LA NOCHE DE HALLOWEEN
Desde hacia muchos años cuando llegaba esta fecha toda aquella comunidad se preparaba para festejarla por todo lo alto, era para ellos la fiesta mas importante del año y desde que acababa el verano contaban los días que faltaban para su celebración y la verdad es que tenían poderosas razones para desear que llegara.
Absolutamente todos y desde muchas semanas antes se esforzaban en pensar y preparar después, los disfraces mas terroríficos que pudieran luego sorprender y espantar a sus vecinos.
Pero como ocurría año tras años, y probablemente también este, seria la familia Gonzalez-Albecoa la que daría el golpe con los realistas y espeluznantes atuendos que hacían y con los que siempre conseguían asustar tanto a mayores como a pequeños.
La familia llevaban viviendo allí desde hacia unos treinta años, aunque no todos al principio, la primera en llegar fue la abuela Marta que estuvo bastantes años sola, hasta que una tarde y por sorpresa llegaron después de un accidentado viaje, su hija, su marido y los dos hijos pequeños de ambos, todos fueron muy bien acogidos por la abuela a pesar de lo repentino de su llegada, había suficiente espacio para todos y pudieron acoplarse sin estrecheces y aun quedo sitio por si algún otro pariente decidía venir en el futuro.
Y como todos los años, la familia, las dos mujeres principalmente llevaban ya muchos días afanadas en hacer los disfraces que utilizarían en la fiesta comunal. Este año se había esforzado aun más si cabe y estaban seguras que cuando les vieran, todos pasarían mucho miedo, pero miedo de verdad, habían preparado unos ropajes ocurrentes y sobre todo muy realistas.
Cuando las 12H de la tan anhelada noche llegaron la mayoría de los vecinos se acercaron a la parcela B-42, donde vivían los Gonzalez-Albecoa, esperando nerviosos su salida, sentían una mezcla de curiosidad y de morbo, curiosidad por ver como serian este año sus disfraces y morbo porque estaban seguros que no podrían evitar verdadero espanto cuando les vieran aparecer. Y si los adultos estaban nerviosos, los más pequeños no salían de entre las piernas de sus mayores buscando protección.
Y al fin llego el momento, primero salio el matrimonio, él iba vestido de mecánico de coches con un mono azul, lleno de grandes manchas de de aceite y una caja de herramientas en una de las manos y ella vestida de camarera de cafetería con su cofia y delantal y llevando una bandeja con tazas de café, ambos estaban esplendidos y produjeron un verdadera sensacion de angustia entre sus vecinos, que se hizo muy difícil de soportar cuando salieron los dos niños que llevaban unos perfectos y completos uniformes de colegio en el que no les faltaba ni la mochila con libros.
El pavor parecía mascarse en el ambiente y aun les faltaba el plato fuerte, la abuela, que cuando apareció, ataviada de vigilante de parquímetros, con una libreta bajo el brazo y su correspondiente gorrilla, momento en que se produjeron verdaderos alaridos de terror entre todos los espectadores.
Parecían tan reales y tan vivos, con sus caras sonrosadas y el pelo tan lustroso que si los espectadores hubieran podido, habrían gritado horrorizados, cosa imposible pues el que mas y el que menos llevaba ya muchos años muerto y no tenia ni garganta, ni cuello, ni nada con que gritar, lo mas que pudieron hacer fue entrechocar sus pelados huesos al temblar.
La difunta familia Gonzalez-Albecoa, una vez mas había sido la que mejor se disfrazo de vivos/vivientes como era la tradición del día de Halloween en aquel viejo cementerio.
Fernando Mateo
Octubre 2014
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