A mi hermano Alfonso (Ponchito) Toledo
"Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe".
Jorge Luis Borges
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A mi hermano lo salvó la vida tranquila que llevaba
Y lo amenazó la muerte en sus confines
Deja bellos recuerdos que se extinguirán con el tiempo
Ojalá, este poema le enseñe un camino a la esperanza
Porque lo encordé en la urdimbre virgen de una rueca
La vida lo dejó incrustado en la mortaja de su impotencia
Libó de la clorofila su néctar para calmar la sed de su alma condenada
Pero hasta allá no llegan mis recuerdos ya cansados
Bebió siempre de la mujer amada, el elixir de su sabia uterina
Era su destino... y, ni él mismo lo pudo descifrar, por sus miedos ermitaños
Caminó todo el tiempo de su vida sobre la cornisa de su sombra
Dejó su huella plasmada en cada vientre que su magia tocaba
Ojalá alcance a leer este poema antes que termine su aliento
Porque amarré sus letras con sirgas y maticé sus prosas con el ADN de su legado
Nunca bebía agua del mismo río, ni en sus instantes de sed y zozobra
Voló sobre las alas del pensamiento buscándole alivio a sus penas
Y sólo encontró cóndores legendarios en vía de extinción y al acecho
Hoy, sólo yace bajo el epitafio de sus recuerdos por efímeras razones
Desconozco el sabor de los panales cultivados en sus laberintos
La esencia de si mismo, la textura de sus palabras rotas
Nada quiero saber después de su partida, asumo su sentencia
Me incrusto en su axioma; en la verdad todo fluye, hasta el olvido
Quedarse es imposible, me hundiré en sus sombras y en la nada.
Porque, no somos nada en este universo, tal vez... autócratas del tiempo
No hemos sido más que un trazo en las páginas ilegibles del destino
Somos el cursor de una vida sin regreso, no lo pienses más, que ya lo intentaron
Tal vez, nos veamos pronto y con el viento a nuestro favor sobre un rocinante
Tampoco seremos nosotros los sobrevivientes, aceptemos el veredicto
Somos mito irreverente, verbo y rito, solo sé, que no volveremos
Adiós ignorantes y ciegos, y no, nos culpen que estamos de paso.
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