Capítulo 1°

“La imagen puede engañar, tanto como las palabras.. Aunque debo comunicarte que de donde yo vengo, la pureza no se mide con oro, sino con actitudes. He ahí donde uno demuestra la valentía… quiero creerte, pero no engañarme. Comprendo cómo tú trabajas y si llego a conocerte, aún más de mi percepción te nombraré como a vos te vi y no deberás disculparte, sino; seré yo quien ante ti me arrodille”-.
Y un martes al mediodía, en plena jornada laboral un pensamiento susurró en la sien de ese herrado saber que expulsa con toda pasión esa distopía… Lo que pasa sin saber que pasa se mide por naturaleza impuesta como: ”esos cositos que hacen ruidos con diferentes intensidades -murmuraba la Energía; valga la puta redundancia- el mismo Olor para dicho sistema condicional”.
-Condicional- se imprime esa palabra en su propia carne sin cuestionar la misma donde se posa, y a todo enajenado lo mandan a la hoguera. Por si dudas existieran en el crecer de una flor con buen aroma. ¡Existen, existen! –grita la unión del supuesto orate pasional con la gnosis gubernamental-. Y en el espejo se empañan unas palabras:
Hasta que no se erradique el miedo seguirán las guerras...