El día de inicio de clases por fin había llegado, después de un largo mes de haber estado sentado viendo la televisión, y no porque no hubiera nada más que hacer, sino porque las circunstancias no permitían que una o que otra aventurilla apareciera. Aun con sueño se levantó de la cama ante los gritos desesperados del reloj que marcaba que ya era el inicio un rutinario día. Se sentó al borde de la cama y tomando como siempre ese rito de especificar por que seguía aquí, su vida no era un tormento pero la sensación de que aquella gracia llamada juventud, se olvidó de pasar por él, daba muchos motivos de solo quedarse quieto y cerrar los ojos y nunca despertar, entrar en un mundo donde todo es silencio y donde esos demonios llamados emociones no existen.
Andrés era callado, nunca mostro interés en algo o en alguien, bueno eso decía cuando llegaron a salir ese tipo de preguntas en las raras conversaciones que tuvo con sus compañeras, expectativas sobre él nunca hubo por parte de su familia o sus profesores, atlético no era, e intelectualmente se mantenía sobre el promedio, físicamente no era muy atractivo, y sus pláticas no se podían considera divertidas ni aburridas, en pocas palabras un término medio en todos los aspectos
Después de vestir el nuevo uniforme y tomar ese insípido desayuno que siempre le preparaba mama, Andrés salió a la oscura calle. El clima había estado tranquilo las últimas semanas, pero era mejor siempre cargar con el paraguas por esta época del año, lo que suponía un peso extra y un fastidio el tener que cuidarlo de que sus compañeros no lo tomaran para sus juegos, pero era principio de año y de aquellos chichos molestos que se metían con él, quizá no aparezcan o si lo hacen estarán separados de su habitar normal y actuaran tal como él, un pollito que no sabe a quién seguir.
El llegar temprano no te da buenas notas, pero esa incomodidad de estar en casa hacia que ese breve instante en el que se trasladaba, despertara en el todos aquellos locos sueños que no mencionaría o escribiría aun si fuera en un idioma ajeno a todo el mundo.
A veces era un gallardo general, en otras un roba corazones, podía tener una relación prohibida con una mujer mayor y en otras era todo un asalta cunas, sin embargo las fantasías al final solo son fantasías y al llegar al portón de su nueva escuela como otras veces se desvanecían y tenía que entrar en otra jaula de la dura realidad
La mañana era fría y como una bendición la entrada estaba abierta así que los nuevos alumnos así como aquellos ya avanzados que estaban ansiosos por empezar las clases no tuvieron que sufrir el aire frio del exterior pues se podía acceder al primer edificio. Al entrar se podía apreciar un poco de la estructura de la escuela; un amplio patio con bancas y jardineras para que los alumnos disfrutaran sus descansos u horas libres, al frente el primer edificio que constituía principalmente las oficinas y el punto clave para vigilar el comportamiento de todos.
Algunos grupos se encontraban platicando en las jardineras, posiblemente compañeros de la misma escuela o personas que habían simpatizado y que comenzaron a compartir experiencias o rumores de la escuela y profesores que habían oído de compañeros o familiares.
Andrés se sentó en una banca cerca de un gran árbol que en épocas de calor protegía con su sombra del abrasador sol. Miro a su alrededor, al parecer en búsqueda de viejas caras conocidas, aunque distinguió algunas no se movió a saludarlas, solo se limitó a ver de reojo lo que hacían o con quien estaban. Sin percatarse alguien se sentó a su lado y le dio los buenos días, sin nada de sorpresa solo contesto, en ese momento ni siquiera se interesó en voltear y ver a su acompañante pues en su mente regreso la imagen de ese sueño que tenía al venir.
Sumergido en sus sueños, sin pensarlo volteo hacia donde su acompañante, y como si hubiera recibido un fuerte descarga eléctrica, volvió a la realidad. No podía entender por qué su cuerpo reacciono así; a su lado la niña más linda que había visto estaba sentada. Pelo largo de color negro, lacio y con un aroma suave a fresas, piel blanca, ojos marrones con un brillo tan peculiar que de solo verlos pareciera que estaban llenos de felicidad, labios perfectos que siempre formaban una sonrisa que no tan fácilmente se podría olvidar, cuerpo delgado con pequeñas pero bien formadas curvas.
-Que idiota – pensó
Y como no si todo este tiempo una belleza estaba a su lado y él ni siquiera se había dado cuenta. Estuvo a punto de abrir la boca para intentar platicar con ella, pero una sensación que solo pudo describir como nervios lo detuvo y cuando por fin pudo controlase, la hermosa joven se levantó mostrando en todo su esplendor su figura. En su rostro se dibujó uno de los más lindos recuerdos que tendría grabados durante su estancia. En fin la chica corrió hacia un grupo de amigos.
De su mente no podía sacar la imagen tan agradable que vio en la mañana, por lo que de su ceremonia de entrada no escucho indicación alguna o hacia las cosas sin saber cómo. Sentado en lo que sería su pupitre en lo que resta del año miro por la ventana y suspiro
-Lo más seguro es que sea de segundo grado- dijo en voz baja, resignándose a que aunque la posibilidad de cruzar palabra alguna con ello no pasaría de ahí y el hecho de que hubiera podido conversar con ella sería un verdadero milagro en su vida
El profesor en turno entro salón y como en toda escuela inicio con la tan acostumbrada presentación. Todos comenzaron a dar su nombre y por petición del profesor y unos entusiastas compañeros los gustos y habilidades de cada uno. Era su turno había dado ya su nombre cuando la imagen de la chica que vio en la mañana cruzo la puerta, acompañada por otra persona
-Disculpe la interrupción, es solo que había un mal entendido con los papeles de la señorita-
-¡Elizabeth!- dijo con alegría una compañera que estaba aún lado de él, mientras que la chica respondió agitando su mano y una vez tomado asiento el profesor se dirigió a Andrés
-Bien joven Andrés prosiga con su presentación, díganos que es lo que le gusta –
-Me gusta Elizabeth-
Las risas no se hicieron esperar, pero ya no había forma de remediar lo que había dicho; pero es así como la tan esperada aventura que buscaba, estaba por iniciar
|