Así pasaron Karina y Fernando viéndose en el parque por todo un mes. Aunque Karina le había prometido a Sandra que, aunque vería a Fernando, la iba a ayudar con el servicio comunitario, ninguna de las veces que fueron la ayudó en absoluto. Estaba más preocupada por ver a Fernando y hablar con él. Pero a Sandra no le importó. Estaba más preocupada por estar con Marcos que por la promesa de su amiga. En fin, terminó el mes del trabajo comunitario. Todos lo sabían, excepto el padre de Karina. Cuando notó que Sandra ya no venía a recoger a Karina se extrañó, pues Karina seguía yendo al parque todos los días. Un día le preguntó a su hija por qué Sandra ya no venía a recogerla. Le dijo que Sandra había tenido ciertos problemas y que por eso ya no venía. El padre creyó la mentira. Pero el trágico día llegó, cuando su padre de todo se enteró.
-Espero que Karina tenga mi cuaderno de biología –pensé tocando la puerta de su casa. Su padre me abrió y me invitó a pasar.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes Sandra, ¿qué se te ofrece?
-Vine por un cuaderno que le presté a Karina.
-Bien, pasa y siéntate. ¡Karina!
-¿Qué pasa? –dijo Karina desde su cuarto.
-Sandra vino por su cuaderno.
-Ah si, enseguida se lo doy.
El padre de Karina y yo nos sentamos. El me veía a mí de manera preocupada.
-¿Cómo te ha ido Sandra? ¿Has tenido algún problema recientemente?
-No. ¿Por qué lo pregunta?
Por nada –cruzó la pierna-. Es que Karina me dijo que habías tenido problemas recientemente.
Fue entonces que comprendí el embrollo en el que Karina me había metido.
-Ah si –titubee-. Esos problemas ya los superé.
-Qué bien. ¿Y el trabajo comunitario?
-Bien. Ya lo terminé.
-¿Solo tú?
-Todos.
-Ya veo… Sabes, es curioso que Sandra aún siga yendo a hacerlo. ¿No lo crees?
Pensé un momento. Estaba metida en una verdadera encrucijada. Cualquier cosa que dijere podría afectar seriamente a Karina.
-Seguro no lo hizo bien contesté. El solo me miró. En sus ojos podía ver una expresión de sospecha. No me había creído.
-Sabes algo –me dijo luego de guardar silencio por cinco minutos-, te voy a decir un secreto: Karina está embarazada.
-¿Qué? –dije sorprendida.
-Si. Ya lleva tres meses que no le viene la regla y he notado que su vientre está un poco más prominente.
-Pero yo no lo he notado.
-Es porque lleva ropa especial. ¿No lo has notado?
-ahora que lo menciona, el lunes si la vi con ese tipo de ropa.
-Y lo peor de todo es que no se quién es el padre. Pero sospecho de alguien: Fernando. Desde el primer día que lo conocí supe que no era un buen chico. Y tú Sandra, ¿no sabes nada?
-¿Por qué lo pregunta? –dije nerviosa.
-Porque hace dos meses vino con el cabello desordenado, la ropa sucia y parecía que tenía pasto en su cuerpo.
-Imposible –dije levantándome-. Todo el mes que estuvimos en el parque nunca la vi venir así después de estar con Fernando.
-¡Aja! –Exclamó el padre levantándose-, ¿De manera que Karina sigue viéndose con ese desgraciado?
Me desplomé en el sillón y puse las manos sobre mi boca. Comprendí que lo del embarazo fue una mentira, astuta y sutilmente planeada. Había revelado el secreto que tanto trataba de ocultar. En ese instante Karina bajó mi cuaderno.
-Toma Sandra, aquí tienes tu cuaderno.
-¿A si que sigues viéndote con Fernando verdad?
Karina solo me miró y luego miró a su padre.
-¡Responde!
-Si.
-Que bien. ¿Y sabes qué? Estás castigada. A tu habitación. ¡Ahora!
-No.
-¿Qué dijiste?
-Lo que oíste.
-¡No me hables así jovencita!
-Yo te hablo como yo quiero. ¡Y desde ahora me da igual lo que me digas u ordenes! Fernando y yo seremos felices. ¡Y nadie nos va a detener!
Karina arrojó mi cuaderno al piso y salió enojada, cerrando la puerta violentamente.
-Eso ya lo veremos –dijo el padre mirando enojado la puerta.
***
Karina estaba sacando cosas de su casillero. Yo me encontraba a cierta distancia de ella. Estaba nerviosa. No sabía como iba a reaccionar Karina después de lo de ayer. Me acerqué con cuidado, procurando que no me viera.
-Hola –dije cuando me acerqué lo suficiente a ella. Karina solo me miró y después siguió con lo que estaba haciendo.
-¿Estás bien?
No hubo respuesta alguna.
-Karina lo siento, ¿bien?
-No, no lo sientes.
-Si, lo siento mucho.
-No te importó la promesa.
-Si me importó Karina.
-Si te hubiera importado no habrías dicho nada –dijo casi llorando.
-Oye, no fue culpa mía, ¿de acuerdo? Tu padre me comenzó a hacer preguntas. Yo trataba de no decir nada y procuré que mis no involucraran a Fernando. Entonces me dijo que estabas embarazada y que sospechaba de Fernando y… se me salió.
-Si claro.
-Bien. Sabes qué, olvídalo. No me importa. Yo se que no fue culpa mía; además. ¿Por qué me involucraste después del servicio comunitario?
-Porque necesitaba una excusa para que mi padre no sospechara.
-¡Anda! ¿A si que ya solo soy una excusa verdad?
-Pues una amiga no eres.
-Suficiente, ya no toleraré esto más. Ya no somos mejores amigas.
-Pues creo que nunca lo fuimos –dijo Karina cerrando violentamente su casillero.
-¡Oye Sandra!
Me di vuelta. Marcos venía hacia mí.
-Parece que tienes asuntos que atender.
Karina se dio media vuelta y se fue. Marcos llegó unos segundos después.
-¿Qué le pasó a Karina? –preguntó.
-Larga historia.
-OK. Oye Sandra, quisiera hacerte una pregunta.
-¿Cuál?
-¿Quisieras salir conmigo en una cita?
Me quedé sin palabras. Nunca en mi vida creí que esto pasaría. Solo lo había pensado (e incluso lo soñé en varias ocasiones), pero nunca supuse que en verdad pasaría.
-Si –contesté finalmente. Marco suspiró.
-Perfecto. ¿Te parece mañana a la una de la tarde?
-Si.
-Bien, hasta la cita. Adiós.
-Adiós.
Marcos se despidió de mí con la mano y yo hice lo mismo. Brinqué de la alegría. El chico de mis sueños por fin se había fijado en mí. |