Manuel cada mañana se levanta a la misma hora desde hace varios años. No sale de su casa, no visita a sus familiares, no habla con nadie; canceló el servicio de teléfono, y botó su celular a la basura. Quiso ser decisor en el deceso de su único descendiente y no pudo hacer nada para salvarlo. Se le volvió hético el hecho de levantarse a llorar, a derramar muchas lágrimas porque a su hijo se lo mataron en un atraco a un banco. Siempre que se mira en el espejo después de ese evento, se da cuenta que está lívido, su yo en el reflejo lo acusa de algo; de un crimen, el mayor; el de la persona que supuestamente más amaba; su hijo.

No se baña, no se viste; decidió no volver a salir a la calle desde que le pasó eso. Con el tipo que aparece en el reflejo tiene una patería desde que nació. Se siente un asesino, sabe que la tortura que sufrió su hijo es su culpa, además de todo el sufrimiento de su existencia. Es muy alado para cepillarse los dientes, afeitarse y observarse cada mañana antes de servirse el desayuno y sentarse en una silla mecedora todo el día a esperar a que pasen las horas. Como todo buen fantaseador, su sueño era sacar adelante a su familia, pero esto no sucedió como él quería. No sólo perdió a su vástago, además de esto, su mujer lo dejó cuando sucedió la tragedia. Llagar a los homicidas de su hijo no le resarciría todo su dolor, toda su tristeza, toda la agonía que tendría que llevar hasta su muerte.

El oimiento no era algo que él poseía, no quería tener contacto de ningún tipo con nadie. Después de ver el cadáver de su hijo, se terminó de perder en su tristeza. Su zuriza no era con la mujer que parió a su hijo, sino con el que la embarazó, o sea, él. Ya está cano, por la etapa degradante de la vejez, y vive de su pensión. De vez en cuando toma uno que otro libro y trata de leer, lo intenta, pero no puede. Siempre vive recordándose que su hijo era muy joven, se acababa de graduar de médico y ya tenía un trabajo en su profesión.

Manuel no deja de preguntarse todos los días sin tener respuesta: ¿Para qué mi hijo estudió tanto si nunca pudo ejercer su carrera? No puede concentrarse en ninguna otra cosa, sólo se mece todo el día sin poder hacer otras cosas. No es capaz de ver televisión, de meterse a internet, no habla con los vecinos, no puede hacer nada. Es incapaz hasta de hacer su mercado y pagar los servicios públicos; es tanta su tristeza, que contrató hace un tiempo a una persona para que le colaborara con eso.

Muchas veces hojea los libros; de diferentes temas: historia, ciencia, arte, política etc; sin embargo, es tanta la tristeza que tiene, que no puede leer completamente concentrado. No puede entender bien lo que los libros explican. Siempre mientras se mece, ve la foto de su hijo cuando era niño y cuando era adulto y dice: mi hijo se convirtió en un buen hombre, pero no pudo ejercer su carrera. Todos los días hace un proceso mental, y con la ayuda de algunos investigadores privados, está luchando por encontrar a los que mataron a su descendiente. Si es capaz de superar su miedo a vengarse, les va a hacer lo mismo que le hicieron al resultado de la máxima lujuria. Ha pensado en llevarlos a una bodega al sur de su ciudad para matarlos, pero no sabe muy bien si la tortura será suficiente para resarcir su sufrimiento mental.