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EL PEZ VOLADOR


Luis Maria era un pequeño salmonete que había nacido la pasada primavera al mismo tiempo que sus centenares de hermanos en una tranquila y rocosa ensenada de la Costa Brava.

Vivía una existencia tranquila y agradable, era una zona a la que los depredadores no sometían a una excesiva presión, por lo que pasaba el día junto a sus múltiples hermanos nadando y nadando sin peligro entre los corales, solo pendiente de conseguir un alimento que le era muy fácil lograr.

Pero a él, la vida le parecía monótona, triste y sin alicientes, siempre hacia lo mismo, nunca se alejaba mucho de los recovecos de las rocas donde se refugiaban al irse la luz y nunca, nunca veía nada diferente a lo que había visto desde que nació.

No era feliz porque sospechaba que había mas cosas, que había otro mundo mucho mas variado que intuía cada vez que se acercaba al superficie y contemplaba el cielo azul, las nubes, los pájaros y la costa al fondo con árboles y colores distintos a los del fondo de la ensenada, y aunque no sabia lo que era el cielo, ni las nubes, ni ninguna otra cosa, veía cosas que no conocía y que se moría de deseos por conocerlas.

Ni un momento dejaba de pensar que existía otra vida muy distinta a la suya, que había otros sitios muy diferentes y experiencias que a él estaban vedadas.

Se había dado cuenta de que el problema era que no sabia moverse fuera del agua y que no podía salir de ella y elevarse, con lo que llego a la conclusión que lo que tenia que hacer era aprender a volar como los pájaros que se desplazaban por el aire, no renegaba de ser un pez pero quería ser un pez volador y estaba seguro que la solución era que tenia que aprender a volar.






Y se puso a la tarea con un inusitado fervor

Al principio, trato de saltar fuera del agua con la intención de a continuación elevarse hacia las alturas, pero solo conseguía un pequeño saltito de unos centímetros y volver al agua, esa técnica no le valía.

Entonces se le ocurrió, que lo que tenia que hacer era llegar a la superficie con mucha fuerza y gran velocidad, se sumergía hasta el fondo y nadaba vigorosamente hacia arriba lo mas vertical que podía, el resultado aunque era mejor que el anterior solo le valía para emerger mas o menos medio metro y caer al agua de nuevo, tampoco le valía.

Llego entonces a la conclusión de que necesitaba un sistema de lanzamiento mas potente, cavilo y cavilo hasta que dio con otra idea, se subía a la cresta de una ola de las que iban hacia la costa dejándose arrastrar por ella y en un momento determinado, nadaba en dirección contraria saltando hacia atrás desde lo alto, así consiguió vuelos de uno o dos metros dependiendo de la altura de la ola, pero tampoco era la solución, pues de inmediato volvía a caer al agua.

Y siguió y siguió dándole vuelta a sus pensamientos, hasta que se convenció de que él por si mismo no podría nunca volar, necesitaba una ayuda, alguien que le transportara y sabia quien podía hacerlo, algún pájaro, había visto que de cuando en cuando los pájaros bajaban y cogían de la superficie algún pez, remontando con ellos hacia las alturas, esa era la solución, trataría de convencer a alguno de que le diera un viaje y así conseguir calmar su sed de ver mundo.

Tenía que lograr llamarles la atención para que le ayudaran, con lo que empezó a ponerse muy cercano a la superficie cuando mas brillaba el sol para que se reflejara en sus preciosas escamas rojizas, estaba seguro que así algún pájaro le vería y decidiría cogerle.












Estuvo probando varias días sin suerte, hasta que un precioso atardecer en que el sol se metía ya en el horizonte e inundaba el mar con una preciosa luz rojiza que al reflejarse en Luis Maria le hacia aparecer como un rubí destellante, una gaviota le arrebato en su vuelo rasante.

Sintió como se elevaba mas y mas, quedándose extasiado con la belleza del mar visto desde la altura rompiendo en la costa, con los pequeños barcos de variados colores, los diferentes tonos verdes de los árboles, pudo apreciar la altura del acantilado y la bola roja del sol desapareciendo en el horizonte, que nunca pensó fuera tan lejano y le pareció lo mas maravilloso que había vivido, y le pareció que tenia razón, y le pareció que la visión merecía el esfuerzo que había estado haciendo, y le pareció que no había estado equivocado, era feliz.

Felicidad que le duro solo unos instantes ya que la gaviota cumplió con su ciclo vital y le devoro enseguida.

Y aunque no podemos saber cual fue el ultimo pensamiento de Luis Maria, probablemente dio por bueno su final al verse cumplido su mas intimo deseo.


Fernando Mateo
Octubre 2014

Texto agregado el 12-10-2014, y leído por 290 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-10-2014 Su más intimo e INTENSO deseo. La persistencia es una virtud, una no muy cultivada por las criticas sociales, pero la que te lleva a las alturas deseadas. Hermosa lección de vida. Un abrazo. SOFIAMA
 
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