Nasciturus
Allá, en el limbo, un haz de energía en espera se plantó frente a otra de menor edad.
"La pequeña", sobrenombre con el cual la conocían, siempre había sido una energía pizpireta, vital y extremadamente solidaria, pues no había dia que no empujase con su luz el ánimo de las energías decaidas o sin potencial para obligarlas a resurgír de la oscuridad en las que estaban sumidas.
"Regreso" en cambio, era muchísimo más útil aconsejando. No en vano, ya tenia una edad, y pese a que la intensidad de su brillo decrecía con los años, lo cierto es que cada día que pasaba, sabía más que el anterior, aunque también comprendiera menos de cuanto aprendía.
-¿Qué te pasa, Pequeña? ¿Cómo es que no andas por ahí revolucionando a todas estas almas? No será que tuviste un nuevo encontronazo con Negativa, ¿verdad?
-Hablé con Grávida, Regreso. Me auguró el nacimiento y tengo miedo.
-Ah, ya. ¿Y para cuándo, si puede saberse?
-En diez años, estima. Once, como mucho.
-Bueno, aún queda para eso. Y de todas formas sabes que no hay otra. Pero no te preocupes, porque todo apunta a que la muerte no se acaba con el nacimiento. Hay más.
-No sé yo, Regreso. ¿Y si es cierto que no hay nada?
-Fantástica tuvo una experiencia paranormal, y vió un planeta azul habitado por seres que se amaban entre ellos, aunque a menudo, también discutían.
-Fantástica quiere hacerse la importante y por eso dice todas esas tonterías. Yo nunca me la he creído y lo sabes.
-Recuerda que estuvo a punto de nacer, Pequeña. Y otras muchas almas que han pasado por lo mismo, coinciden con Fantástica en que nacer es maravilloso. Yo de ti, no le tendría miedo.
-Tú aún eres muy mayor y te falta mucho para nacer, Regreso. Cuando yo era tan mayor como tú, tampoco tenía miedo.
-No deberías perder tu tiempo pensando en algo que es inevitable. Nacerás, y habrá o no habrá, pero eso sólo lo sabrás cuando haya llegado tu hora. ¿De momento, por qué no vas a consolar a Magnánimo, que está un poco triste? Dice que se encuentra perdido porque no sabe qué hace aqui.
-Está bien, iré. Con un poco de suerte, Grávida se equivoca y no nazco hasta dentro de treinta años. ¡Ah, y cuando nazca, no quiero que lloréis! Si hay algo, ya encontraré la forma de ponerme en contacto con vosotros.
-Seguro que si, Pequeña. Anda, échale una luz a Magnánimo.
Pequeña rotó en torno a sí misma y ascendió en busca del afectado. El limbo estaba aquel dia repleto de un centenar de almas desorientadas a las que Pequeña hubo de consolar con su alegría.
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