Nota: Sacado del libro LOS MISTERIOS DEL SEÑOR BURDICK
Autor: Chris Van Allsburg
(Cada misterio tiene la imagen y la primera línea. El resto depende de la imaginación del futuro escritor.)
http://youtu.be/IXe2WYxLicE

Fue un despegue perfecto

— ¡Solterona mentirosa! —Dijo la mamá muy enojada.
— No hables así de mi difunta hermana Ifigenia —contestó el papá.

Iván con lágrimas en los ojos cerró la puerta de su cuarto, se escondió en el closet y también cerró la puerta de éste, para no escuchar los gritos de sus papás. Al sonar en el reloj del primer piso las doce horas en punto de la noche, apareció su querida tía Efi, a la cual el niño esperaba con ansia, como siempre la tía Efi llegó envuelta en brumas y con un olor peculiar.
— ¿Por qué mi mamá está enojada contigo? —preguntó el niño.
—JaJaJa, —se rió de la extraña manera en que ahora lo hacía la tía, y le contestó— porque no les dije a tus papás, donde están los centenarios que me dejó tu abuelo cuando se fue de este mundo. Por más que los busquen nunca los van a encontrar.
— ¿Y donde están? —quiso saber el niño.
— A su tiempo lo sabrás, pues ese dinero es para ti. Ahora tengo que avisarte, que dentro de tres días, ya que cumplas nueve años, vas a dejar de verme. –Dijo ella con tristeza.
— ¡No! —protestó el niño— ¿por qué?
— Porque así está escrito —dijo ella— además no seas tan preguntón.
— Pero si ya no te vuelvo a ver, ¿cómo voy a saber dónde está el dinero? — Insistió Iván.
— Ya que seas grande, en sueños, te lo voy a contar y vas a ser muy rico —susurró la tía—, ahora ya me voy pues necesito un gato y todos los que me ven salen huyendo.

En la mañana, a la hora del desayuno, Iván preguntó a sus papás:
— ¿Mi hermanita en el cielo, juega o qué hace?
— Como era una bebita cuando murió, ahora ella está en una nube, tiene alitas de angelita en su espalda y toca un arpa junto a Diosito. —contestó la mamá. Iván por más que pensó, no se imaginaba a la gorda de su tía Efi con alitas y tocando un arpa.
— ¿Cuándo murió la tía Efi adonde fue? —pregunto con curiosidad el niño.
— Derechito al infierno, —contestó de inmediato la mamá.
— ¡No es cierto! —replicó el papá— está en el cielo con Dios aunque ella no toca el arpa. Y apúrate a desayunar Iván, porque vas a llegar tarde a la escuela.

El Michí, un hermoso gato negro con blanco, que dormía antes en la cama de Iván y que ya no lo hacía desde que comenzó la tía Efi a visitar al niño, con su ronroneo característico, se acercó a la mamá de Iván para que le diera pan con leche.
— ¡Gatito bonito, quien lo quiere! —con voz acariciante la mamá se dirigió al minino y el gato como siempre se dejó querer.

En la fiesta de cumpleaños de Iván, el Michi al ver la puerta de la casa abierta, se salió y el Firulais, el perro del vecino, lo persiguió. ¡Pobre Michi!, cuando él cruzó la calle sin cuidado un camión lo atropelló. Gran tragedia en la casa, la mamá estaba inconsolable, pero Pepito sonreía al pensar que su tiita ya tenía al gato que necesitaba. A las doce de la noche Iván asomado a la ventana en su casa de la calle Maple, vio por última vez a su tía Efi, montada en su escoba con el Michi atrás de ella, en el preciso lugar donde encontró su destino el gatito, fue un despegue perfecto.