Lo recibieron en casa, le dieron ropas, calor, comida y lo más importante lo trataron como a un ser humano, pero extrañaba las calles y sus parques, sus noches de no dormir, tal vez en una banca y el calentar su cuerpo al fuego de un basural o con unos periódicos que se los llevaba el viento, su alcohol barato que lo hacía feliz, eso extrañaba mas, sus amigos con los que se reunía para calentar su cuerpo en una hoguera improvisada y las búsquedas de comida en los tachos de basura.
Busco y busco en aquella casa sin saber lo que buscaba, un día encontró una pistola y se enamoro de ella, no dudo en disparar y matar a los dos niños, luego a los padres y finalmente al abuelo que yacía en cama al lado de su máquina respiradora. Salió a la calle, era una noche sin luna y camino y camino por sus parques, vio a sus amigos, brindo con ellos unos tragos de alcohol barato, calentó su cuerpo en una hoguera y luego fue a una banca a dormir con el periódico de hacia una semana y agradeció a la vida, si, estaba finalmente en casa después de tiempo, era un ave sin jaula, había recuperado su libertad.