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A mi amigo escritor Raymundo Estevez Morelos - Yar
Con la admiración de quien lee a quien escribe

"Mientras más atrás puedas ver más adelante podrás observar".
Winston Churchill




Prólogo
¿Quien es John Galt?...
La Rebelión de Atlas
Aynd Rand


Para aquellos afortunados que leyeron la obra de Aynd Rand, les adelanto que he decidido "robarle" el nombre de su personaje más inspirador. John Galt.
Sea este mi pequeño tributo al valor del individuo emprendedor e ingenioso que produce más de lo que consume, a la confianza en su propia capacidad, en el esfuerzo, la tenacidad, y fundamentalmente en la libertad de elegir su propio camino, conservando como propios los beneficios y derechos sobre lo que el mismo ha creado.
Un individuo emprendedor lo puede todo.


Capítulo 1

Desde niño su mente jugaba con imposibles, las fronteras de su imaginación simplemente no existían.
John Galt había abrazado a la ciencia y en particular a la física con el mismo amor con que un músico ama la música y especialmente a su instrumento favorito. Conocía todas las formulas y ecuaciones y sentía que era su obligación someterlas a las pruebas más radicales, no obstante la variable que más le fascinaba era el tiempo. Creía firmemente que el tiempo era una línea transversal que cruzaba la historia en forma implacable. No había forma de detenerla, y mucho menos revertirla.
Ese límite lo enloquecía.
Siendo "v"= velocidad, "e"= distancia, y "t" = tiempo. De v=e/t se obtiene que t=e/v… entonces mientras “e” sea cada vez más pequeña y “v” cercana a la velocidad de la luz el tiempo tendería a 0, pero, ¿si “e” llegara a ser negativa, el tiempo también lo sería?
Con el pasar del tiempo y el avance de sus estudios, la respuesta teórica se la proporcionó la física cuántica en particular la teoría de las cuerdas. Entendió que los planos temporales se producen en dimensiones continuas pero curvas, en donde la línea recta sobre un plano "curvado" entre dos puntos no es la distancia más corta. Aparecieron “atajos” temporales que permitían saltar literalmente hacia atrás en el tiempo. La teoría lo sustentaba.
A los veintidós años John Galt ya sabía que haría, construiría una máquina del tiempo aunque le llevara el resto de su vida.

Capítulo 2

El Hombre tenía muchísimas inquietudes, su mente formulaba preguntas a un ritmo demencial y no se detenía hasta obtener las respuestas. La larga lista de interrogantes se acomodaban en estricto orden de prioridades.
Después de varios años y múltiples contratiempos el sillón del tiempo (así lo llamaba) estaba listo. Contrario a lo que imaginara inicialmente, el diseño final había quedado más simple y eficiente.
John sabia de sus limitaciones, su aparato no viajaba en el espacio, tenía que "anclarlo" sobre un punto fijo en el planeta. Además solo podía trasladarlo en el tiempo a un pasado existente, y devolverlo luego al mismo punto de partida.
El futuro todavía le estaba vedado. Sus ecuaciones simplemente se desintegraban en números complejos e imaginarios que generaban infinitos valores para un tiempo fijo en la historia aún no escrita. Su máquina solo podía hacer retroceder el tiempo, pero con eso le alcanzaría.
Satisfecho desempolvó confiado su mayor anhelo y curiosidad. ¿Donde y cuando comenzó la inteligencia humana?.


Capítulo 3

Espacio y Tiempo.
John dispuso un gigantesco plano de África y marcó cuidadosamente todos los hallazgos antropológicos documentados. Rápidamente descartó a Lucy, un homínido que vivió hace 3,2 millones de años en la zona de la actual Etiopia, ella no era más que un mono que caminaba en dos pies. También descarto a esos simios que aprendieron a cazar o golpear con piedras o palos... había pájaros y mamíferos que también cazaban o utilizaban herramientas.
Rechazo todas las categorías clásicas de Australopithecus, Habilis, Sapiens. etc.
El buscaba el inicio de la inteligencia creativa, ese ser que genéticamente tuviera el idéntico tipo de ADN que el mismo poseía. Buscaba a su primer antepasado.
Febrilmente unía puntos con líneas ordenados por el paso del tiempo. Parecía la obra de un investigador policial buscando a un elusivo criminal serial. Las líneas se cruzaban, pero la mayoría desaparecía, fechas determinadas por Carbono14 y los lugares de hallazgos. Los hallazgos no solo mostraban el ADN y la evolución antropológica, sino que en los alrededores se encontraban objetos o muestras de la capacidad creadora del ser, muestras de su inteligencia.
Todas las líneas de inteligencia retrocedían a un mismo punto.
Finalmente coincidió con los antropólogos que sustentaban el paradigma de la "Eva Mitocondrial". Un ser teórico que habría vivido en el margen del rio Malagarzi en Tanzania hace unos ciento cuarenta mil años.
Eva Mitocondrial no era una persona. Eva Mitocondrial era una anomalía. También se describía a un hipotético "Adán Cromosomático-y"
pero sobre este existía aun menos documentación y algunos científicos lo ubicaban milenios después que a Eva.
Antes de "ella" los hallazgos describían a primates evolucionados sin capacidad creativa y ADN similares hasta en un 99% con el del hombre, pero, luego de "ella" aparecía... el ser Humano.
"Ella" era un instante de inflexión positiva en la línea temporal de la evolución de la inteligencia en el planeta. El problema era que ese "instante" tenía un margen de error de más de mil años y un área probable de más de trescientos kilómetros cuadrados.


Capítulo 4

La espantosa carretera que une a Kigoma, sobre el lago Tanganika y su destino final Lugufu fue por horas su única preocupación. John Galt, con veintiocho años de edad, no tenia familia. No dejaba a nadie atrás. El traqueteo de su Land Rover le hacía temer por su delicado equipo.
Al llegar a Lugufu se encaminó rumbo sur por senderos impenetrables buscando el rio Malagarzi. Dos días después, en la soledad más absoluta, comenzó a armar su sillón en un claro de la selva a la vista del rio.
La noche previa, luego de una cena frugal, se despidió del mundo tal como lo conocía y mirando las estrellas se durmió.
Con los primeros rayos de sol su mente practica se puso en funcionamiento.
Repasó su equipo. Armas, alimentos, medicamentos, cámaras y todo un conjunto de herramientas que le permitirían sobrevivir en un mundo hostil. Ubicó todo firmemente atado en el respaldo de su sillón y finalmente se sentó.
Encendió la pequeña batería nuclear y el panel en sus apoyabrazos cobró vida. Fijó el tiempo en -140.000 años y tomando aire apretó el botón.


Capítulo 5

El agua lo ahogaba.
En un instante estaba mirando su Land Rover a metros de su sillón y en el siguiente estaba en la oscuridad más profunda sumergido en agua.
Miró hacia arriba y vio claridad, pero también notó aterrado que el sillón se hundía lentamente en una profundidad oscura. Con dificultad se quitó los arneses que lo sujetaban al sillón y nadando hacia arriba lo que le pareció una eternidad, alcanzó la superficie.
Respiró con desesperación un par de veces e intentó sumergirse para rescatar su equipo. Imposible. Había desaparecido en el fondo de lo que sea que fuera esa masa de agua. Felizmente la costa no estaba tan lejos.
Nadó hasta la ribera. Descansó unos minutos e inmediatamente revisó sus bolsillos. No había ni alimentos, ni remedios, ni armas, solo su cortaplumas Suiza y su reloj pulsera. Ciertamente no era lo que había planificado. No solo no tenia elementos para sobrevivir sino que tampoco tenía retorno.


Capítulo 6

- Al menos conservo mi mente - Sonrió con ironía - Y ahora tengo un mundo entero para construir.
Indudablemente el rio debía ser el Malagarzi, solo que su cauce definitivamente no era el mismo. Todo intento de recuperar su máquina y sus pertenencias estaban totalmente fuera de su alcance.
Resignado resopló y comenzó a hacer sus habituales listas de necesidades.
Por la tarde, las rocas y cortezas de arboles estaban todas escritas con piedra caliza. allí se leía, armas para defensa, fuego, refugio, comida...
Dos semanas después un barbudo John Galt disfrutaba de sus precarias comodidades.
Con paciencia y la ayuda de su cortaplumas construyó un hacha rudimentaria en base a una piedra afilada y la ató con tiras de corteza de árbol. De igual forma construyo una lanza que luego de varios intentos le permitió ensartar a un extraño pez que bogaba por la ribera del rio.
Caminó por horas buscando piedras en el rio que le sirvieran como pedernal mientras se repetía a si mismo hurgando en sus recuerdos, "sílex o cuarzo y pirita, sílex o cuarzo y pirita... "
Malezas secas de la ultima crecida con algunas hojas secas y un mechón de sus cabellos le permitieron, luego de innumerables intentos encender fuego.
Había decidido de que el amplio rio ofrecía una defensa natural contra alimañas y depredadores. Se abocó a la construcción de una rudimentaria balsa que le permitiría pernoctar embarcado y alejado de la costa sin preocuparse por su seguridad.
John no descansaría hasta tener una base solida de supervivencia. Pasaba sus días atareado sin notar que, de desde hacia tiempo, era observado desde la profundidad de la selva cercana.


Capítulo 7

Sus cinco sentidos estaban totalmente desarrollados, pero ellos solo le permitían sentir casi siempre las mismas dos cosas. Miedo y hambre.
Sus jóvenes doce años, y en particular los últimos tres, después de perder a los componentes de su grupo familiar de primates evolucionados, habían transcurrido entre refugios y escondites, evadiendo fundamentalmente a los grandes felinos y comiendo insectos, larvas, gusanos y algunos frutos o raíces bulbosas.
Solo una vez saciado su hambre y en la seguridad de un escondite se permitía otros sentimientos tales como cansancio o frío y a veces....tristeza.
Sus recuerdos la asaltaban sobre todo en sueños, una figura en particular se repetía, era su madre, muerta, inerte. A su lado un escorpión aplastado. Por la mañana se despertaba y saboreaba con curiosidad sus lagrimas saladas.
En la evolución genética de este ser los sentimientos superiores, productos de recuerdos habían florecido antes que la inteligencia.
Ella sabía que la curiosidad no era algo bueno. Todo lo nuevo y grande por lo general era malo. Pero, por algún motivo, cuando escuchó los ruidos de golpes y arboles caer, no pudo evitar esconderse y observar. Su sorpresa casi la hizo gritar. Se contuvo observando cómo este ser con pieles de extraños colores golpeaba los arboles hasta derrumbarlos... además le fascinaba ver que comía a cada rato con una serenidad pasmosa. Pero lo que más le admiraba era escucharlo hablar. Los sonidos que emitía por su boca no se semejaban a nada de lo que hubiera escuchado nunca, sobre todo porque le causaban la sensación de que quien los generaba no reflejaba ni temor ni furia, tenia paz y seguridad, ¿Como podía ser? Afortunadamente su refugio no estaba lejos y en esta zona había abundante comida. Todos los días pasaba largas horas inmóvil observándolo.


Capítulo 8

"¡Estamos a fines del pleistoceno medio! ¿y qué es lo que sabemos John?, ¡Vamos!" Se decía a si mismo y luego repetía en voz alta "Estamos en plena glaciación de Würm, en Europa y América del norte hace un frio de mil demonios, aunque los hielos inician su retirada. África es una reserva de vida, esta zona se parece a una mezcla de selva tropical y pasturas. Los animales peligrosos aquí son elefantes, rinocerontes, felinos carnívoros... "
Había logrado en pocas semanas un gran avance, su primitiva balsa le permitía estar fondeado en el rio y suficientemente alejado de la costa, de donde asumía podría venir cualquier ataque de algún depredador.
Caminando por la ribera había encontrado un caparazón de tortuga lo que le recordó de sumar a los peligros la existencia de reptiles... desde entonces los costados de su balsa estaban reforzados para una posible aparición de los temibles cocodrilos.
El caparazón le permitió cocinar algunos pequeños animales capturados con rudimentarias trampas. Lo que más extrañaba era la sal. Su dieta era básicamente pescado y carnes rojas, algunos frutos que semejaban a moras, y abundante agua potable del rio.
Había comenzado a construir una empalizada que lo protegiera en la costa cuando, por el rabillo del ojo, la vio por primera vez. Felizmente tuvo la serenidad de no reaccionar y asustarla. Desde entonces, trataba de observarla sin que ella lo notara. Estaba seguro de que, al menos en apariencias quien lo acechaba tenía un parecido humano.

Capítulo 9


Había descartado al fascinante animal como agresivo. Su memoria asociativa lo ubicaba como congénere, sus extrañas pieles que la confundieron la primera vez dejaron de ser un misterio cuando lo vio desnudarse y meterse esa tarde en el rio para ir a su refugio flotante.
Definitivamente era de su especie pero no como su madre. Era como su padre.
Aun de joven había visto a sus padres y otros parientes aparearse, sabia para que eran sus órganos diferentes. Un extraño calor la invadió allí abajo, algo especial le ocurría, temió estar enferma. Distraída tardó en darse cuenta que aguas arriba del rio había una turbulencia que ella bien conocía. Entonces chilló con todas sus fuerzas.


Capítulo 10

Atardecía y John acababa de trepar a su refugio acuático cuando escucho el chillido casi simultáneamente con el ruido aguas arriba.
Entre la lista de sus animales peligrosos se había olvidado de uno. Su nombre provenía del latín y significaba caballos de rio. Justamente estaba presenciando una estampida de hipopótamos y el estaba en el centro de su trayectoria.
Se sujetó como pudo a su balsa pero el primer animal la volteó y destruyó como si fueran mondadientes.
Sintió el cuerpo rugoso de la bestia, pero logró aferrarse a uno de los maderos. Rápidamente entendió que él no era el objeto del ataque sino que los animales estaban huyendo aterrorizados por algo. El agua y el dejarse flotar amortiguaban los tremendos golpes, pero su temor radicaba en la posibilidad de que dos hipopótamos lo aplastaran. Felizmente el tronco al cual estaba agarrado poseía una horqueta que era más ancha que su cuerpo. Entendió que ese madero era su mejor oportunidad de salvación.
La turbulencia y los golpes lo habían arrimado a la costa, justo cuando creía que sus chances mejoraban ocurrió lo que mas temía. Intentó tocar el fondo del rio con un pie y fue cuando, dos animales rezagados le apretaron la pierna con una fuerza descomunal.
Fue solo un instante pero el dolor fue insoportable. Las bestias se alejaban presurosas.
A punto de perder el conocimiento, John trató de ganar la costa. No sentía su pierna izquierda, con la derecha y sus brazos hizo finalmente pie. La orilla y su empalizada estaba a pocos metros, entonces vio de que huían los hipopótamos. Un grupo cocodrilos distraídos de el, daba alcance a una cría rezagada. El espectáculo era dantesco.
Se arrastró hasta la empalizada y se refugió en un rincón tiritando de miedo.


Capítulo 11


Ella había observado todo. Sabía que estaba herido. Luego de varias horas se aseguró de que todo había vuelto a la calma. Se aproximó con extremo cuidado a la empalizada. En la oscuridad de la noche pudo sentir donde estaba. Observándolo con temor se ubicó en el lado opuesto cerca de la entrada y se sentó a esperar. El parecía dormido.


Capítulo 12

Al amanecer John recobró la conciencia. Aún con los ojos cerrados intentó moverse pero un dolor eléctrico le recordó su pierna.
Abrió los ojos para observarla, estaba inflamada pero al menos no estaba lastimada, probó mover sus dedos y pie, a pesar del dolor sus músculos reaccionaron. suspiró con alivio. Fue allí cuando la vio.
Ella estaba estática pero alerta, sus grandes ojos lo miraban con una mezcla de terror y admiración.
Tratando de no asustarla le sonrió. Mala idea. Indudablemente ella no estaba acostumbrada a las sonrisas, el mostrarle los dientes no era una señal que la tranquilizara.
Viendo su reacción rápidamente cambió de estrategia, bajó la cabeza mirándola de reojo. Ella no le quitaba la vista de encima.
Entonces empezó a tararear suavemente la primer canción que se le paso por la mente.
"Hey Jude, don't make it bad, take a sad song and make it better, remember..."
Ella estaba fascinada, poco a poco se fue relajando... John pensó sonriendo "Si los Beatles supieran esto".
El necesitaba incorporarse, tenía hambre y sed. Con dificultad se acerco a sus utensilios y se arrastro hasta la salida. Ella se alejó de él temerosa, pero se quedo a prudencial distancia. Sabía que estaba herido y no podría atacarla.
John cogió el caparazón de la tortuga y dos pescados asados el día anterior, que había dejado colgados en el interior de la empalizada. Se acercó a la ribera y primero sació su sed. a unos cinco metros ella hizo lo propio con sus manos mirando curiosa al hombre. Entonces él empezó a comer. Ella lo miraba y de pronto recordó que ella también tenía hambre.
El hombre dejo un pescado sobre el caparazón de la tortuga y se alejo unos metros de ella.
Cautelosa, mientras lo miraba comer se fue acercando al alimento.
Al rato ambos comían a la orilla del rio mientras se observaban.


Capítulo 13

Por varios días caminaron rio arriba. John buscaba un recuerdo, las cascadas de Igamba. Ella lo seguía con una lealtad conmovedora.
Luego de un par de semanas llegaron al majestuoso lugar.
La mente de John trabajaba frenéticamente imaginando paredes techos refugios huertos puertas y muros. El trabajo era colosal pero ahora eran dos.
Seis meses después el lugar estaba transformado y ellos también. Ahora eran compañeros.
Jude, que así la había bautizado, era una niña rustica pero bella. Su cuerpo era ciertamente humano. Sus rasgos y ausencia de vello facial ciertamente la distinguían claramente de los primates. Su estatura apenas superaba el metro y medio pero su caminar distaba de ser elegante.
Con la espalda inclinada hacia adelante y las piernas, mas separadas de lo que aconsejarían las buenas costumbres para las damas del siglo XXI, Jude no se separaba nunca de John. Era lo más parecido a una mascota domestica.
El hombre no dejaba de observarla, era definitivamente apta para la inteligencia. Su dilema inicial era no interferir con la evolución y el futuro. Pero, John no tenia futuro a donde volver.
Además, una cosa era a ayudarla a evolucionar pero otra muy distinta era intimar.
Jude desde hacía cuatro meses dormía a su lado, inicialmente fueron miradas que luego se convirtieron en manos curiosas que intentaban recorrer partes de su anatomía. El hombre desanimaba inmediatamente cualquier intento de contacto de índole sexual.
John no la deseaba, Sus prejuicios culturales en cuanto a su joven edad (John estimaba que no superaba los trece años), los hábitos de la joven en materia de necesidades fisiológicas, su olor e higiene desalentaban cualquier actividad de la libido.
Pero, con el pasar del tiempo John no solo le había enseñado todo lo posible en materia de fuego, cacería, pesca, cocina y hasta las bases de alfarería básica; sino también había avanzado mucho en aspectos elementales de higiene y comportamiento. George Bernard Shaw con su "Pygmalion" hubiera estado orgulloso. El profesor Higgins hubiera abandonado al instante con "esta" Eliza.
La sociedad mejoraba todo los días. Ella lo llamaba "Yon" y se reconocía a sí misma como "Tud".
Un día en el que "Yon" le había tejido unas trenzas en su cabello y la había elogiado con sus mágicas palabras, "Tud" agradecida le sonrió y luego instintivamente sorprendió a "Yon" con un abrazo y beso.


Capítulo 14

Ella ahora tenía conciencia. Sabía quién era.
Era Tud, y adoraba y veneraba a Yon.
Todo en ella era asombro y admiración. Si hubiera existido en su mente algún rudimentario concepto espiritual, sin dudas Yon seria Dios.
Febrilmente intentaba por todos los medios de imitarlo y aprender. Reprochaba frustrada sus fracasos golpeándose la cabeza, hasta que Yon la detenía y calmaba con esos hermosos sonidos que salían de su boca.
Su instinto le decía que tenía que aparearse con ese hombre, pero él la rechazaba y no entendía por qué.
Había juramentado su vida a agradarlo y obedecerle. Confiaba ciegamente en él.
Ella amaba a Yon.



Capítulo 15

El desafío era enorme pero había tiempo. John y Jude habían superado juntos el miedo y el hambre. En la historia conocida por él, esos flagelos habían dominado la vida de los seres humanos por más de cien mil años. A ellos solo les había tomado dos años convertir ese valle aguas abajo de la cascada en refugio y provisión de alimentos por varias generaciones.
Jude, ahora bien alimentada y aseada distaba mucho de la joven que conociera por primera vez. Su respeto por ella crecía día a día.
John le había enseñado a curtir cueros de venados y otros pequeños animales que cazaban cuando estos se aproximaban al rio para beber agua. También había aprendido a hacer tiras de cuero o de corteza para confeccionar correas que le permitieran elaborar abrigos, mantas o bolsas para acarrear utensilios.
El hombre había planificado todo, y con paciencia le explicaba sus usos.
"Baño", le mostraba John, simulando defecar entre dos piedras cercanas sobre un arroyo. "Ducha", y el hombre se paraba bajo un salto de agua masajeando todo su cuerpo vigorosamente. Jude miraba y se reía, pero ante la firmeza de John se ponía seria y asentía.
Los conocimientos de John no eran profundos en la rama de la medicina pero él sabía que la profilaxis e higiene prevendrían la mayoría de las enfermedades posibles.
Quizás el mayor desafío había sido construir la empalizada. Cientos de troncos enterrados e inclinados hacia afuera, con más de dos metros de altura protegían el pequeño valle de unos trescientos metros de largo que bordeaba el rio, aguas abajo de la cascada. Cada tronco terminaba en una afilada estaca. El muro además estaba afirmado por dentro con grandes piedras del rio. El esfuerzo no había sido en vano. Una mañana encontraron a una pantera ensartada en las improvisadas lanzas.
Su rudimentaria huerta (producto de trasplantes de arbustos frutales y vegetales comestibles de la zona) aportaba una importante variedad de vitaminas a su dieta diaria.
En otra parte del valle separada de la huerta mantenían una variedad de cabras que habían atrapado vivas y que ya se reproducían generosamente.
Adicionalmente la pesca era muy abundante y fácil.
John había fabricado con piedras, barro y paja un horno que además funcionaba como cocina. Apilado al costado había una enorme provisión de troncos que el mismo rio se ocupaba de traer en las crecidas. El fuego no sería un problema. John era muy exigente en eso, todo lo que se comía, previamente se lavaba, y luego se hervía o cocinaba.
Tenían todo. Si ellos eran Adán y Eva este debía ser el paraíso terrenal.


Capítulo 16

Tud estaba feliz.
Sus otrora torpes manos se habían convertido en hábiles instrumentos. Con mucha dificultad había aprendido el lenguaje de Yon. Pero había muchos conceptos que se le escapaban. Por las noches sentía que su cerebro iba a estallar, pero al amanecer una sonrisa de Yon y un "buenos días" bastaban para disponerla nuevamente a aprender. Ahora "su" Yon quería enseñarle algo que él llamaba "letras" y "números".


Capítulo 17

John estaba triste. Sabía de su escaso tiempo y de la imposibilidad de transmitirle todo su conocimiento a Jude.
Su evolución era asombrosa en cuatro años Jude hablaba, leía palabras y las escribía en su improvisada pizarra de arena al costado del rio. Pero aún así, él, con casi treinta y tres años era consciente de su finitud.
Buscaba que ella lo sobreviviera. El también la amaba.
En esos pensamientos estaba mientras recogía frutos de su huerta, cuando la serpiente irrumpió en el paraíso.


Capítulo 18

Tud lo escucho gritar y salto como un relámpago.
Cuando llegó a su lado el tobillo de Yon ya estaba inflamado. Llorando lo ayudó a incorporarse, Yon le hablaba rápidamente, pero ella no entendía que era un "torniquete".
Al llegar a su guarida Yon tomó su navaja e intento hacer sangrar la herida pero su pierna ya estaba hinchada.
Unas horas después balbuceaba semiinconsciente en medio de un cuadro febril. Tud supo que Yon estaba muriéndose.
Tud no se apartaba de él y lo acariciaba con amor. Fue entonces cuando vió la reacción de su sexo.
Llorando se subió encima de él y entre caricias y lagrimas se aparearon.
Con las primeras luces de la mañana dos cosas habían ocurrido. Yon estaba muerto pero dos óvulos en el interior de Tud habían sido fecundados.


Capítulo 19

Con esfuerzo Tud lo envolvió en una manta y lo arrastro al costado del huerto. No sabía qué hacer. Luego de varias horas llorando, se levanto y comenzó a traer piedras. Cubrió por completo el cuerpo de su amado con grandes rocas y se acostó esa noche a su lado.
Por la mañana se secó las lagrimas y se dirigió a su pizarra a escribir mientras tarareaba "Hey Jude".
Meses después supo que estaba embarazada. Feliz juró entonces preservar la memoria de su Yon en su descendencia.
Otros meses mas y los llantos de dos bebes, un varón y una niña, alteraban la paz de la noche en el valle del paraíso.



Epílogo

La líneas de la historia se habían roto. Nunca existirían los países que existieron ni las guerras que se libraron, no habría Tutankamon ni Aristóteles, Cesar ni Buda, nada de lo que podría haber pasado pasaría. Una nueva historia se estaba escribiendo.
Solo mil años después de la muerte de John, una floreciente ciudad a las orillas de un rio en un gran continente, se alzaba como pináculo de la cultura mundial.
Las artes y las ciencias florecían, y en el nuevo lenguaje universal, no fue extraño que los artículos para designarse a uno mismo y al otro fueran "Yo" y "Tu".

Texto agregado el 30-10-2014, y leído por 291 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
09-09-2016 Un placer siempre leerte. Genial. rhcastro
14-07-2015 "Yo" agradezco a "Yar" por haberme echo saber de "tu" fascinante novela. He vivido la aventura de un fantástico viaje por el tiempo. Saludos! TuNorte
14-07-2015 "Yo" agradezco a "Yar" por haberme echo saber de "tu" fascinante novela. He vivido la aventura de un fantástico viaje por el tiempo. Saludos! TuNorte
24-11-2014 Alucinante, Gustavo. Cada capítulo. El capítulo 18, resalta de emotividad, y el toque científico lo aparta aun mas de la vanalidad. En el epílogo, se trasluce un espejismo de lo que podria ser una novela de aquellas..... *****(y me faltaron*...) sabiel
31-10-2014 Wells, estaria celoso de tu maquina del tiempo, que gusto, que pasion leer tu cuento, agradecida!!! efelisa
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