Nunca he creído en el amor a primera vista. Pensaba que eso de los flechazos sólo pasaba en las novelas. Un hombre que sonríe a una mujer y trastoca su mundo en un instante. Dos miradas que se encuentran y ya no pueden soltarse.

Nunca he creído en el amor a primera vista. Hasta que una tarde me crucé contigo. No me sonreíste, ni siquiera me miraste, pero mi corazón se saltó un latido y supe que estaba perdida. Que esta vez era yo la que había caído.
Como no quería jugar sola y tú estabas distraído, tuve que pasar de nuevo rezando para que sintieras lo mismo.

Nunca he creído en el amor, así, en general. Pensaba que era un invento del cine. Pero una mañana abrí los ojos y al verte me di cuenta de que por fin mi vida tenía sentido.

«Estoy perdida», pensé. Me acurruqué a tu lado y soñé contigo.