Tras el suficiente tiempo,
Habló él con su amada
y dejándola consternada,
confesó sus sentimientos.
—A ti es a quien yo amo,
tarde me he dado cuenta,
y mi palabra es cierta,
y ocultarla es un descaro.
—Cierto es lo que me dices
porque tarde has hablado
y, aunque te hubiera amado,
ya hay muchas cicatrices.
—Mas no he venido a herirte,
nunca fue esa mi intención,
vine a iniciar mi maldición
y cuanto te amo decirte.
—No insistas, estimado,
que no puedo aceptarte
y, no es por lastimarte,
pero ya tengo un amado.
—A eso soy indiferente,
pero no quiero herirte
y, cuanto pude decirte,
al menos lo hice de frente.
Raudo me marcharé de aquí
pero una cosa haré
a lo lejos te miraré
y me mantendré bien así.
—Entonces vete rápido
con calma, que bien estaré,
y esto lo olvidaré.
Solo márchate ávido.
—Antes de irme quiero inquirir:
¿en cuál instante preciso
y cuál será el paraíso
en que estará tu porvenir?
—Contesto en esta chance:
tiempo y lugar indicado
serán con él, mi amado
y muy fuera de tu alcance. |