Papelonia del Sur 2

Mi hermanita llegó esta tarde a casa trayéndome un regalo. Primorosamente envuelta, venía una botella de whisky escocés
“The Glenlivet”. La muy pícara sabe que me gusta y seguramente algo me querrá pedir.
—Me dijiste que te comentara un trabajo de un escritor llamado Zepol…

—Así es, pero si no quieres, no te preocupes …lo criticaré yo-

—¡No, no! Lo haremos entre los dos…

—Te advierto, Rita, que no quiero ser crítico de tu revista, porque no estoy capacitado para criticar a nadie.

—Lo que pasa es que vamos a tener mucho trabajo con la revista, porque la mitad de ella va a estar dedicada a comentarios y críticas. Los lectores nos enviarán sus trabajos para que se los critiquemos y una vez que lo hagamos. elegiremos a los mejores y los enviaremos a cuanto concurso y certamen haya, ya sea acá en la Argentina o en el extranjero. Además los publicaremos en la revista y más adelante veremos de publicar algún libro.

—Veo que has tomado muy en serio esto. Ojalá te vaya bien esta vez…

—¡Siempre me fue bien!

—¡Pero no ganaste un peso!

—¿Cuándo aprenderás que existen otras cosas en la vida, que gratifican más que el dinero?

No quise seguir discutiendo. Pero sigo pensando que mi hermana es una soñadora incurable. Además se rodea de todo tipo de perdedores, literatos fracasados y toda esa ralea que es fácil de encontrar en cuanta inauguración, muestra o exposición de arte que sirvan bocadillos y algo para beber.
Me pregunto: ¿Porqué no saca de ahí un crítico para su revista? La respuesta es obvia. No confía en ellos y es demasiado profesional para aventurarse a contratar a alguien que le pueda fallar.
No tengo más remedio que tomar la segunda lección de Crítica Literaria, acelerada y condensada.

Segunda lección de Crítica Literaria, acelerada y condensada.

Esta vez trataremos sobre la Métrica y la Rima, diciendo que en nuestra revista no aceptaremos estos recursos bárbaros, que ya no se usan ni como deporte.
En el tiempo en que los hombres no poseían recursos gráficos, debieron alargar la vida de sus ideas por la transmisión oral.
Como era necesario confiar en la memoria de los transmisores, amoldaron los textos en forma ajustada y de fácil recordación.
Así nacieron la Métrica y la Rima.
Casi todas las leyes, teogonías y libros sagrados de la antigüedad, revisten formas métricas en sus originales.
El verso era una percha terminada en el gancho de la rima, que se colgaba en el ropero de la memoria.
Ahora dicen que la rima es un opio barato que se administra al lector, para adormecerle ante el contenido esencial del poema.
La mayoría de los versos rimados, hacen el efecto de las Bandas Municipales, cuyo exceso de bombo y platillo, sofoca lo más precioso de la obra.
En cambio el “versilibrista” debe interesar a base de talento y poesía pura, porque la vacuidad de un verso libre, resalta sin atenuación o engaño.
La Métrica fue el pantalón corto de la poesía y ahora la poesía es adulta.

Creo que a mi hermanita “le chifla el moño” si cree que me voy a aprender todo eso de la Rima. A mi parecer si no hubiera rimas, no habrían coplas ni canciones y hasta la más modesta letra de una canción, tiene versos rimados.
En fin, veremos que pasa con Papelonia del Sur. Recuerdo que tengo muchos amigos cuenteros, a quienes pedir ayuda si se me pone difícil.
Ahora me voy a probar este whisky que me regaló. ¡Salud!