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Recordando…


Sábado 11 horas
Terminé de escribir un cuento para el diario de Derqui. Ayer me animé a escribir un poema , también para el Concurso. Mi mujer lo leyó y se atragantó con el café al leerlo. Le saltaron lágrimas de risa. Con eso me doy por satisfecho, aunque salga último en el concurso. Hacer reír a la gente, me encanta. En cualquier momento lo subiré. Lástima que el poema es de amor y
sufrimiento…

13 horas,
Llegaron familiares a almorzar. Los saludo con cariño y corro a la compu a ponerle una nueva clave para que mi jermu no les muestre mi poema a los parientes. Pero les está contando y se ríe a gritos y los vejestorios le hacen coro. Me hago el boludo, que no me cuesta nada.

15 horas
Mi cuñada, que sabe que siento alguna simpatía por ella, me pide en forma melosa que le muestre la poesía de la que habló mi esposa. Me niego rotundamente.

16 horas.
Me llama mi tío y me da un sermón diciéndome que no debo leer en casa mis escritos, porque el mundo doméstico y bla-bla-blá. Se queda dormido en el sillón antes de terminar.

17 horas.
Como es habitual, mi mujer sirve el té con scones y tarta de frutillas. Se escandaliza porque yo prefiero tomar mate y manda a la nieta de Doña Sofía que me cebe.

19 horas
Ya se fueron. Me pongo a leer el diario Clarín. No logro encontrar lo que busco. ¿Quién me habrá sacado la página de la Claringrilla? Voy a Diógenes y el linyera y como siempre me aliviana el corazón.

20 horas
Me iré a dar una vuelta por el Centro. Quizá juegue al billar con los muchachos.
Mi jermu se queja que la dejo siempre sola.. Me dan ganas de decirle que se consiga un pata`elana pero me contengo porque mañana es Domingo y quiero ir al fútbol sin problemas de conciencia. La invito a que me acompañe al billar y se ofende terriblemente. Me encojo de hombros y salgo.
La noche es joven….

Domingo (noche del sábado)
22 horas.
No hay nadie en este maldito pueblo. El Salón de billar está vacío y el Tuerto Irízar me dice que tiene ganas de cerrar. Pero no de cerrar por esta noche, sino ganas de cerrar definitivamente. La juventud ya no es como antes. Casi no viene a los billares a mezclarse con los hombres, para aprender de la vida, como hacíamos antes. Ahora se juntan en las partes más umbrías de las
plazas, chicos y chicas, a fumar un porro y a beberse una cerveza de un litro que han comprado entre todos.
—¡Y pensar que por estos críos nos jugamos la vida tantas veces! —exclama con bronca. Me apresuro a partir, no vaya a ser cosa que el Tuerto se ponga nostalgioso y me arruine la noche.
Pero mi noche está arruinada. No encuentro a nadie conocido y pienso en mi mujer que en casa debe estar viendo la tele, sola, como no se lo merece.

23 horas.
La cara de alegría de mi esposa al verme regresar, me reconforta.
Revolotea a mi alrededor, ofreciéndome café, un whisky o si quiero comer algo liviano.
—En la tele no hay nada interesante…—me dice —Pero tengo unas películas si quieres ver… A no ser que prefieras ver Bailando por un sueño…
Me negué a ver esa basura y decidimos escuchar música. Un poco de música de antes, de nuestros tiempos.
Se ríe contenta y comienza a buscar los viejos álbumes. Yo preparo el viejo Winco que lo cuido como a una reliquia y ella coloca el primer LP.
Desfilan ante nuestro arrobamiento, Neil Sedaka, Paul Anka, Elvis Presley, Los 5 Latinos, Nat King Cole,etc.
Naturalmente, bailamos como locos.

1 de la mañana (Domingo)
Cansados de bailar y mientras preparo un par de whiskys más, ella pone un disco que a ambos nos trae recuerdos terribles. Son los chicos de Abba y la canción Chiquitita.
Nos miramos a los ojos y sabemos que todo está bien. Que todo ha sido superado.
Igualmente lo quito del tocadiscos, antes que termine. Nos abrazamos y nos vamos a la cama.

03 horas
No logro dormirme. Me levanto silenciosamente, aunque sé que mi señora está despierta también, aunque finja dormir.
Bajo a mi sillón favorito, me sirvo un buen trago de Vat 69 y comienzo a recordar:
La canción Chiquitita sonaba estrepitosamente. Era la canción preferida de Hormiga Negra, un torturador maldito a quien le encantaba escuchar esta dulce canción mezclada con los gritos de dolor de los torturados. Muchos juramos vengarnos algún día y en las noches o después del horror imaginábamos mil atroces venganzas contra Hormiga Negra.
Los pocos que logramos sobrevivir, escapamos a otros lugares, a otras patrias.
Basta de luchas idealistas para nosotros. Teníamos el terror incrustado en nuestras almas.
Un día, en un generoso lugar de Europa, donde estaba viviendo, recibí una carta. Era de Irízar. Me invitaba a asistir a un gran evento en una quinta del Gran Buenos Aires, donde el invitado principal era Hormiga Negra.
Leer ese nombre me estremeció. No sentía odio, sino miedo. No iría. De ninguna manera. Y menos ahora que mi país había invadido las Islas
Malvinas. Cualquier cosa podía suceder. Los ingleses no se iban a quedar quietos.
No sé qué fue lo que me impulsó a viajar. Posiblemente fue patriotismo, porque
no tenía ningún deseo de venganza.
El día señalado para el “evento”, me encontré en la quinta con muchos camaradas y ex compañeros de militancia. Hombres y mujeres. No todos estábamos blanqueados. A muchos de ellos todavía los buscaban y seguramente serían ejecutados en cuanto los encontraran.
—¿De qué se trata todo esto? —le pregunté al Tuerto Irízar —¿Acaso le vamos a hacer un Juicio Sumario al Hormiga Negra?
—No creo que nadie quiera premiarlo con un juicio. Ya está condenado a morir, desde hace mucho tiempo. Ha llegado el momento de la ejecución…¿O ya te olvidaste de las torturas que te infligió? Yo no me olvido que me arrancó un ojo usando una cuchara…

Me senté debajo de un árbol a meditar. Me temblaba todo el cuerpo. Tenía miedo de lo que fueran a hacerle. Sentía pena por estos muchachos que iban a cargar por toda su vida, con la culpa de haber matado a un hombre a sangre fría. Una cosa es matar en el fragor de una batalla, donde no sabes si tus tiros dieron en el blanco y otra muy distinta es lo que iban a hacer ahora, por mucho que se lo mereciera.
De pronto, interrumpió mis pensamientos la música de Chiquitita a todo volumen en el interior de la vieja casa. Corrí hacia allá. Estaban casi todos, unas veinte personas rodeando a Hormiga Negra, quien estaba atado a una
cama sin colchón, solo con el sommier metálico. Su rostro era de una palidez mortal y gemía pidiendo misericordia con los ojos desorbitados por el espanto, sabedor de lo que le esperaba. Veía a cada una de sus víctimas decididas a
convertirse en victimarias. El Tuerto Irízar le mostraba una cuchara a la que le había sacado filo en uno de sus bordes, Eliana tenía entre sus manos una tijera grande, similar a la que usaba el Maldito para cortar los pezones a las mujeres,
otro tenía unas tenazas de dentista. Cerré los ojos a tanto horror y no me salía la voz para detener esa locura que se avecinaba.
Súbitamente se abrió la puerta y apareció una muchacha. Portaba una metralleta Uzzi. Tranquila y fría, con una voz sin matices nos ordenó alejarnos un paso atrás.
Seguidamente le disparó una ráfaga en medio del pecho y ese fue el fin de Hormiga Negra.
Acompañé a la chica entre los asombrados y estupefactos vengadores. La subí al automóvil que había llevado y en el camino de regreso a mi casa la obligué a arrojar la metralleta al río, cuando pasamos sobre el puente. Me pidió que la
dejara cerca de un camino vecinal. Allí se despidió diciéndome.
-No olvides nunca que la felicidad , solo la encontrarás en tu tierra, en tu casa, con los
tuyos..
No supe que responderle

05 horas
Me voy a la cama. Estoy agotado. Creo que no iré a ver Boca-River aunque tengo una platea. Se la regalaré a alguien. No tengo ganas de futbol.
Mi mujer está despierta.
Me dice:
—Estás muy inquieto. No olvides que la felicidad solo la encontrarás en tu casa. No la busques en otro lugar…

Otra vez no supe que responderle…

Texto agregado el 30-09-2014, y leído por 229 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
01-10-2014 Muy buena su historia Don Edy. Esto no es ficciòn. Lo felicito alexandrocasals
30-09-2014 Muy bueno y detallado tu relato.No tanto la parte violenta,pues en Latinoamérica ha sido pan de cada día.UN ABRAZO. gafer
30-09-2014 Wow... qué fuerte, creo que fue una época muy dura para tu país, aquella. Saludos. PiaYacuna
 
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