De ese fuego húmedo
que emerge de los cuellos
de la mano inquieta,
de las partes siguientes,
que asfixian los gemidos
pequeños pujos letales
brotará la flor…
De ese par de animales
que se duelen
que se impregnan de olores
que se espesan en la yema de los dedos
y harán cicatriz en los vientres
emergerá de la tierra el árbol tierno
infante, ingenuo y níveo
a la sombra de una noche profana
que se acorta con los golpes
y la batalla de los cuerpos
de ahí saldrá simiente
indolora, incandescente
la sonrisa eterna
la semilla…
Texto agregado el 11-11-2014, y leído por 134
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
12-11-2014
Así como nació este poema , vivo, latente y hermoso.Me encantó.UN ABRAZO. gafer
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