Lo que brota desde la garganta. Traga un poco de saliva para aclarar las ideas. ¿Qué ideas? ¿Acaso las ideas no se piensan antes? Más bien como una verborragia necesaria para seguir adelante. Lo que brota de los corazones, y agradezco al cielo que me envuelve en caricia de emociones. Sentir la brisa y sentir el miedo. Internalizar lo que hace sensaciones en tu cuerpo. Comunicarte. A vos, específicamente a vos, que agradesco tu vuelo. Que creo en tu crecimiento, en tu superación, en un porvenir alado, de semillas y dientes de león. Creo en mi enredadera de paci flora. En el destino que la unió con aquel muro del cual jamás se separara. Creo en las semillas de césped como gesto de desprendimiento, para enraizar en alguien más. Creo en los diálogos afectivos después de mucho tiempo, re-conexiones que sanan el alma. Aprender a escuchar. Creo en el aprender. Creo que aunque tenga miedo no me detiene el porvenir. Creo en este amor que hace viva la pasión de vivir. Creo realmente que no importa si te vas. Vuelvo a hacerme cargo de mis pies, mutando en tierra, mutando en tallo y flor en el vientre. Mejor así conciencia, pegadita al alma, desplegada entera en un sinfín de palabras que viajan y se deforman hasta llegar a ningún lado específico, porque no importa dónde; no importa cuándo. Esto no es nada, son tan sólo momentos. Creo en los encuentros.