Lágrimas de Plata (*)
Quillamama, tu invicta belleza ilumina la noche,
Majestuosa señalas el paso del tiempo.
Tus lágrimas de plata adornan sagrados santuarios,
Los hombres antiguos sabían de tu magnético poder.
Yo sé que eres amiga de los espíritus del agua
Del agua no tocada por el sol, la que cura todos los males
Te ruego que me cures de mis males de amor.
Quillamama, muéstrame si volveré a ver a mi amada
Tú que eres la madre del tiempo y las estaciones
Dame la señal para saber si la volveré a ver algún día.
Si tengo esa dicha y me es concedido dejarla preñada
Estoy seguro que tú velarás por ella en mi lugar.
Quillamama, has sido amada y venerada por los hombres
En diferentes épocas, lenguas y lugares,
Hoy te veo reflejada sobre el lomo de las quietas aguas
Cuando me apresto a partir lejos de mi patria,
Dime por favor, qué será de mí y de mi querencia,
Dime si me concederás muchas noches más para admirarte
Igual que el zorro, cantándote desde la cordillera.
(*)Nota.-
Quilla o Quillamama es el nombre que le daban los incas a la Luna. Era considerada la hermana y esposa de Inti, el dios Sol, y poseía un bello aposento con láminas e ídolos de plata al interior del templo del Qoricancha, en el Cusco.
Los antiguos peruanos rindieron culto a Quilla invocando su protección a las mujeres y bebes durante el parto. En la costa norte del Perú su culto fue muy fuerte desde tiempos remotos. Los mochicas y chimús, por ejemplo, le llamaban “Si” y le entregaban ofrendas y sacrificios humanos en hermosos templos piramidales como la Huaca de la Luna, cerca de Trujillo. Lo curioso es que los costeños consideraban al astro selenita como una divinidad de atributos masculinos, a diferencia de los pueblos de la sierra que trataban a la Luna como una amorosa madre protectora.
Existe un mito que narra la infidelidad de Quillamama. Resulta que un hermoso zorro se había enamorado de la diosa y le imploraba cada noche que accediera a sus requerimientos, hasta que la Luna convencida de su amor decidió soltar una soga de plata por donde el zorro ascendió y llego a su amada para nunca más separarse de ella. Cuentan los indígenas que al zorro aún se le puede ver como una silueta que cubre la superficie de la Madre Luna.
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La ceremonia del Té
Sueño con un tigre reflejado en las quietas aguas del río Ganges,
Mientras una bandada de aves vuela sobre una alfombra de flores de loto.
Sostengo entre mis manos una fina tetera de jade y sirvo el humeante té,
Mientras las ardientes brasas iluminan el sereno rostro de mi amada.
Los potros salvajes
Como una mágica aparición
Cruzan la llanura los potros salvajes,
En sus cascos llevan atrapado
El delicado perfume del pasto tierno.
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