Día uno:
Recibo un mensaje tuyo... Eres más amigable que el resto de la gente.

Día dos:
Otro mensaje, empiezas a hacerme reír, tienes detalles conmigo, preguntas cómo estoy. Te pregunto lo mismo, empieza a importarme.

Día tres:
Preguntas cosas que seguramente puedan ser respondidas por alguien mas, pero no importa, gusto de platicar contigo por las noches. No dejo de pensarte.

Día diez:
Preguntas cosas que sólo yo puedo responder, estas allanando el terreno en busca de respuestas que te indiquen si lo mío es sólo cortesía... O hay correspondencia. Imagino tu boca, el calor de tu abrazo.

Día quince:
Respondo aún a esas preguntas que no has planteado y te cuento que te he soñado en mas de una ocasión en los últimos días. Sonríes, lo sé. Ambos lo sabemos. Imaginas a qué sabe mi sonrisa, la cual por cierto provocas a menudo.

Día veinte:
Me has soñado también, contamos cosas y sonreímos como inocentes, hay algo de por medio. No importa, cuando uno quiere encuentra los medios... Cuando no, las excusas. Nos estamos atreviendo producto del arrojo, nos vamos deteniendo, producto del miedo.

Día veintiocho:
Las preguntas más directas aún, requieren respuestas concretas... Pero das vueltas en derredor de lo que ambos sabemos queremos que pase. Tomó la iniciativa esperando no equivocarme, de nuevo. Ambos estamos de acuerdo en iniciar todo esto, con todo y sus consecuencias e implicaciones.

Día x:
En realidad he perdido la cuenta de los días, empezamos a vernos, a frecuentar esos sitios reservados sólo para los dos. Llegas a casa, hay miedo y reserva, tiemblas como yo, decido abrazarte para que lo sepas... Te he estado esperando. Inicia una nueva cuenta.

Mes uno:
Todo es alegría, debemos cuidarnos. Te escribo o me escribes a cada instante, no hace falta la noche o el encuentro para platicar mil cosas, disfruto cuando estamos. Eres esa motivación que me hace arreglarme un poco mas a detalle todos los días. Duermo sólo para soñar contigo.

Mes tres:
Hay un reclamo, pero no importa. Podemos con ello. Sé que podemos con eso y más, no pasa nada. Seguimos adelante como que no ha ocurrido nada, a lo que sigue que aún nos falta tiempo. Debemos ser felices. Olvidamos pronto las consecuencias. No importan los problemas, ¿cierto?

Mes cinco:
Tuve un arranque de celos... Te vi, sabias te miraba y aún así permitiste que ocurriera, un descuido tuyo o una exageración mía. Aclaramos las cosas, perdonas mi enfado, perdono tu distracción no intencionada. Seguimos creyendo que todo es posible.

Mes ocho:
Te molestan cosas que antes te gustaban de mi, cada vez hay más detalles que me enojan. Seguimos en lo dicho, no entiendes mis reclamos, no entiendo tus excusas. Veo claramente lo tendencioso de todo esto, te lo digo pero lo niegas... Has llorado los últimos meses, he estado más molesto que de costumbre. Intuyo qué hay alguien más pero lo sigues negando, no es nada, sólo somos amigos me dices. Me quedo con el nudo en el estómago de sentir que mientes.

Mes nueve:
De pronto las cosas han cambiado radicalmente, no respondes mis mensajes y los pretextos empiezan a estar presentes. Cada vez te molestan más mis comentarios, cada vez me lastiman más tus excusas. No has venido a casa, he dormido solo, sólo para dejar de pensarte.

Mes x:
Todo ha terminado... Era cierto todo lo que pensaba, estaba alguien más ahí, esperando a que lo nuestro terminara. Has decidido adelantarte y decirme que no eres lo mejor para mi. Me propones quedar como amigos, ¡vaya tontería! No puedo ser tu amigo, ¿no es obvio? ¡Es ofrecer abrigo a quien muere de sed! Quieres que hagamos como si nada hubiese ocurrido, pero debemos seguirnos viendo por cuestiones de trabajo... Tendré que soportarlo, pero... ¿Por cuanto tiempo? Vienen las preguntas vitales y las respuestas esquivas. No quiero parecer un necio enfermo, debo dejarte partir, si en el fondo siempre supe que terminaría acaso demasiado pronto, pero no así...

Día 1:
Les he visto juntos, lo has permitido aún a sabiendas de lo que pueda implicarme. Debo pretender que no pasa nada...

Día 2:
Sigues manteniendo tu versión de que no pasó nada, los hechos no son suficiente evidencia para que admitas las cosas, el cómo ni por qué sé de todo. Sólo veo el resultado, y duele.

Día 3:
Mis mensajes son cada vez menos a falta de respuesta, pretextas mil y un cosas para no atender a mis llamadas... Me estoy volviendo un ser indeseable. No puedo o no se cambiar de página, ¿a quién engaño? Acaso aún no quiero...

Día 11:
Entiendo, entiendo. Pero no quiero entender, quiero que las cosas cambien, que todo vuelva a ser como antes, o incluso mejor... Entonces no he entendido nada, ¡maldición! Aún y con todo, estúpidamente albergo esperanzas. Soy un idiota, lo sé.

Día X:
No puedo seguir con todo esto, me estoy haciendo mucho daño. Tu sigues con tu vida y esa persona, y verles me resulta doloroso sobremanera, me rebasa esta sensación de abandono y martirio voluntario...

Debo asumir las consecuencias, saber que todo es parte de un ciclo y cambiar de página o tomo, salir de este auto encierro y de esta dinámica estancada en el fango viscoso de la auto compasión lastimera.

Dudo que se pueda pero no quiero que me mandes mensajes como el de ayer donde me dices que sientes ganas de abrazarme nuevamente, que te dio ternura el verme sentado, no quiero que me des mas regalos cuando piensas no te miro y los dejes entre mis cosas, sólo para verte al otro día entre sus brazos y ver las fotos de su felicidad juntos...

Es todo, demasiado para mi... ¿Y si mejor te hago a un lado y sigo con mi vida ya que tú has hecho lo propio? Termino con una pregunta que es más para mi que para ti, y no precisa respuesta alguna de tu parte, es sólo una cortesía a modo de iniciativa...

¿Nos olvidamos?

FIN.