Por la madrugada se encontraron dispersos docenas de cuerpos inertes sobre la Avenida Perito Moreno. Tenían en común un sello grabado sobre el omoplato izquierdo. Los cuerpos estaban situados a la izquierda del portón que daba lugar a un asentamiento de ocupas.
Entre los cuerpos se encontraba una mujer madura de origen africano sostenía entre sus manos, un paraguas cerrado de terciopelo color púrpura, con puntilla amarilla y un sobre de color sepia cerrado con un sello. La mujer identificada como Madame Tarquín, una mentalista muy conocida en el barrio. Los demás cuerpos pertenecían a indigentes de la zona y niños que dormían en las calles y a unos cuantos miembros de esta “Comunidad de Marionetas”.
El ambiente de los vecinos era de temor todos conocían la existencia de los Hurgoneros pero nadie se atrevía a hablar sobre ellos. Hasta la policía estaba enterada de esta comunidad.
Mariza, una niña que vivía cerca de la avenida, conocía a uno de ellos: Dante; era el más dócil de los hurgoneros. La visitaba todos los domingos por la noche cuando el Sr. Corbusier no requería de su presencia. Él, le narraba las leyendas de la comunidad. También le contaba sobre su vida, adentro y como cada uno protegía a los demás. Para el Sr. Corbusier, ellos representan un inmenso rompecabezas: un mapa. Sus nombres están grabados en la sien y les había enseñado a cada uno el placer de sobrevivir. Para muchos el gran maestro pero para otros un gran obstáculo.
Continuará...