Había sido una noche algo fría, y apenas asomaba el sol temprano en la mañana. Donde sentado en la acera de una vieja casona, estaba él. De no más de un metro y medio de estatura, y con tan solo siete años, con su inocente rostro contemplando los primeros resplandores de un día inolvidable.
-¡Carlitos, venga a desayunar mijito!-, gritaba su abuela, desde la sala, de aquella añeja, pero estupenda casa. Mas él no prestaba mucha atención, dado a que estaba distraído, tratando de adivinar, lo que habrían traído en el pequeño camión que llegaba a donde la vecina, a tan tempranas horas.
Pero, Carlitos, era un soñador implacable, que se imaginaba ser el rey de la selva, corriendo de un lado para otro, disimulando matar con su pequeño cuchillo de mesa, supuestas bestias, cocodrilos y hasta leones, que encontraba debajo de la mesa o detrás del sofá, mientras gritaba hasta quedar afónico, al estilo de su héroe Tarzán. Pero nadie jamás, logro ser más feliz en su propia creación de mundo, que él.
Así, es como puedo explicarles, por qué carlitos puso tanto empeño en ese pequeño camión, en el cual solo podrían venir nuevas bestias que perseguir y cazar.
Definitivamente, esta era la selva que todo rey de su clase, desearía tener, pero era de él y solamente de él. Mas todo rey tiene su fracaso, y Carlitos no fue la excepción.
Él observaba, como cuatro hombres intentaban bajar una inmensa y rechoncha, cerda. Cuando entre las piernas se les coló, ese pequeñín, que no siendo más grande que un gato, se tiro del pequeño camión y se les escapo tan rápido como sus cortas patas le permitían, coincidencialmente en dirección hacia nuestro “héroe”.
Él, sin pensarlo mas, dio un brinco y salto hacia dentro de la casa, corriendo desesperado y lleno de terror, mientras gritaba repetidamente, -¡Un toncho, un toncho!-.
Corría y corría sin dirección alguna buscando un lugar donde refugiarse.
Pero, pasado un corto tiempo, no se escucharon mas sus gritos, y todos en la casa comenzaron a buscarle, pero la búsqueda se torno más intensa cuando los gritos provenían desde afuera en la calle, dado que los vecinos avisaban que en el segundo piso se encontraba, colgando de sus pequeñas manos entre los viejos barrotes de la ventana, la cual se había desprendido de su parte superior y de la cual colgaba.
Pero, gracias a que él no era un niño normal, dada su gran imaginación, aprovecho la súper fuerza de sus héroes de televisión favoritos, hasta sentir que alguien lo tomaba de los brazos y lo jalaba hacia arriba.
Una vez a salvo les contó a su abuela y sus tíos, lo ocurrido y lo que pensó mientras se sostenía de la vida en aquel instante. –ni que súper héroe ni que ocho cuartos, usted lo que esta es loco y tiene la cabeza llena de extrañas ideas- le expresaron los grandes; sin embargo para sí mismos profetizaron, que él seria un niño único e indescifrable, que de seguir así llegaría a ser grande, pero será que ¿alguna vez crecerá?...
Actualmente, Carlitos, esta un poco más alto, ya es todo un adulto, aun que se niega a aceptarlo, sin embargo aun conserva la misma inocente mirada, su sonrisa sincera, su miedo a los “tonchos”, y una imaginación que ha crecido colosalmente con los años, sus ideales de rebeldía y la conservación absoluta de un mundo del cual aun es rey; un mundo que para los ya ancianos de percepción, solo son viejos recuerdos de una historia aburrida.

4 de Febrero del 2003