Hoy lo podemos ver en la pantalla de TV exponiendo sus teorías sobre un crimen, en este caso, el de Gervasio, cuya muerte remeció el ambiente artístico de los años noventa. Es un experto criminalístico de gran fama, luego de haberlo conocido yo en otros menesteres.

Este emprendedor varón las hizo todas antes de darle el palo al gato, como decimos acá cuando alguien consigue por fin un éxito tan anhelado. Las ofició de chef en restaurantes importantes y viajó al sur con su hijo para buscar otros horizontes. Previamente, había incursionado en la confección de pizzas, de todos sabores y de calidad esmerada. Al parecer, no fue lo que esperaba, por lo que se perdió por harto tiempo, antes de aparecer con esta nueva profesión, la que le ha rendido más réditos que todas las demás juntas.

Cierta vez me lo topé en el Metro, y me mostró una serie de cajitas, que eran los químicos que le ayudaban a resolver intrincados casos. Pensé que sería una nueva tentativa suya para lograr un estatus que le permitiera mantenerse con su hijo. No niego que me pareció una franca chifladura la suya y que muy pronto me sorprendería con otra incursión.

Pero no. Esta vez, al parecer, encontró por fin un filón que le promete entregarle una gran estabilidad económica y de paso, una fama adquirida por la notoriedad del caso que investiga. No quiero ni pensar si el resultado es que se consigue esclarecer los aciagos hechos y los culpables van a parar a la cárcel. Sus bonos crecerán, será muy cotizado y veo en un futuro no tan lejano, un libro escrito por sus propias manos para narrar sus casos más emblemáticos.

Mi vieja, Miss Marple, sonríe cuando lo ve y me recrimina de paso: -Allí tienes un hombre que no vive de sueños.
Yo le retruco –No pues, si él también es un soñador. Sólo que encontró la hebra antes que yo.
-¡Que hebra ni que ocho cuartos! Míralo y envídialo. Ahora se codea con puras celebridades.
-Espero que no haya dejado de soñar por culpa de esto – le respondo, ya sin ánimo de continuar con la discusión.

Me alegro mucho por él, pero espero que no claudique y aparezca cualquier día vestido de marinero. Porque él, es capaz de hacerlo, no lo dudo.