En cierta ocación, para ir de compras, Bahlúl salió de su casa llevando una cesta en la mano. Llegó a la plaza del mercado, en la cual vió una gran muchedumbre formando corro. Quiso acercarse de la multitud que había estorbado el paso del camino para averiguar lo que ocurría.

En medio círculo formado por mercaderes, correderos y compradores vió a un hombre deforme. Era un anciano con ojos bizcos y pelo muy sombrío que estaba lleno de canas, y barba sucia que le llegaba al ombligo. Sin duda alguna, si lo mirase una mujer breñada abortaría. Sin temor a engañarse se le podría aplicar ese verso:
¡ OOhh! ¡No puede ser! "¡ Dios te otorgó una barba prodigiosa, que es planta inútil y molesta, triste como una noche de invierno, larga, fría y oscura!"

El hombre viejo mostraba a los espontáneos quince Dirhames y les dijo: - Estos quince dirahmes serán para aquella persona que me pueda encontrar la solución de este cálculo matimático.- El hombre viejo recitó su cálculo diciendo:-¿ Si a ocho obreros, para construir un muro, le faltaron diez días, cuánto tiempo le faltaría a diez obreros para construir el mismo muro ?

Todo el mundo encarceló su lengua y guardó silencio porque el cálculo era muy complicado. En ese momento, Bahlúl dijo para sus adentros que debiera replicarle al anciano de forma astuta para poder sacarle, sencillamente, los quince Dirhames. Después de la cual, le comunicó que la solución sería nada tiempo. - ¿ Y por qué ? preguntó el hombre viejo.- Porque el muro ya está construido, confirmó Bahlúl.

El anciano le cedió los quince Dirhames diciendo:- ¡ Lograste convencerme con excelencia! Verdaderamente, fuiste un genio. Y yo un tonto haciendo cálculos matimáticos.-