Hubo una vez una historia como solo una podría haber,
La cruel fábula del joven príncipe que había sido convertido en un obligado anfibio, por los celos enfermizos de su concubina; una hechicera que con extraños conjuros aumento su desgracia convirtiendo a todas las mujeres de aquel reino en bichos, que él joven príncipe, ahora como sapo, se vio obligado a devorar para sobrevivir.
Así paso un tiempo, hasta que él mismo decidio irse a vivir al pantano, donde abundaban los charcos y los insectos, pero donde también estaría lejos de cualquier posibilidad de encontrar a una dama que rompiera su hechizo. Con tan fea apariencia y su ego desgarrado, no existía para él otro destino.
Tantos años habían pasado desde entonces, que ya era conocido como el anciano y sabio sapo del pantano. Al cual tanto animales como caminantes, recurrían a escucharle sus consejos que relataba como cuentos.
Hasta un día, en que estos rumores llegaron a oídos de una joven princesa del reino vecino. Eran tantas y tantas las historias que de él contaban, que se vio impulsada a conocerlo. Decidida a esto, se camuflo con algunos viejos trajes y salió del castillo sin ser vista, dirigiéndose al pantano, donde se encontró con una pequeña reunión de animales que rodeaban a un anciano sapo, que les relataba el ultimo de sus cuentos.
Ella, se acomoda entre ellos, mientras escuchaba y observaba con asombro los curiosos saltos y movimientos, que este anciano usaba, al relataba sus historias con tan joven entusiasmo.

Así siguieron los días, en aquel pantano, mientras sapo contaba historias, la princesa se escapaba para escucharlo.
Sapo noto su presencia, y en el fondo de su corazón de príncipe, algo comenzaba a latir con esperanzas; pero ya era un sapo anciano, y eso le amargaba en silencio sus esperanzas con ella.
Así que resuelto a perder su ultima y única oportunidad o a ganar su humanidad, le propuso a la princesa que le contaría su propia historia solo a ella. Tal fue el sentimiento que uso al contársela, que estremeció a la joven princesa, la cual llena de melancolía, se le acerco diciéndole, - Eres como una antigua copa de cristal tallado, llena de vino añejo. Solo muy pocos son capaces de apreciar su verdadero valor-.
Él sin poner mucha atención a sus palabras, bajo los ojos en señal de rendición. Mas ella le toma entre sus pequeñas manos y lo besa con tanta sinceridad, que de inmediato el hechizo comienza a romperse, y aquel viejo sapo ahora era un príncipe que para entonces ya superaba al doble en edad a la de ella.
Su mirada se torno triste y lejana, mientras ella en cambio le miraba sorprendida y alegre. Más, él sabido en experiencia, sobre la imposibilidad, de que ella pudiera de igual manera corresponderle su amor, se le acerca y le da un fuerte abrazo, mientras le menciona que estaba muy agradecido de haberla conocido, que jamás la olvidaría, y que ella viviría para siempre en sus recuerdos.
Y así, relatan los viejos cuenteros, que él deja para siempre una huella en aquella historia.

2 de Febrero del 2003