PARTE DOS
Desde el norte del estado de Chihuahua, una región a la que solo agua le hace falta, avanzamos a galope hacia el este siguiendo la cabalgata de Pancho Villa hasta Mapimí, rememorando los aciagos días del México revolucionario.
Nos adentramos en la enigmática Zona del Silencio. El Bolsón de Mapimí es una depresión natural que abarca parte de los estados de Durango, Coahuila y Chihuahua; en su aridez, el misterio de este desierto crece porque nada se oye y todo se pierde, las brújulas enloquecen, las ondas de radio se distorsionan; en este lugar mágico las piedras son imanes y las leyes de la naturaleza parecen trocarse. Solo parece, porque con cierto desencanto me doy cuenta que es un mito, pero no importa, pues la naturaleza en sí misma es mágica.
Ya nos vamos despidiendo de las planicies desérticas y de la cultura paquimé para entrar al vasto territorio de Mesoamerica, región del continente norte y parte del central dotado de recursos exuberantes, cuna de culturas altamente desarrolladas mucho antes de la conquista.
Llevamos el camino del sol, con él nos dirigimos hacia la costa del pacífico atravesando valles y cañadas que los ríos y la lluvia han cincelado en la dura roca de la Sierra del Nayar.
La tierra de los Coras, Huicholes y tepehuanos se ha vestido con el verde de los pinos y los robles, y en este escenario, bajo la mirada de tsikuri (1), emerge la figura legendaria del jefe Naye, gobernante de la tribu Xécora, alma de la resistencia indígena contra la ocupación del español Nuño Beltrán de Guzmán.
A trote bajamos hasta Jalisco, a los azules valles del agave, lugar de jimadores (2), alquimistas del elixir: estamos en Tequila. Y haciendo a un lado el estereotipo del mexicano enfundado en traje de charro, mujeriego, parrandero y macho, opto por hablar de José Antonio Torres, insurgente que en esta región continuó la lucha de Allende. Torres también fue capturado y sentenciado a una muerte terrible (toda muerte es terrible, pero los conquistadores de cualquier época parecen tener predilección por el terror), es arrastrado, ahorcado y descuartizado el 23 de abril de 1812.
Es duro reconocer que las decapitaciones y sacrificios humanos que los aztecas y otros pueblos del México precolombino tenían como práctica común; eran también actos de terror, aunque “justificados” convenientemente por el rito religioso (¿Alguna semejanza con el mundo de hoy?).
Un carruaje nos lleva hasta Guadalajara, es el 26 de noviembre de 1810. Las tropas de Hidalgo, después de sendas victorias sobre los realistas, entran triunfantes a la ciudad. Todo es júbilo, es un momento glorioso en la historia, porque este día, Hidalgo ha proclamado el decreto para abolir la esclavitud.
Pongámonos alas y atravesemos fronteras compartiendo la odisea migratoria, como una mariposa más de los millones que desde Canadá van arribando al bosque de oyameles en Michoacán…
Es invierno.
Después del largo camino estamos exhaustas, por un tiempo seremos hojas vistiendo con nuestros colores a los gigantes y en sus amorosos brazos abiertos dormiremos.
Cuando los hilos dorados del sol se cuelen por sus ramas y nos bañen, sabremos que la primavera está cerca, entonces una explosión de vida llenará el cielo y nuestras alas susurrarán al viento.
Sólo espero que cuando nuestros descendientes vuelvan el bosque siga aquí…
La mariposa Monarca se ha ido. Ahora podemos escuchar nítida la voz de las bellas mujeres que cantan dulces pirecuas (3), surgidas de la armoniosa entonación de la lengua originaria de la meseta tarasca.
Pienso en Tariácuri, caltzontzin(4) de los purépechas indomables, pueblo del occidente al que los aztecas jamás pudieron someter.
En otro rincón michoacano, en la Cañada de los Once pueblos, múltiples ramos de azahares evocan el alma indígena, en tanto, nosotros evocamos la historia…:
Después de la muerte de Hidalgo, María Morelos asume la dirección del movimiento y el 6 de Septiembre de 1813, se constituye el Congreso de Anáhuac. En un momento memorable, Morelos pronuncia un discurso de enorme trascendencia por su contenido humanista: Los Sentimientos de la Nación, donde expresa el surgimiento de México como nación soberana, pero es hasta el 22 de octubre de 1814, en la ciudad de Apatzingán, que se decreta la primera constitución.
A partir de 1828 la capital del estado de Michoacán toma el nombre de Morelia (antes Valladolid), en honor al libertador.
Notas:
(1) Ojo de Dios
(2) Cosechador del agave
(3) Música regional cantada por mujeres.
(4) Gobernante y líder purépecha
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