Érase una vez, en el dedierto marroquí, un anciano que tenía dos hijos. Estaba en el umbral de la muerte, después de la cual llamó a sus hijos junto a sí y les dijo:- ¡ Oh, hijos míos! Ya como saben, está muy próximo el término de mi destino. Por lo tanto les he llamado porque quiero escribirles mi testamento para que se puedan repartir mis bienes de manera fácil y sin apuros.-
El anciano falleció en la misericodia de Allah El Altísimo y, seguramente, los hijos deberían repartirse los bienes de su padre. El difunto sólo les dejó en herencia una carpa tendida en medio del desierto y cinco corderos. Asimismo, en cuanto a los corderos declaró en su testamento que el hijo más grande sacara la mitad mientras que el otro heredero recibiera tercio.
Los hijos no supieron ni tuvieron la menor idea de cómo se podría repartir esa herencia tan complicada.
Entre tanto Bahlúl era un pastor y siempre llevaba a su ganado a un oasis, situado muy cerca de la carpa de los dos hermanos, para dejarlo correr, pacer y del río beber. Ese paradero donde Bahlúl solía guiar a su ganado era un campo cuyo susurro de agua te hace sentir una verdadera frescura y unas palmeras proporcionan una agradable sombra.
El hijo mayor le pidió a su hermano que fuera a inspeccionar los contornos del oasis para buscar a Bahlúl para exponerle el caso de herencia igual iría a adivinarlo.
El hermano menor encontró a Bahlúl que estaba sentado al pie de las palmeras tomando un merecido descanso. Sin tardanza, cogió la mano de Bahlúl y lo guió directamente hacia la carpa donde se situaba el hermano mayor.
Después de buena acogida y servirle a Bahlúl un té sahrawi, los dos hermanos le contaron su problema con mucha precisión. En ese momento Bahlúl les dijo: - ¡ Espérenme aquí! Voy a llevar algo que nos va servir en este caso.-
De pronto regresó llevando uno cordero. Llamó al hermano mayor y le dijo:- ¿ Oye, dónde están los cinco corderos?- Aquí están, respondió el otro.
- ¿ Si añadimos este cordero a los cinco corderos que su padre ya les había dejado en herencia, cuál será la suma total? Por supuesto serán seis, contestó el hermano mayor.- Bahlúl prosiguió:- ¿ Y cuál sería la mitad de seis? Claro que sería tres, dijo el otro. En ese momento le insinuó que sacase tres corderos de los seis.-
Bahlúl le preguntó al hermano menor:- ¡ Dime, tú! ¿ Cuál sería el tercio de seis.- serían dos, dijo el hermano menor. ¡ Qué esperas, hombre! Dos corderos serán para tí, declaró Bahlùl.
Los dos hermanos le dijeron a Bahlúl que aún quedará un cordero más. Al parecer esta división de herencia que has hecho no está completa, siempre añadieron los dos hermanos.
Con sonoras carcajadas les respondió: - ¡ Qué torpe son ustedes! Este cordero es mío, sólo lo he llevado aquí para poder repartirles la herencia de su padre. -
El hermano mayor estuvo muy satisfecho de ese remedio, y dijo:- Este hombre, sin duda alguna, es un maestro porque supo solucionar la adivinanza que nos había recitado nuestro padre. En realidad no entendí cómo pudiera acertar un caso que, acertadamente, no tendría remedio, siempre añadió el hermano mayor. |