¡Han rodeádome las sombras! ¡No sé cuánto más podré seguir con este infierno que me atormenta, me hiere el alma, el cuerpo, todo! El más profundo abismo en el cual ningún hombre ha descendido: ¡he caído en él! La miserable mente humana no puede imaginar tan horrendos eventos y entes de cuales hablaré con la mayor discreción posible –o al menos la que mi cordura me permita-. He tratado con entidades desconocidas para esta raza; que hallen aquí un testimonio indubitable de su existencia; que hagan mis palabras mella en todos vosotros incrédulos de lenguas llenas y oídos huecos; que os arranque de la piel el escepticismo que la sociedad les ha encarnado tan cruelmente y que la desgraciada verdad os acongoje hasta el final incuestionable de su existencia en este universo –de tantos que desconocen-.

Las hazañas cometidas por este individuo han sido varias, pero de todas ellas la más sobresaliente es sobrevivir a la desesperanza y la angustia terrible causada por Ellos. Me referiré así a una raza que no conoce el tiempo, pero que bien coexisten en nuestro… su espacio desde el origen de todo. Ellos son la causa y la consecuencia de una necesidad por existir, por crear y destruir; la aparente contradicción de producir del caos un orden. Ellos han sido los arquitectos de todo lo que existe y lo que ya no existe. Aquello que fue alguna vez… desapareció por obra Suya. La humanidad ha sido no más que una mera gota en un mar inconmensurable, sin fronteras. Descansa, pues, en el estuario cenagoso del universo. ¿Cómo di con ellos? Me parece querían que los encontrase. ¿Qué otra razón podría haber? No son lo suficientemente descuidados para dejarse encontrar. La historia nos ha enseñado sólo de nosotros, pero ¿cuándo los hemos mencionado? ¿Con la mitología, los múltiples dioses que hemos creado y adorado a través de los siglos y milenios de nuestra existencia? ¡No! ¡Esos dioses no han sido comparación a lo que Ellos son realmente! Escapan a toda escritura sagrada e interpretación de las fuerzas naturales. Son y serán el inicio del “inicio”; la corte real del universo; los verdaderos hacedores de universos.

Si hasta ahora hemos sentido una angustia e insignificancia con los descubrimientos de la astronomía, el enterarse cuán poderosos son Ellos os hará colapsar mentalmente. A duras penas he soportado las jaquecas y migrañas causadas por el mero pensar de su realidad; creer que he sido de alguna manera elegido para transmitir este mensaje a otros es inaudito. No me parece algo especial, está mucho más lejos de lo que el cristianismo pinta al Infierno. Éste sería un cuarto diminuto dentro de la gran mansión de la locura. Quizá al lector le parezca pura divagación de mi parte, pero no presten atención al estilo de mi expresión. Si os quisiera engañar, no les escribiría en primer lugar. Nunca se me ha dado ello. He tenido siempre una costumbre algo patológica por decir la verdad –o al menos hablar sinceramente, incluso si llego a proferir cosas falsas-.

Han pasado seis noches desde que desperté aterrado por una pesadilla, misma que me ha perseguido desde entonces. En ella veía en tiempo real la creación de todo lo que es, a manera de espectador, desde el más pequeño átomo al más grande de los astros. Todo se me hacía saber de modo… tan claro, no obstante tan oscuro. No podía concebir la razón –si la había- de tal creación; sin embargo, se me hizo saber quiénes eran los autores: Ellos. Como si atasen mi cuerpo y me forzaran a ver una escena una y otra vez, hasta grabármela y poder recordarla sin ningún esfuerzo mental. El dicho recuerdo siempre me parecerá pesadilla; los Hacedores no dieron razón de nada de lo visto ni se molestaban en mostrarse, tan siquiera hacerse notar; sólo pude sentir la fuerza de sus cuerdas al moverlas para continuar aprehendiéndome contra mi voluntad, en una cuasi-eterna agonía que me sigue molestando.