permanente interés. Tal vez sin darse cuenta que una vez finalizado ocuparía todo ese espacio y taparía la poca luz de sol que le entraba…
La soledad en la penumbra del día perturba los sentidos y acerca los malos recuerdos. Así que en un momento se vio junto a su amada esposa construyendo aquella casa con la misma dedicación de las palomas, pero dejándola abruptamente sin terminar. También irrumpe en su mente la cadena perpetua que le dieron, entonces guarda las miguitas de pan para las hambrientas hormigas, y a ellas les lanza un zapato para que desaparezcan enseguida de su vista…