TU ANIMAL FAVORITO COMO MASCOTA
1)Y las fuerzas del asedio sobre el yo son multiplies, sobre todo en las sociedades contemporáneas del consumo puesto que se ha acabado por montar mecanismos de imposición publicitarias, extrínsecas como armazón mayor y agentivo sobre lo individual en sí, primado sobre todo intensa y agudamente en el punto debil y mas vulnerable de la personalidad individual, que es el sentido la pertenencia de uno mismo al grupo, a la manada social;

Y el poder es percibido punitivamente por el yo como ameneza tácita de la desfenestración total y permanente de uno del abrazo social a grandes rasgos y que es el calor maternal como unico camino incluso a la auto aceptacion, al final.

Evidente es la relación con este sustrato psicológico universal del individuo con la estructura antropologica asentada sobre la culpa como pilar base que sostiene la relacion individuo-colectivo, por ejemplo en cuanto la ley y lo judicial, finalmente, en sí;

Sin embargo es igualmente el sosten asimismo respecto del individuo y todo valor semiótico y compartido con lo social en si, puesto que si uno o una no se sabe los codigos tanto morales, conceptuales y de imagen-inclsuo-de su colectio, no se pertenece tampoco al grupo-y el no pertenecer es la muerte, simplemente-la imposibilidad siquiera ilusoria de vida que como terror fisiologico interno, tendrá agarrado y bien sujeto al individuo por cuanto es individuo y como en el corazón esencial de cualquier individualidad posible…

Un terror como espectro, como hermano fantsamal y oscuro que nos acompaña de siempre, siempre esquivo, siempre elusivo y como sombra a medida personal nuestra e individual, ciertamente.

Obvia debe contemplarse por tanto esta esencial base nuestra psicológica de temor-verdadero horror en toda nuestra fibra (pues es fisiológico y subliminal en esencia)-como punto de fuerza sobre el que se sostiene, por ejemeplo, la publicidad como industria que explota como cazador la vulnerabilidades innatas de su presa; más lamentable incluso es la fácil aplicación asimismo conceptual a la política y las formas socio-económicas en general de seducción que buscan finalmente alguna forma de captura y control, al final, de la volición moral de alguna manera del individuo, consumidor, o votante.

Se constata fácilmente, asimismo, el problema que surge cuando esta fuerzas mayores estructurales de la sociedad, según la visión normalmente también solo fisiológica (no completa, ni matizada ni real e intelectualmente cabal de ninguna forma) por parte de otros individuos y grupos de alguna forma agentivas y con poder bastante real de dirección e influencia sistémica, no sean conscientes de la naturaleza brutal e inmisericorde de la base nuestra social en cuanto a la relación individuo-colectivo;

Pues no es simplemente licito (según cualquier código ético mínimo que hemos conocido como especie e históricamente sobre la tierra) que tus esfuerzos vitales por progresar y acumular el bien propio en la forma de riqueza y estima social al final personales, por socialmente sancionados-digamos-que puedan llegar a ser, se acaben entablando una especie de ministry of fear organizado y ruin como sociedad anónima paralela, siempre fantasmal y no públicamente reconocida de explotación del terror más profundo del alma o psique individual humano.

Verdaderamente, que sea tu socio y accionista mayor y real simplemente la debilidad mas tierna como flaqueza del niño víctima que somos todos ante nuestro terror del rechazo social y el oprobio, solo podemos calificar ciertamente de innombrable, desde luego;

Y que tu respuesta final como coartada sea simplemente no éramos conscientes, y que no lo sabíamos realmente y en tal grado, si bien os pudiera comprar un margen de tiempo, oxigeno o solaz interno y respecto vuestras propias consciencias, no puede seguir esgrimiéndose al menos a partir de ya, pues informados quedáis ahora y con todo rigor judicial, oh sí.

Además, sabido por todos es que de tontos no tenéis un pelo, lo cual no habla en rigor muy a favor vuestro; y sin embargo habrá que establecer como concesión mía y ahora ante vosotros, que seguramente sí que sois simplemente humanos, ¿verdad?

Que remedio.

2)El apedreamiento colectivo de Acán (y el valle que nombraron despues en su honor)
Ocurre, a igual que en el mundo de los primates, que viendose el colectivo al que uno pertenece en posicion de superioridad numerica respecto a un individuo en particular, la saña que vierten sobre el-o ella- debido a la clara impunidad que les asiste en dichas circumstances, no conoce verdaderamente limite;

La complejeidad, sin embargo y respecto de los coletivos sociales humanos se diferencia de lo animal particularmente en cuanto que la posicion de fuerza del grupo no es una cuestion fisica sino moral;

Que de repente y debido a alguna entendida infraccion de cierto codigo, norma o concepto postualdo entre todos como valor abstracto-sea religioso, etica, penal o simplemente consabido de alguna forma social o popularmente tácita-la furia que vierte el grupo sobre el infractor tiene a menudo mas que ver con la momentánea impunidad que sienten ellos mismos y respecto a la propia constriccion interna que cada uno ha de sobrellevar a diaro y de forma permanente, y no tanto con el sujeto infractor;

Y mi propia fustracion ante los limites impuesto socialmente sobre mí, cuando en otro y a través de una especie de asesinato bien real pero mas frecuentement social, puedo aliviarme en mi propio aplastamiento vital-por muy social y antropologicamente necesario y funcional que pueda ser-mi saña, a igual que el caso de los simios, no conoce limite, verdaderamente pues me sé impune incluso respecto del malatrato de cualquier forma, psiquica y hasta física, que me da por arrojar sobre el infractor-porque se lo merece, y justificado estoy por tanto incluso en el excederme…

Al tribunal colectivo como coliseo romano del quedirán social, me agarro como niño a las faldas de mamá porque soy, en mi fuero interno yo mismo el primer victima de ese mismo peso exterior internalizado hasta mi propia aniquilación-pero ahora en papel agentivo yo, no de objeto:

Y me entrego con los mayores de las furias humanas conocidas al escarmiento asesino y moral como acto de la mayor arrogancia humana, que brota, sin embargo y en realidad de de una de las formas mas atroces de la cobardía humana, simplemente por que repentinamente está a mi alcance.

Y es a traves del otro-real a la vez que conceptual-que me acabo por saciar despiadamente de mi propia necesidad de espacio vital, humana e individual.

Y el ser humano es utilizado por mi con fines ya no ejemplares-de ninguna manera frecuentemente-sino de la consecuccion solo abstracta de un efimera seguridad personal y colectivo simplemente psicologico, que se disfraza naturalmente de toda eminencia y sanccion cultural cuando con frecuencia solo esconde, en esencia, fines diferentes y utilitarias, en realidad nunca mentadas jamás.

¿Como puede esto que ver, por ejemplo, con la publicidad y el blanco que busca explotar que es, en su forma mas subliminal y fisiologica, la profunda inseguridad en la que vive el individuo respecto del abandono de uno por parte del medio social al que pertenece?

Indiscutible es desde luego la calificacion de malsana resepcto de la lógica subyacente de la del ahogado que, en su pánico ya indomable, agarra a cualquier oportunidad como objeto-humano o no-de impedir que se hunda-y es desde ese espirtu y animo vital de las personas menos sensibles y más hombres masa o simplemente más pueriles-que pudiera yo preferir no esa camisa, bolso de viaje (o escolar)-coche, o jersey futbolístico-sino aquel con la marca o emblema que me sé más apropiado de alguna forma según el individo que me proyecto ser-siempre segun los patrones claramente establecidos estructual y socialmente, pues he de pertencer como sea, si bien sí que tengo algún espacio en la variadad de lo que esas estructuras me brindan, pero nada más…

Y esa marca sobre esta camisa, por ejemplo, no es mi marca porque soy al final solo una opción posible de entre solo varios con los que me presentan-y esa marca no la llevan las personas como yo-quiero decir, como los que yo he decidido ser-que ¿no ves que solo soy yo en cuanto me pertencia a ellos?

He aqui el problema antropologico de la individualidad ante lo extrínseco como estructura semiótica y social, pues quién eres realmente tu?

Respuesta
Soy, en realidad y al final, todo aquello que de hecho me impida ser ellos; que mi individualidad es en realidad un problema pues me aleja de hecho y de forma permanente de los modelos ofrecidos semioticos y sociales al que aspiro ser, tal es el grado de suma aniquilacion en la que vivo como estado real de volicion moral intrínseca, prácticamente nula-y verdaderamente, su un borrego que tiene al final miedo de ser realmente-y solo busco, por tanto, una forma de paz como acoplamiento basicamente maternal inconsciente, como una forma de matanza real y extrínseca-ya en vida, como vida-porque así pienso y sufro menos, claro está, en el mismísimo seno de mamá que es la aceptación social en abstracto y como una forma de histeria colectiva rígida e inerte que pende sobre mi, siempre en silencio, siempre en tensión-ahí es el donde y el como soy yo…

Y como lineas maestras tacitas de los social en si, una vez que se entienda el estado basico de postracion en la que como individuos nos encontramos-realmente-sería desde luego monstruoso seguir como si nada y sin el minimo animo de resvison que se asentaria como poco sobre por lo menos una mayor sensibilidad para con lo pisicologo humano.

O no?

¿O siguemos simplemente ganando dinero cuando vuelva por fin y a fechas de hoy la demanda consumidora economica y global como el gran ausente en el que depositas todas nuestras esperanzas, desde luego?

[Aunque mis problemas ciertamente son de otro indole, ya te digo…]


https://www.youtube.com/watch?v=8IvoHN3mgpM


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desarrollo conceptual a partir de:
Meditaciones sobre el panópticon de Foucault
http://www.loscuentos.net/cuentos/link/537/537210/
El instinto de manada y el yo como monstruo
http://www.loscuentos.net/cuentos/link/532/532682/
The Metropolis and Mental Life de Greorg Simmel, del año 1903