Casi no podía mantener el pulso, me tuve que sentar, con su carta en la mano, las lagrimas me cayeron, no lo podía creer.

Hacia mucho tiempo que no tenía noticias de ella, ciertamente tenía esperanzas de un día, tarde o temprano, poder volver a encontrarla y poder estar juntos de nuevo, pero ahora ese sueño se esfumaba para siempre.

Ella fue mi inspiración, mi aire, mi alegría, mi todo y mi nada, con solo un abrazo me elevaba y cuando se acordaba me alejaba de ella.

Es una mujer que no quiso estar conmigo, pero estuvo como ninguna, la persona que tenía su camino pero me agarraba de la mano para seguirla.

No compartimos teatro, ni paseos, solo compartimos nuestras almas y nuestros sueños, si tan solo no hubiese dejado que escapes, si hubiese podido decir las palabras correctas en el momento preciso, pero no tuve el valor.

Su adiós no fue tan doloroso como su carta, había estado con el hombre equivocado, en el momento equivocado y debía huir para no volver, y yo que no puedo salir de aquí, sin poder hacer nada, sin poder volver el tiempo atrás, sin ella, sin mi.