La Princesa que no podía Amar


Hace muchísimos años atrás existió una joven muy hermosa que no podía amar, y vivía cautiva bajo las montañas. Pero en la superficie, si alguien se detenía a escuchar el sonido del viento moviéndose entre las hojas también podía oírse el llanto de la joven, que tristemente pasaba sus días leyendo de su viejo libro la historia de una dulce y hermosa princesa que si pudo amar.
Aquel ser, a quien la princesa amaba, tenía ya a quien querer, pero como no eran de la misma especie no se podían reunir. El joven tenía por piel una coraza de roca y ella tenía en su espalda dos grandes alas como las de mariposas; la princesa en cambio no tenía más que un noble corazón que deseaba ser amado.
El chico de la coraza de roca, comenzó a llorar un día sentado junto a un acantilado, cuando la princesa apareció frente a él.
-no llores – sonrió la princesa con el alma destrozada.
-¿que puedo hacer entonces?- pregunto el sin reconocer a la joven que había huido de su palacio dispuesta a pedir su mano- ¿Qué hacer si no puedo estar con quien amo, porque ella vive en el cielo y yo estoy condenado a vivir con los pies en la tierra?
- ya veo, tienes ya a quien amar –suspiro sin dejar de sonreír- entonces te ayudare a construir unas grandes alas para que puedas estar con quien amas y seas siempre muy feliz.
El joven suspiro indicando a sus pies un millón de alas rotas, de todos los tamaños y todas las formas. La princesa asombrada lo hizo ponerse de pie, le sonrió sin decir palabra. Y sin saber la razón corrió tanto como dieron sus piernas tratando de alejarse de él para siempre, pero era tanto lo que quería a esa criatura del bosque, que sin darse cuenta había regresado al lugar del que trataba de huir.
El chico de la coraza de piedra se había subido a la colina mas alta, para observar como su amada volaba sobre él a unos cuantos metros, y a pesar de no poder tocarla y estar uno junto al otro, sonreían felices y se juraban amor, el alzando los brazos tratando de alcanzarla y ella dejando caer su largo cabello para acariciarle el rostro.
La princesa con lágrimas en los ojos no se atrevió a salir de su escondite, y permaneció de pie contemplando a su amado.
La hermosa princesa se odio por no tener alas como aquella hada, y entristeció mas cuando comprendió que aunque tuviese grandes alas como las de mariposas el joven de la coraza de piedra no la amaría a ella, por que no amaba a una envoltura de piel sino que amaba lo que tenia dentro.
La princesa lloró y deseo con el alma que el joven dejase de ser piedra y tuviera las alas como la de las mariposas. Cerró los ojos con fuerza y repitió su deseo, entonces el joven ya transformado voló junto a su amada para poder abrazarla.
La princesa observo por última vez a la feliz pareja y al joven que alguna vez había amado, mientras resolvía internarse en las profundidades de una cueva de la cual salía de vez en cuando a observar a los jóvenes amantes rebosantes de felicidad. Pero la princesa ya no podría amar a nadie nunca mas.