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APEGO A LA TIERRA
(Narración en tres partes.)

INTRODUCCIÓN

Un muro se yergue en medio del desierto buscando impedir que la pobreza sedienta abreve de una sociedad rica construida sobre sus espaldas. Inaudito es que sigan empeñados en querer detener el flujo de seres humanos que desde el sur migra con la esperanza de sobrevivir haciendo suyo un sueño, uno que nunca podrá ser suyo porque le fue implantado a fuerza de mirar la diferencia entre la opulencia de un país consumista y derrochador y la pobreza congénita de esta otra región de la que él se desprende, más basta, e irónicamente, también más rica; más rica en recursos naturales y por ello mismo más propensa a ser codiciada por el poder.

Antes de 1845, la extensa región que hoy abarcan los estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, parte de Colorado y Texas, en los Estados Unidos, era territorio del México recién nacido.
Sólo veinticuatro años pudimos conservarlo así porque una fuerza en expansión, una voraz e insaciable, con un gobierno empeñado en ampliar su territorio a toda costa (más visionario que el mexicano hay que reconocer), emprendió una campaña de guerra y anexión, que concluyó con la derrota mexicana y la consecuente pérdida de esos territorios. Así quedaba inaugurada la imperialista política norteamericana de guerra y despojo en contra de las naciones del mundo que le significaran algún interés estratégico.

Desde 1856 la frontera natural donde empieza la América Latina es el rio Bravo, ahora la ignominia convertida en muro hace de límite fronterizo. Esta frontera no es una línea en un mapa, se volvió un cuchillo de hierro cortándole las venas a la tierra, pretendiendo impedir que hasta el viento migre. Pero el viento y la esperanza no reconocen límites ni fronteras, seguirán migrando como lo hacen las mariposas monarca en invierno, desafiando cualquier obstáculo natural y cualquier poder humano.

Desde aquí contemplo mi continente, mío y de todos los que lo habitamos y lo sentimos; desde este sur económica y culturalmente tan dolido. América es de los americanos, cierto, y nosotros lo somos por derecho natural e histórico, somos los verdaderos descendientes de una pléyade de culturas que ocuparon cada valle y montaña, cada planicie, costa y lago, desde más allá del rio Bravo hasta Tierra del fuego. Hago recuerdo de algunas de aquellas culturas enclavado yo mismo en este hermoso trozo de territorio que me vio nacer: México.


PARTE UNO

En el noroeste de Sonora, donde los erguidos senos de la tierra se muestran desnudos al sol y los áridos dominios del polvo y la sed se queman, saguaros y mezquites cohabitan el mismo espacio que alacranes y lagartijas, en danza sigilosa acompasados por el sonar del crótalo de las culebras. Sábana de arena amarilla y roja tendida por el viento, que siendo el mejor escultor, talló escrupuloso la roca hasta llegar a darle forma humana mucho antes de que los humanos pudiésemos darnos cuenta que lo éramos.

Aquí la Sierra Madre Occidental empieza a levantarse imponente hacia el cielo como dorso antiquísimo de un gigante de piedra. Yaquis, mayos, séris (hacia la costa) y pápagos, herederos directos de culturas aún más antiguas, siguen aferrados a esta tierra porque es su madre, la que aún en su resequedad los alimenta.
Sobre la misma cordillera, pero un poco más al este, donde los grandes cañones se muestran como profundas heridas, se pueden apreciar los senderos que se han formado con el correr del tiempo y de los pies callosos de los rarámuris.

Arribamos a la ciudad norteña de Chihuahua; acompañemos en sus últimos momentos de vida a los líderes de la Insurgencia capturados durante la primera oleada independentista. Ignacio Allende y su hijo Indalecio; el cura Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez, Juan Aldama y Mariano Abasolo, cabezas de un movimiento que la madrugada del 16 de septiembre de 1810 inició la revuelta contra el control español. Días antes habían caído en la trampa tendida por el traidor Ignacio Elizondo.

Resuena en la memoria el eco de las balas saliendo de las armas del pelotón de fusilamiento, es el 26 de Junio de 1811 y Allende, Aldama y Jiménez han sido abatidos. A Indalecio lo asesina Elizondo frente a su padre el mismo día de la captura. Abasolo fue enviado preso a España (su patria), donde moriría cinco años más tarde.
Elizondo ordena que los cuerpos sean decapitados, y más allá de lo macabro del acto, se vuelve símbolo de burla y desprecio cuando instruye a un indígena rarámuri para que sea el encargado de la decapitación del general Ignacio Allende.

Viajemos un mes en el tiempo, es el 30 de Julio, fecha programada para la ejecución del cura Hidalgo. El paredón guarda las manchas de sangre de los caídos, sus compañeros de armas.

Hidalgo ya está frente al pelotón de fusilamiento. Pide que no le venden los ojos y que no le disparen por la espalda como se acostumbra hacer con los traidores. Coloca su mano derecha en el pecho, no para proteger el corazón de la inevitable lluvia mortal, más bien parece querer sentir hasta el último pulso en su mano para volverla puño, el puño alzado de miles de brazos junto al grito de guerra de miles de gargantas…

Se oye la orden, los verdugos obedientes cargan…, apuntan…,

¡Fuego!

Y atronan los fusiles escupiendo su furia de muerte, pero la primera andanada no tiene la fuerza para acallar a un corazón insurrecto que se le rebela; los verdugos del pelotón se ven en la necesidad de volver a recargar, y a descargar su impotencia contra el pecho del libertador, pero el corazón insiste en gritar ¡Viva México!, hasta que el doble tiro de gracia termina con él.

Al final, otra orden lleva a otro siniestro destino: las cabezas de los insurgentes serán expuestas en jaulas en la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), como escarmiento.

Continurá…

Texto agregado el 24-09-2014, y leído por 272 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
04-10-2014 Un relato muy interesante, la fuerza de tus letras atrapan al lector. Bien! silvimar
30-09-2014 eres todo un Bardo, en la más pura expresión lírica y heroica... deja de ser Celta para convertirse en tu elegía, en un adjetivo y sustantivo mexicano... Bardo zflores
30-09-2014 Interesante...sigo -VIGIA-
29-09-2014 Encuentro un texto muy bien escrito donde a los que no pertenecemos a tu tierra se puede conocer a través de ti cosas que muchos ignoramos. Me encanta saber de tu país porque le tengo un cariño muy especial***** Un abrazo Victoria 6236013
29-09-2014 leche... yar
29-09-2014 Apasionante texto amigo. La justa independentista tuvo muchos héroes. Conocia lo del fusilamiento de Hidalgo, con una pequeña anecdota cuando el día antes de que tuviera que morir, se quejo ante sus carceleros..."El que vaya a morir no tiene que ver con que me pongan menos ración de lecho" les dijo mientras aguardaba, de los héroes fue el que acepto su destino más tranquilo. Me imagino que después mencionaras a Morelos y Ayala. Cinco aullidos aleccionados yar
25-09-2014 Tutu'uli nokimmea (bonitas palabras, en lengua yaqui). Hace algún tiempo ese norte bronco y nombre me adoptó. Agradecido por esta evocación. Un abrazo. umbrio
24-09-2014 Sí señor, tu continente, nuestro continente. Bravo por Hidalgo y por todos los hombres que como a él, les duele el suelo patrio, y las balas les quedan chicas cuando se trata de defender los ideales y la tierra que los parió. ¡Viva México y vivan las personas que como tú, nos muestran pedazos de vida que nosotros desconocemos! Felicitaciones por la enseñanza y por la forma de presentarlo. Ah… y ya sabemos de dónde viene tu Nick. Interesante. Un abrazo, Alfonso amigo, te seguiré. SOFIAMA
24-09-2014 Maravilloso recorrido histórico que resalta la bravura de tu pueblo,que contrasta con la cobardía y crueldad de los conquistadores españoles.Pero hemos cambiado de tirano:El imperio español,por el imperialismo americano,más despiadado y asesino.UN ABRAZO. gafer
 
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