Hay algo. Una pared. Unas cadenas. Un precipicio.
Una cierta melancolía. Un cierto fatalismo. Un cierto dolor que pesa más que mil ventanas.
Mas allá de ese algo hay una fuente. Sus aguas juguetean en las cascadas de luz dorada que caen con una brutal delicadeza sobre sus estanques de piedra.
Pero entre Yo y la fuente esta ese algo. pared, cadenas, precipicio, melancolía, fatalista dolor. Un algo fuertemente asentado en la esencia de mi alma, lo que me hace perceptible. Sin embargo, yo quiero la fuente. Fuente dorada, señora de mis deseos. Yo quiero la fuente por que la fuente, precisamente, soy Yo. Pero Yo, precipicio, pared, cadenas, melancolía dolorosamente fatalista, estoy entre Yo y Yo.
Yo, Yo y Yo.
Quiero escribir, pero Yo me detengo.
Quiero cantar, pero Yo me sofoco.
Quiero amar, pero Yo me odio.
Luego a mi no me vengan con cuentos de agonías.
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