Hace unos años el Conservatorio de Música de Vigo me invitó a participar en una zarzuela. Acepté ilusionado a cantar en mi primera obra musical con profesores y alumnos aventajados, ya casi profesionales.
Las de Caín de Pablo Sorozaba.
Se trata de una pieza basada en la obra de teatro de los hermanos Quintero que cuenta la historia de una familia, la familia de un maestro de lenguas vivas, Don Segismundo Caín, con ocho hijas. Tres ya están casadas pero hay que casar a las cinco últimas de la casa. Todo chico que entraba en esa casa ya no salía sin casarse con alguna de las hijas…
Con la familia vive el tío Cayetano un personaje que ronda los 64 años , señor omnipotente que está hueco. Pasa la mayor parte del tiempo con la familia Caín cumpliendo todos los caprichos a las niñas a cambio de cariño y atención; fue ministro el tiempo que duró que el sastre terminara su traje ministerial. Le encanta su vaso de leche.
Conforme la obra se va desarrollando, cuatro hijas encuentran novio pero la quinta, Fifí, solo tiene trece años. Delgadita , desgarbada y tímida, le gusta tirar a la cabeza del tío Cayetano las palas y los cubos cuando juega en la playa.
Pero los padres tienen una gran idea: convencer a tío Cayetano que Fifí es la mejor de todas y gracias a su forma de ser parece una mujer de cuarenta años. Cayetano se ilusiona, la ve ya como a una persona mayor y acepta casarse con ella.
Tiene cuarenta años canta por fin tío Cayetano-
Cuando leí mi personaje me vi reflejado en él ; en todo menos en lo de ministro . A cada ensayo que iba yo veía a mi Fifí, simpática, juguetona, hermosa y madurando día a día. Nadie comprendía al tío Cayetano mejor que yo. ¿Me habrán llamado por la edad o conocían mis debilidades con las jóvenes ?, ¡ pero, caray trece años… !.
Dos días después en una comida con mis hermanos y cuñadas en Orense, me levanto para darles la noticia, pido un poco de atención que nunca me dan por ser el hermano mas pequeño.
.- Quiero daros una gran noticia para mi e invitaros a todos…
Interrumpe mi cuñada Ana diciendo a media voz pero audible para todos:
.- Este se casa…
Me quedo mirando a todos que de repente se ponen tensos mirándome en silencio. Recojo el guante de mi cuñada, dejo pasar bastante segundos y con gran solemnidad les digo:
.- Os comunico que he decidido casarme… y la ceremonia será dentro de ocho meses.
Todos quedan perplejos. Miro a mi hermano Jesuíta y le digo que él no tendrá ningún papel importante en esa boda, salvo el de espectador. A mi hermano ginecólogo le guiño un ojo y le hago la observación de lo importante que va a ser en mi nuevo matrimonio, pues se trata de una mujer muy joven.
Que edad tiene, pregunta mi hermana con voz tensa:
.-Trece años.
Las miradas se volvieron irónicas y cuando les aclaro en que consistía mi boda se relajaron y una carcajada y un brindis por el éxito de la zarzuela cerró el acto.
Regresando para Vigo, pensé lo fácil que es convencer a todos de una mentira. Le pedí a un amigo que tiene una imprenta que me hiciera unas invitaciones de boda.
.- Tengo unas plantillas que no salieron a satisfacción del cliente y te las regalo.
Pues escribe esto:
J-L- Romero Valencia Fifi Cain de la Casa
Tienen el placer de comunicar su próximo enlace matrimonial que tendrá lugar en el Teatro ----- el dia ---- .
Abajo ponía:
Lista de bodas Harrods London Lafayette Paris.
Con las invitaciones color marrón clarito ya en mi poder y aprovechando mi asistencia a una boda de verdad de una hija de la pandilla , fui dando invitaciones a todos los que entraban en la Iglesia, incluso a quienes no conocía, como el que reparte propaganda en la calle.
Al salir de la misa todos, repito, todos me fueron felicitando y una amiga muy pero muy religiosa se acerca, me separa del grupo y me dice con mucho cariño:
.-Juan, sabes que yo no estoy de acuerdo con las bodas civiles pero me alegro tanto por ti….
En ese momento me di cuenta del éxito de mi broma y solo cuando ya estábamos en la comida alguien leyó lo de Harrods y La Fayette y alertó a los demás.
La verdad sea dicha: fue muy festejada ; conseguí que todos asistieran al acto musical abarrotando el teatro con lo que cada vez que salía yo, parecía Plácido Domingo saliendo a escena.
Ese día confirmé lo que hace ya tiempo pensaba:
Nadie lee las invitaciones ni mira al camarero, como ya os contaré otro día.
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