El destino es algunas veces caprichoso, o tras jugeton.
Nunca sabe uno que sucesos marcarán nuestras vidas.
Las prisas inundan la vida de cualquier ciudadano de a pie.
Por eso Raimundo nunca tenia tiempo de organizarse.
Todo empezó aquel día que se le olvido ir a comprar era fiesta.
Y no tenia nada que comer se puso frente al fogón miró
una vez y otra... La despensa, el frigorífico, y pensó...
¿Què almuerzo yo hoy?
Salió a la calle dispuesto a superar el reto del hambre.
Esperando encontrar algún local o tienda abierta.
No hubo manera todo cerrado así, que vagó con las manos en los
bolsillos, y rugièndole las tripas, calle abajo, y calle arriba.
Hasta que estalló y exclamo...
¡¡ Mi alma por un potaje !!.
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Dicho esto una ráfaga de aire le envolvió en una especie
de tornado repentino, y cuando este cesó se encontró
Que en una mano tenia una salten, y en la otra una espátula.
--¡¡Pardiez pensó!!... ¿¡¡Què hago yo con una salten y una espátula!!?
Estaba tan hambriento que ni se cuestionó aquel suceso o prodigio.
Ya había anochencido y viendo que el hambre no cesaba.
Se fue a su casa apesadumbrado y con aquellos utensilios culinarios.
Una vez en la cocina puso de forma instintiva la sartén en el fogón.
Y por arte de magia sin encender lumbre, la sartén empezó
A crepitar, como cuando salpica el aceite en una sartén caliente.
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No pudo por menos que decir en voz alta...
-- Qué no daría yo... Por un entrecot de ternera, bien asada con sus
patatas, y salsita.
Y ante sus ojos se hizo el milagro y apareció un enorme bistec
que sin pensarlo se comió antes que este desvaneciera.
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Se metiò la mano en el bolsillo era un gesto muy comùn en èl.
Y hallò una nota que decia...
Dejo mi sartèn y espàtula màgica.
" Al nuevo talento culinario".
Advirtièndole que aquello era algo pasajero.
Que duraria lo que perdurara el brillo raseado de la luna de Oriòn.
Que solia ser tres raseados dias , con sus tres noches plateadas.
Sortilegio estelar que entrelazaba los dos mundos y alteraba el destino.
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De no leer aquella nota que se volatizò, dejando un polvillo
plateado y brillante.
Nunca se hubiera fijado en aquel ventanal que inundaba
de luz aquella cocina encantada.
Encantada por unos dias, donde podria degustar
cualquier cosa que pensara.
Y asi fue como Raimundo pudo comer todo
lo que deseaba:
Patatas fritas con huevo y farinato, conejo al ajillo, cochifrito.
Bacalao al pil-pil, migas con chocolate, morteruelo, Lacòn con grelos. etc.
Lo que no se daba cuenta Raimundo era que cuando màs deseaba la comida.
Esta lo transformaba tornàndole traslùcido a veces.
Y otras sòlido de forma intermitente cual semàforo en hora punta.
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Pasar on los tres dias con sus tres noches, y Raimundo se tornò
transparente de forma fija.
Cuando se volviò a materializar se encontrò en
un inmenso hogar.
lleno de viandas, muchos pucheros y utensilios de cocina.
Un gordo cocinero le saludo...¡¡Què tal Raimundo!!
Raimundo llevaba la sarten y la espàtula encantada.
¡¡Hola... dijo!! ¿ Què hago yo aqui ... pregunto?
Bien... parece que has sido elegido el nuevo chef del reino Estelar
--¿¡¡Yo..!!?-Si, fuiste elegido por el Genio cocinero anterior èl te eligiò.
Te diò su sartè y espàtula màgica.
Raimundo se sintiò especial habia sido elegido por el genio culinario.
Tenia su sartèn y espàtula màgica.
Y mucha, mucha, hambre como aquel dia que se quedò sin comida.
Pero en aquel pais la comida estaba por todas partes.
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Asi que Raimundo empezò a pensar que desaba comer...
Y puso la sarten encima del fogòn y ante sus ojos una lubina a la sal
comenzò a dorarse y con su espàtula màgica, le daba vueltas por un lado
y luego por el otro, y asi en aquella enorme cocina miles de lubinas
se hacian a la vez, con miles de futuros aprendices y pinches a su cargo.
Se sintiò contento y feliz siendo el nuevo Genio de aquel pais culinario.
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