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En un frió bosque, entre las verdes montañas y gigantes pinos, nacía en medio de ellos un muy pequeño arbolito de pino, conforme pasaba el tiempo se esforzaba por crecer tan rápido como sus hermanos, pero mientras sus hermanos crecían hasta hacerse inmensos árboles, al pequeño lo único que le crecían eran las ramas, y sin que ello fuera lo suficientemente humillante, creía serle un estorbo a los leñadores los cuales por lastima no lo arrancaban, además pocos animales se prestaban para habitar en el, y durante las noches apenas y alcanzaba a percibir la luz de la luna que tanto soñaba con algún día ver.
Poco a poco, fue perdiendo la confianza en sí mismo, su sueño de conocer la luna y sentir en su copa el hermoso trinar de los pajarillos que de lejos percibía. Fue así como se apego a la idea de dejarse morir, mas pronto llegaría el invierno y en esas condiciones no sobreviviría.
Un día, un anciano leñador venia acompañado de su único pequeño hijo, que con apenas 5 años, ya había sufrido la pena de una extraña enfermedad que lo había lisiado de un pie, aun que con mucha dificultad trataba de ir al mismo paso de su padre, su tosca muleta no le era de mucha ayuda en tan empinado terreno, además de enredársele frecuentemente el pie con las malas hierbas y piedras del camino, las cuales su padre le ayudaba a quitar y sin importarle mucho que tuviera que devolverse lo ya avanzado en el camino, pues amaba mucho a su hijo, tanto, que aun sin el consentimiento de su esposa, y a pesar de su invalides, se le ocurrió traerle al bosque que tanto le veía admirar desde la ventana de su casa. Así fue como pasaron junto al pequeño arbolito, donde el ya cansado niño se aferró a sus ramas, y le pidió a su padre que descasasen un poco, a lo que su padre accedió, además de parecerle un buen lugar para comenzar su tarea como leñador. El pequeño se recostó al arbolito para descansar, y con mucha curiosidad empezó a notar que ese era el único pequeño arbolito de todo aquel rededor, entonces le pregunto a su padre porque si todos aquellos eran tan grandes, este era el único pequeñito, mas su padre de una forma muy sencilla y sincera, le contesta, que ya hace muchos años que aquel pequeñín también sufrió de una extraña enfermedad que no le permitió crecer, pero que ha sido lo suficientemente fuerte hasta ahora, para sobrevivir, tanto que nosotros los leñadores le admiramos por ello.
Le pareció tan fantástica la corta historia, que por respeto a el, se levanto como pudo y lo abrazo, al mismo tiempo que le sonreía y le profetizaba que serian amigos por siempre. El pequeño arbolito, también escucho la historia, y sintió a través de sus hojas la sinceridad con que el niño le abrazaba y le protegía, con lo cual emprendió una creencia en si mismo de aquella historia, además tenia un nuevo amigo, que lo comprendía y amaba.
Así pasaban los días, y el leñador junto a su pequeño hijo, venían regularmente al bosque, uno a buscar leña y el otro a visitar a su silencioso y robusto amigo, que cada vez venían con mas frecuencia, debido a que se acercaba el invierno y necesitarían mucha madera, al mismo tiempo que notaba el viejo leñador, que estas caminatas empezaban a reforzar la fuerza interior de ambos, esos sentimientos guardados entre padre e hijo, favorecidos por aquel pequeño arbolito, con el cual su hijo había entablado tan grande amistad.
Por fin llegaba el invierno, y con él, la nieve y el intenso frió, por lo cual el leñador y su hijo dejaron de frecuentar el bosque, lo cual extraño mucho al arbolito que esperaba con ansias volver a ver a su pequeño amigo, sin embargo los días pasaban y el invierno se recrudecía, mas sus fuerzas de vida, estaban muy bien aferradas a sus nuevos ideales, sueños y amigos.
Se acercaba la navidad, y con ella la necesidad de un árbol de navidad, así que los habitantes del pueblo, iniciaron una reunión para escoger a los leñadores que este año traerían el tan solicitado árbol, fueron invitados todos los leñadores que algunos incluso asistieron con sus hijos, después de unas horas ya sé había escogido el lugar donde seria colocado, pero aun no se llegaba a un acuerdo de cual árbol convenía cortar, y en medio de tal desacuerdo, un pequeño de tan solo 5 años, con una muleta entre sus brazos, proponía a gritos la mejor y mas sincera de las ideas, -!Por que no desenterramos al pequeño arbolito y lo traemos aquí, al centro del pueblo, donde hace mucho tiempo el se merecía estar¡-.
En medio de aquella reunión parecía haber un eterno silencio, donde los mayores parecían meditar la idea, cuando de nuevo son interrumpidos por aquel pequeñín, que apoyado por su padre, les menciona que él al igual que el pequeño arbolito, han pasado por muchas dificultades en el transcurso de su existencia, que han sido rechazados por ser diferentes, que se les ha olvidado que ellos también sienten y merecen vivir.
Esto conmociona al resto de los leñadores, que en viva voz gritan, mientras cargan al pequeño niño entre sus hombros, “!Hagámosle un milagro al pequeño olvidado¡”, y así armados de picos y palas, se dirigieron a la búsqueda del arbolito de navidad.
Pasaron pocas horas, cuando ya se les veía regresar a los siete hombres y al niño de muletas, cargando en hombros al pequeño árbol, el cual fue colocado cuidadosamente en medio del pueblo, y se le atendía como a todo un rey, con agua fresca del pozo y tierra recién abonada.
Mientras el pequeño arbolito, se le pasaba el susto de haber sido trasladado a un lugar para el desconocido, su pequeño amigo, le consolaba y cuidaba para que se sintiera a gusto en medio de aquel terreno que seria su nuevo hogar.
Fue entonces, cuando por fin llego el día de la navidad, y todo el pueblo colaboro con adornos, guirnaldas y flores, con los cuales embellecer el arbolito de navidad, fueron colocados también los regalos, ya casi llegada la noche, todos celebraban y cantaban al rededor del arbolito, expresando sus más lindos sentimientos de amor y paz. Así, uno a uno, de los habitantes del pueblo le mostraban al arbolito que tanto gusto tenían de que los acompañara en tan hermosa fecha, mientras se despedían para irse a sus casas a esperara la llegada de la navidad, los últimos en despedirse fueron el viejo leñador y su pequeño hijo, que no dudo en abrazar a su navideño amigo.
Esto le fue tan atrayente, al pequeño arbolito, que le rogó a su creador, que si en verdad existían los milagros le permitiera uno solito, con el cual recompensar todo esa confianza y cariño que todos los habitantes de aquel pueblo le habían regalado.
Fue así como a la mañana siguiente, los primeros al levantarse para recoger sus regalos quedaron inmensamente asombrados con lo que había sucedido con el pequeño árbol, tanto que con sus gritos de asombro levantaron a todo el pueblo, que terminaron reuniéndose alrededor del que fuera hasta ayer un pequeño arbolito.
Rápidamente, fueron a buscar al pequeño de 5 años, para que el mismo explicara lo que podría haber pasado, mas este al ver lo sucedido, corrió a abrazar el inmenso tronco de un árbol 8 veces más grande de lo que ayer había sido, y en el cual aun colgaba de su copa todos los adornos, flores y guirnaldas, que le habían colocado, pero no parecía haber sido el único milagro, pues el pequeño hijo del viejo leñador, había corrido hacia su amigo olvidándose de sus muletas, que había abandonado a un lado al observar a su gigante amigo.
Aunque, nadie se explicaba lo sucedido, cuando el viejo leñador toma la palabra y empieza a mencionar que esta navidad había traído regalos del cielo, gracias a los buenos sentimientos, ganas, motivación, amor y respeto que todos habíamos sembrado en el corazón del creador.
Desde entonces, mucho se ha contado de las cosas maravillosas que pasan en un lejano pueblo de leñadores, donde en medio de este, existe un gigante árbol de pino que guarda con recelo entre sus viejos anillos, las más milenarias y sorprendentes historias jamás contadas, que demostrarían a los incrédulos como los verdaderos sentimientos hacen milagros.

Octubre 2 del 2003

Texto agregado el 31-08-2004, y leído por 1804 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-03-2007 Es cierto, cuando los sentimientos son sinceros pueden ocurrir verdaderos e inexplicables milagros; de hecho todos los milagros son inexplicables. gatubela40
 
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